Rápidamente recobró la compostura con un pensamiento optimista, Derek había dejado a Breaden por él, de seguro tenían otros asuntos los cuales atender. No debía preocuparse, tenía que confiar en su esposo. No había nada malo que pensar. Él lo amaba. Él era su esposo. Una relación se basa en confianza. Vamos. No pasa nada. Vamos. Concéntrate y confía en él.
Pero una vez más su corazón se rompió al ver como su esposo coqueteaba con la mujer y recibía gustoso las provocaciones de esta. Al cabo de un par de horas tormentosas, Derek y Breaden se levantaron y se fueron.
Stiles se disculpo miles de veces con el director y los representantes antes de ir tras su esposo. Sin tener éxito en encontrarlo, se fue a casa, esperando por él entre extensas y duraderas lágrimas mientras se abrazaba a sí mismo en un intentó por consolarse.
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Más Derek no llegó hasta la mañana siguiente. Stiles, devastado y sin dormir ni unos cuantos minutos empezó a llenar de preguntas a Derek, quién se mostraba irritado y molesto con la presencia de Stiles, algo que desánimo más al castaño, se quitó el collar dejando explotar sus emociones y así por fin logró la atención que quería.Solo que el lobo se portó más a la defensiva hasta que se hartó de la discusión que estaba teniendo con el humano, lanzó bruscamente su taza a la pared más cercana de Stiles y gritó.
— ¡YA te dije que fue por el trabajo! ¡¿Por qué eres tan inseguro?! — Derek.
— ¡Porque yo no soy un lobo, Derek! — respondió Stiles con los ojos llorosos.— ¡No puedo oler las emociones, no escucho a kilómetros lo que quiero escuchar, no puedo detectar las mentiras y no soy alguien codiciado y envidiable a quien todos voltean a ver!, no soy nada de eso, Derek, por eso soy tan inseguro. Porqué soy humano. Y si mi esposo no se aparece durante toda la noche aún cuando es su día libre y encima no me avisa ni me dice nada, obviamente voy a sacar mis propias conclusiones, obviamente voy a pensar por mi cuenta y ¡obviamente me voy a sentir mal! — se tomó una breve pausa para acercarse a Derek.— Dime algo, viéndome a los ojos, dime ¿qué estuviste haciendo ayer y toda la noche?, ¿por qué no volviste a casa? — preguntó.
Ante las abrumadoras palabras y emociones de Stiles, el lobo se vió incapaz de mentir y desvío la mirada de los penetrantes ojos avellana que lo observaban devastados.
— Lo siento.— murmuró el azabache.
— Eso creí.— bufó el humano.
— Pero es que tú no tenias tiempo.— refutó.— Estabas ocupado con tus clases que solo llegabas a comer, platicar y dormir. Sin nada. Estaba estresado y sabía que tú no ibas a querer tener sexo, solo busque como sentirme bien. Y...
— Me fuiste infiel.— finalizó Stiles con lágrimas silenciosas corriendo por sus mejillas, esbozó su mejor sonrisa y camino a la entrada bajo la confusa mirada del mayor.— Cuando tú estabas tan ocupado en el trabajo que apenas y llegabas a casa, nunca se me cruzó por la mente acostarme con alguien más.— confesó abriendo la puerta.— Porque te amaba tanto que el solo pensar en tener sexo con alguien más me daba asco. Terminamos, Derek.— soltó saliendo sin esperar a que el mencionado dijera algo.
Y con eso, se montó a su camioneta y se fue, ¿a dónde?, ni él mismo lo sabía, solo buscaba estar lejos de aquel que lo traicionó.
Después de una larguísima recorrida por la ciudad, frenó con rudeza y se dirigió a la academia. Iría a ese intercambio.
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.2 años después...
Derek Hale se ahogaba entre trabajo, estaba pálido, tenía unas enormes bolsas moradas debajo de los ojos, le pesaba el cuerpo, fumaba, se tambaleaba con cualquier movimiento y se sentía más humano que nunca. Se sentía fatal. Desde que su Stiles se había ido sin dejar rastro ya no era el mismo, sus emociones lo sofocaban a tal grado de que el mismo presidente de la empresa le dijera que fuera a terapia, no tenías que ser un experto o un lobo para saber que el gran Derek Hale estaba en depresión.
Y lo peor es que no tenía el derecho de estarlo, y él lo sabía, por su culpa había perdido a la única persona que amaba. Por su estupidez. Eso solo lo hundía más. Nadie le decía donde estaba, nadie le decía si estaba bien, nadie le decía nada acerca del castaño. Todos les decían que él volvería cuando estuviera listo. Porque todos sabían la estupidez que había cometido. Se seguía preguntando el por qué lo hizo si estaba tan feliz. No encontraba la respuesta y eso solo lo hacía odiarse más a sí mismo.
Y ese día mientras iba por su quinta ronda de café negro americano a la cafetería que estaba a seis cuadras de la empresa, lo olió. Olió aquel aroma tan familiar y embriagador que hace años no olía, corrió, corrió sin importarle chocar con un par de personas, corrió sin importarle desfallecer debido a su deplorable condición, corrió hasta encontrar ese olor. Hasta encontrarlo a él...
Sentado en la mesa de la esquina de la terraza de la cafetería, con el sol pegándose a su rostro mientras de vez en cuando tomaba de su malteada entre carcajadas, su cabello castaño que brillaba con la luz, largo, más largo de lo que jamás se lo había visto, sus encantadores ojos avellana mostraban un brillo espectacular, lleno de energía como siempre, lleno de alegría y emoción, lleno de vida, su antes pálida piel ahora mostraba un flameante bronceado, sus lunares no resaltaban tanto como antes a simple vista pero Derek creía poder identificarlos hasta con los ojos cerrados, su cuerpo ya no era aquel delgado y flácido, ahora tenía músculos y mostraba arduo trabajo. Y su sonrisa, su expresante sonrisa irradiaba diversión, felicidad y encanto.
Aquella sonrisa que le estaba dedicando a un hombre sentado frente a él. No a Derek. No más a Derek.
— Stiles.— murmuró.— ¡STI...
— ¡STILES! — gritó alguien interrumpiendo su llamado.
En seguida Stiles miró a su dirección, sus ojos se encontraron y miles de emociones indescifrables brotaron de ambas partes, Stiles se levantó con prisa de la mesa, Derek lo vió desaparecer y reaparecer con rapidez, el humano empujo con fuerza la puerta de la cafetería y con una gigante sonrisa destellante de alegría corrió a su dirección. Estaba por recibirlo en brazos hasta que pasó de él, siguió corriendo de largo haciendo que el lobo lo perdiera de vista, con lentitud y desconcierto, volteó hacia donde se había ido su Stiles.
— ¡Papá! — exclamó el castaño abrazando al hombre.— Te extrañé tanto.— expresó con melancolía y un gran agujero se instaló en el pecho de Derek.— Ven, tengo que presentarte a alguien.— y con eso, volvió a pasar de largo a su lado mientras llevaba del brazo a su papá.
Con un terrible nudo en el corazón y la horrorosa sensación que crecía en su cuerpo, solo atinó a quedarse parado, viendo fijamente como Stiles presentaba con felicidad al hombre que lo acompañaba, decían algo, algo que no podía y se negaba a escuchar por lo aturdido que se sentía, las lágrimas cayeron sin aviso y sin compromiso, cayeron bajo la expectante mirada de los transeúntes que pasaban frente a él, sus brazos quedaron tendidos sin moverse a sus costados, su boca no emitía sonido alguno y su pecho se inflaba con tristeza mientras un solo pensamiento se cruzaba por su mente.
Ya no era más su Stiles. Ya no era más su esposo. Ya no era más aquel chico que apestaba a amor incondicional por él. Ya no era más aquel chico que le maravilló la existencia. Ya no era más aquel chico con quién compartió los mejores momentos de su vida. Ya no era más aquel chico que amaba hasta en lo profundo de su ser. Ya no era más su compañero. Su alma gemela.
Derek se derrumbó sin fuerza resonando su cuerpo contra el suelo en un golpe seco que alarmó a todos aquellos que lo escucharon, mientras iba perdiendo la consciencia alcanzó a escuchar a la lejanía en lo que para él era un susurro llamándolo. Y tras ver aquellos ojos que anhelaba con un deje de preocupación y recibir una última mención de su melodiosa voz, se dejó hacer de la oscuridad que abarcó su ser.
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Destino
RandomUna historia corta acerca de la relación de Derek y Stiles. El mayor regresó el día de la graduación de la manada para pedirle matrimonio al humano que corre entre lobos. Esté aceptó. Habían estado mutuamente enamorados por años, por fin podían esta...