3. El Tercer Turno.

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—¿Quién será el siguiente? —preguntó Joseph.

—Señor Joestar... —empezó a hablar Polnareff—. No deberíamos elegir eso tan a la ligera...

—Concuerdo con Polnareff, viejo —mencionó Jotaro—. Esto está pasando muy rápido, acaban de morir dos de nuestros mejores amigos.

El cuarto se volvió más pequeño. Fue entonces que notaron un reloj en la pared, el cual marcó que acababa de pasar una hora. En una hora acababan de llegar y morir Avdol e Iggy. En una hora acababa de suceder todo eso.

¿Qué les deparará las siguientes horas? Además, el cuarto apenas medía 10 metros cuadrado, y cada que pasaba 1 hora se cerraban dos metros. Ahora el cuarto medía 8 metros cuadrados.

—Nos estamos quedando sin tiempo —respondió el anciano—. En al menos dos horas, seremos brutalmente aplastados por estas paredes.

Todos se miraron entre sí. Los cuerpos de Avdol e Iggy fueron empujados cuando pasó aquella hora.

—Iré yo —dijo Joseph—. Tomaré la iniciativa, si no nos queda otra opción. Polnareff, por tu expresión puedo notar que no moverás esa botella de ninguna forma, y tampoco quiero forzar a mi nieto y a Kakyoin a matar a alguien.

—Lo entiendo, señor Joestar. Solo hagalo rápido —le respondió Polnareff mientras empezaba a sudar. Cualquiera podría morir en cualquier momento, y ni siquiera sería su intención.

La botella empezó a girar en el lugar, poniendo nerviosos a todos, pues sabían que en cualquier momento sus vidas podrían acabar en tan solo segundos. También sabían que Joseph debería cargar con el pesar de haber asesinado a alguien.

Era un sentimiento terrible, pero no les quedaba más opción.

La botella finalmente se detuvo apuntando entre en medio de Jotaro y Polnareff. Estaría más cerca de Jotaro, de no ser que Polnareff se habría corrido para minimizar la distancia con la botella.

—¡Polnareff! —exclamó Jotaro—. ¿¡Qué carajos haces!?

—¡Tú no tienes por qué morir, Jotaro! —exclamó—. Señor Joestar, que sepa que no le guardo ningun tipo de rencor. Ha sido de los mejores amigos que he tenido en mi vida.

Un calibre apareció en manos del anciano, el cual fue apuntado a Polnareff.

—¡Polnareff! —gritó Jotaro, tratando de interponerse, pero en cambio recibió una patada del fránces, a la vez que este recibió un tiro en el pecho.

Falleció cayendose de espalda al suelo, donde finalmente se desplomó.

Joseph golpeó la mesa con su mano derecha, completamente enojado. Aún teniendo la chance de sobrevivir, Polnareff decidió interponerse entre el destino de Jotaro y morir de esa forma. Joseph definitivamente no quería matar a su nieto, por supuesto que no, pero el saber que una persona ajena a su familia dio su vida para salvar a su propio nieto era algo que no podría sacar de su cabeza.

—La bala iba para mí... —dijo Jotaro—. Acaba de salvarme.

—Polnareff... —habló Kakyoin—. Se sacrificó por nosotros.

—Realmente estoy completamente agradecido, pero debió ser duro para el viejo —dijo Jotaro—. Después de todo, estuvo a punto de asesinarme, pero él se interpuso.

—Jotaro... Kakyoin... —empezó a hablar—. No duden en dispararme si así debe ser, ¡Por favor, no se interpongan en mi muerte!

—Pero, anciano...

—¡Nada de peros, Jotaro! Ustedes tienen mucho por vivir, yo ya he vivido lo mío. Dado a que no quiero matar a ninguno de ustedes, voy a pedirles que giren la botella.

Dijo mientras se preparaba para decir otra cosa.

—Y si llego a quedar solo yo, y uno de ustedes, no duden en matarme tampoco.

El juego apenas llegaba a la mitad.

El Juego de la Botella (Stardust Crusaders)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora