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— ¡¡Lee Minho!!

— Si, así me llamo —sonrio burlesco.

Estaban remodelando la habitación del mayor, pintando las paredes de azul marino y el hizo una pequeña broma manchando gran parte de la mejilla contraria con la pintura.

— Ven aquí, amor.

— No gracias, me iré por un vaso de agua —estaba retrocediendo, alejándose de Chan para que no logrará hacerle lo mismo.

— Pero si quiero darte besitos —el rubio avanzaba, sonriendo ladino.

— Nah, dejemoslo para más tarde.

De un momento a otro ya estaba escapando con el mayor detras.

— ¡¡SUEGRO!! —grito, escondiéndose de tras del hombre.— Protejame por favor —sonrio, viendo a chan por encima del hombro contrario.— ¡su hijo me quiere golpear! —dramátizo, notando a chan entrecerrar los ojos.

— ¿Qué? Bang Christopher Chan ¿Que acaso yo no te crié bien? —cuestiono divertido el hombre.— ¿Porque quieres golpear a Minho?

— Papá, Minho te está mintiendo, no quiero golpearlo, tan solo quiero hablar.

— ¡No le crea! ¡El es quien miente! ¡estaba a nada de golpearme!

— ¿Como es eso de que quieres golpear a Minhonie, Christopher?

Justamente la señora Bang había entrado y el pelimorado lo aprovecho para vitimizarse con ella.— ¡Si!, suegra, ¡Me iba a golpear! ¡y solo porque accidentalmente le salpique un poco de pintura! —sonrio ya que hyuna le había acariciado el cabello, "consolandolo".

La mujer le dio una cacheta no tan fuerte a su hijo, divertía.— ¡Le pones siquiera un dedo encima te olvidas de que eres un bang!

Unas horas después ambos ya estaban de vuelta en la habitación del rubio, terminando de pintar.

— Increíble, mis padres te quieren más a ti que a mi.

— Uff, que puedo decir, nadie se resiste a mis encantos.

— Oh bonito, eso lo sé perfectamente, porque yo tampoco pude resistirme.

Minho únicamente sonrio.

— Hagamos un diseño especial a tu cuarto —propuso, mirando al mayor.

— ¿como que?

— Destapa la pintura blanca

Una vez el tarro estuvo abierto, minho pinto una de sus manos y una de las de chan, seguido las guió a encima de  la pared dejandolas un poco separadas, dejando así un tipo de marca.

— Quedo perfecto  —sonrio el mayor.

El pelimorado observo el reloj en su muñeca, marcaba las 12 en punto de la noche.—  Feliz cumpleaños número 16, amor —sonrio, dejando sonoro beso sobre la mejilla contraria.

— Gracias, bebe.

"Bebe" ah, cuanto amaba ese apodo.

"Bebe" ah, cuanto amaba ese apodo

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Amnesia 𝄞 MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora