Sus ojos se esforzaron por permanecer abiertos, pero estos comenzaban a pesar demasiado y la silueta que antes había sido clara ahora era borrosa, junto con ello su nariz y garganta ardían por cada vez que intentó inhalar para tomar algo de aire, sin lograrlo y por mucho que sus manos se hubieran aferrado a todo lo que pudo a su alrededor, incluso arañó varias veces la mano que se aferraba a su cuello sin embargo no fue soltado, y cada vez que parecía que iba a lograr llegar a la superficie, era empujado una vez más hacia el fondo.
Sus dedos que se aferraron al borde de la tina poco a poco fueron perdiendo la fuerza y sus ojos pesaron más hasta casi cerrarse por completo, sintiendo como el agua volvía a entrar por su nariz y boca en un intento desesperado por respirar, pero en mitad de aquella acción, algo de aire logró entrar en su cuerpo, provocando que tosiera y se aferrara con todas sus fuerzas al borde de la tina, en un intento desesperado por no volver a caer en el agua, aunque en ese momento su cuerpo parecía tan fácil de manipular.
Sentía que su cabeza daba vueltas pero no por el alcohol bebido hasta una hora antes, sino por la falta del oxígeno que sus pulmones reclamaban en ese momento, y no se sabía si eran lágrimas o sólo gotas de agua cayendo por sus mejillas, pero eso no pareció importarle a la persona arrodillada al borde de la tina, quien miraba con aburrimiento y desprecio la situación, como si todo fuera una exageración y no se tratara de su esposo abriendo su boca y jadeando en una búsqueda desesperada de conseguir aire.
Los débiles dedos blancos del omega dentro de la tina se aferraron al pantalón negro del alfa cuando este se levantó del suelo, pasando las manos sobre la tela como si quisiera quitar las arrugas que se habían formado poco antes por sus acciones.
—Dije que yo no...
Hubo un bufido por parte del alfa que apartó la mano que sostenía su pantalón y salió del baño, sin deseos de escuchar a ese omega que era un experto en mentir, ¿acaso creía que él era ingenuo? porque ya había escuchado sus dulces palabras y casi por un momento se dejó engatusar por él, pero no volvería a caer en sus mentiras.
En cuanto salió del baño metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sacando una cajetilla de cigarrillos junto a un encendedor, sintiendo que necesitaba la nicotina para tranquilizarse, para no regresar a ese baño y terminar con la vida de ese omega que siempre pareció querer mostrarse como la víctima cuando no lo era, y lo que más le enojaba era el hecho de que casi había caído en sus redes.
Se había empeñado tanto en representar su papel como si él fuera un tonto, y quizás lo que más le enojaba era el hecho de saber que estuvo a punto de creerlo.
Sentía su sangre hervir por el enojo, y si ese omega no tuviera el respaldo de tres alfas poderosos, hace mucho que se hubiera desecho de él; si no hubiera sido por la vía legal, había otros modos de hacerlo y ninguna le molestaba cuando las pensaba, sino que se podía ver a sí mismo feliz, rehaciendo su vida como siempre la imaginó.
Dentro del baño el omega se esforzó por salir de la tina de baño, abriendo el agua caliente de la ducha y mientras esta calentaba se quitó la ropa mojada, mirando en el espejo las marcas rojas que había dejado sobre su cuello la mano que lo sostuvo bajo el agua, así como su mejilla que muy probablemente tendría que maquillar si deseaba salir de casa, porque nadie podía ver moretones en su cuerpo, eso sólo significaría problemas.
Cerró sus ojos un momento mientras pensaba en el joven omega rubio que vio en la fiesta de esa noche, en lo hermoso y elegante que lucía mientras entró del brazo de un alfa que él no conocía, pero en realidad, no podía decir que sabía exactamente cuáles eran las novedades de la sociedad si ni siquiera le interesaban, no obstante, suponía que aquel hombre era alguien influyente si todos a su alrededor parecían querer complacerlo.
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Amargo (Completa en dreame, Joyread)
Novela JuvenilEl dar el sí en el altar no fue el inicio de una hermosa historia de amor. No cuando sólo uno de los involucrados sentía amor y el otro lo estaba haciendo por obligación; convirtiendo los siguientes cuatro años de matrimonio en un infierno, en el qu...