¿Jugadora? [Emiliano Martinez y tú]

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-¿Cómo se siente estar en la final? -Preguntaron y ella sonrió suavemente.

-Se siente como algo que le debía a mí madre -Todos la vieron confundidos así que se explicó- Le prometí que le traería la Copa cuando era más joven, aunque creo que no la pueda sostener.

-Ay, bolu...-Julián la codeó suavemente y ella rió entre dientes.

-¿Qué? Es la verdad, ya no podrá -Se excusó por lo bajo.

Los reporteros siguieron con sus preguntas, hasta que terminaron y los dos salieron de aquél cuarto.

-Ya los alcanzo -Gritó mientras su teléfono sonaba-¿Sí? -Contestó la llamada.

-TENGO LA IDEA MÁS LOCAA -El francés gritó demasiado cerca del parlante.

-Mis tímpanos, An -Se burló mientras caminaba hasta afuera-¿Qué idea?

-¿Dónde estás?

-En esta cosa donde te hacen preguntas -Él dudó pero luego cortó.

Confundida vió su teléfono, aunque rápidamente sintió unos brazos colgando de su cuello.

-Buenas -Ambos se vieron por un tiempo y luego rieron.

-¿Qué hacés acá vos?

-Por la misma razón que vos -Salieron con cuidado ya que él no la soltaba.

-No me vas a soltar, ¿No? -Él negó-¿No deberíamos fingir que nos odiamos o algo parecido?

-No lo sé -Dudó para luego soltarla- Eso fue muy irrespetuoso de mi parte.

-¿Y ahora es irrespetuoso? -Preguntó con una ceja levantada- Cómo sea, tengo que irme.

-¡No, no! -Volvió a enredar sus brazos en su cuello, casi ahorcandola por la diferencia de altura- Pasemos tiempo de caridad juntos -Bromeó.

-¿No se van a preocupar por vos?

-No lo creo, están ocupados hablando mal de todo -Se encogió de hombros y ella suspiró.

-Debe ser agotador.

-Ciertamente lo es.

Se quedaron un largo rato callados, caminando tranquilamente por las calurosas calles de Qatar.

Entre ellos no había un silencio incómodo, en realidad era bastante agradable, solamente no tenían algo planeado para hacer.

-Y ahora qué -Preguntó aburrido el francés, llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón.

-¿Sos del tipo que les gusta llamar la atención? -Una sonrisa de dibujó en sus rostros.

-Depende el día -Rieron y ella lo tomó del brazo.

-De vez en cuando venga acá, es todo re loco -Lo arrastró hasta un lugar lleno de luces fluorescentes y gente vendiendo cosas.

-¿Así que esa bufanda fea que me mostraste la compraste acá?

-Era re linda, qué decís -Se quejó.

-!Mirá! -Antoine tomó un sombrero bastante extravagante y se lo probó- Me veo divino, ¿No?

-Pareces uno de esos cosos en los que ponen a los huevos.

-¡_______! -Sus mejillas se tornaron de un rojo suave por la vergüenza.

-Nah, mentira -Rió entre dientes y tomó otro que estaba ahí-¿Y este cómo me queda a mí?

-Pareces un condón -Ahora ambos estaban de color rojo.