Las tres iban en el coche con el chófer hasta llegar al colegio.
Alma salió y abrió la puerta para que salieran las chicas.
- Vamos, salgan de una vez.
Ellas salieron sin muchas ganas.
- Me gusta las mechas de Roberta - dijo Hope.
- Justo hoy te tenías que pintar el cabello con esos colores hijita - Alma la miró rendida - no es la mejor imagen para un colegio.
Mientras Roberta y Alma hablaban, Antonella observaba a su alrededor.
- Vamos chicas solo son un par de años y luego cuando se gradúen, les regalaré un viaje por todo el mundo - las miró - pero por ahora portaros bien, ¿sí?
- ¿Podrías hacer lo mismo si me gradúo? - Hope le preguntó a Hayley.
- ¿Regalarte un viaje por el mundo?
- Ajá.
- Umm, ya veremos.
- Nada de chicos - dijeron los hombres.
- Sois unos pesados - dijo Davina.
Las chicas asintieron.
Antonella hizo la aureola encima de la cabeza mientras escondía la otra mano cruzando los dedos.
Todos sonrieron divertidos.
Dos niñas se acercaron.
- Hola soy Mía Colucci, ¿y ustedes?
Las tres la miraron.
- Bueno chicas saluden - dijo Elijah.
- Habla un poco...
- ¿Pijo?
Hope asintió a Kol.
- Hola - Alma le estrechó la mano - yo soy Alma Rey y ellas son mis hijas Roberta Pardo y Antonella Rey. Saluden niñas por favor.
- Hola - contestaron.
- Incomodo - dijo Rebekah.
- Quédense platicando con ellas mientras yo voy a hablar con el director. Con permiso - dijo Alma caminando hacia el colegio.
Mia y Celina se despidieron de ella y volvieron la mirada hacia las chicas.
- Oye perdón que lo diga pero ¿porqué llevan distinto apellido? - preguntó Mia.
- Oye perdón que lo diga - Anto imitó su tono - pero.... - se puso seria - que te importa.
- Eso intimidala - sonrió divertido Kol.
- Un poco metiche la niña - dijo Hayley - ¿Cree que se va a poner a contar la razón del por qué sin conocerla de nada?
- Bueno - siguió Mía - Y parece que su mamá no os quiere mucho, ¿no? Porque os compra ropa medio feita, ¿no? Bueno no os preocupéis. Mira yo soy experta en eso, entonces hoy podemos hacer algo que ya he hecho otras veces. Hacemos una fogata - Anto y Roberta se miraron burlonas - quemamos toda la ropa así toda la que trajisteis y yo tengo ropa nueva increíble y puedo prestar como lo hago con las demás, pues es padre, ¿no?
- Nunca había oído tanta tontería junta - dijo Marcel.
- Anto y Roberta piensan lo mismo - sonrió Klaus.
- Puede darme ropa a mí sí no la quiere - dijo Hope.
- ¿Más ropa? Tienes demasiada - dijo Klaus.
- Nunca es demasiada para una chica.