Abril.

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Afortunadamente nadie sabía de esa mísera fecha, nadie lo jodería al respecto. De todas formas, ya no había motivo de celebración por nada. Nadie se daba el tiempo de festejar algo.

Todos estaban ayudando en lo que podían a los héroes profesionales, tomando más cargos de los que deberían como simples estudiantes en pasantías. Eso era lo difícil de comprender para el mundo. Que solo eran adolescentes jugando a ser adultos, peleando una guerra que no era suya.

Los ciudadanos ya no confiaban en ellos y la época oscura se esparció por todo el país. No habían héroes. Nadie estaba aquí para salvarlos o para decir que todo estaría bien.

Supo que ese nerd tramaba algo. Desde que despertó del coma y él aún no hacía acto de presencia, el presentimiento de que algo pasaría le aplastaba el pecho. No se esperaba que dejara unas cartas de porquería como inútil intento de despedida.

Todos y cada uno recibieron la suya. ¿No era él merecedor de un puto libro entero o una de sus libretas? Pero no, cuando oyó el papel deslizarse por debajo de su puerta y se despertó, abriendo para ver quién carajos era, ya no había nadie ahí para darle explicaciones.

Sabía que su carta no era igual a la del resto. Porque él ya sabía todo. Él fue el primero en saber la verdad, el primero en quien Izuku le confío ser conocedor del One For All. Solo que no esperaba lo que se iba a encontrar. Cuando la rompió frente a los extras, quiso creer que podrían encontrarlo. Que aparecería y le diría todo eso en la cara, sin remordimientos. Que podría disculparse y liberarse de la carga en su espalda. Quería todo eso.

Deku se fue en abril.

Todo el mundo cambió después de eso. No dormía, le costaba comer. Lo único que lo mantenía cuerdo era entrenar hasta el cansancio porque él no es tan rápido como Shigaraki y si quiere dar pelea y luchar junto a Izuku sin dejarle todo el trabajo, es logrando alcanzar, mínimamente, su velocidad.

No tiene que ganar solo. Y si quiere ser su apoyo, debe superar incluso al mismo Deku cueste lo que cueste. Con un solo quirk o sin él, aunque las manos se le quemen de tantas explosiones producidas. Tiene que ser más fuerte. Tiene que.

En un parpadeo, más de dos semanas sin murmuros o miradas silenciosas habían transcurrido. Nunca creyó que una presencia como la suya cambiaría tanto la atmósfera. Si bien, se esforzaban en no deprimirse, incluso los más idiotas como Kaminari y Sero estaban decaídos. No sabía qué rumbo tomaría la situación. Era frustrante, pero él no podía animarlos o algo así.

Solo lo recordó cuando la bruja le texteó y recibió la llamada de su papá.

“Feliz cumpleaños”, decían. Como si algo pudiera ser feliz después de todo lo sucedido. ¿Acaso y era veinte? ¿Por qué todo pasaba tan lento y rápido al mismo tiempo?

Es un día más. Estúpido y día más que le recuerda que tiene un año de edad sumado y que estuvo perdiendo mucho tiempo. Se pregunta cómo sería si... A la mierda. Si se fue es porque cree que él puede con todo y que por tener varios quirk es invencible.

Lo peor de todo es saber que no es así. Que si se fue es por la absurda idea de que puede cargar el mundo en sus hombros y que de todo es responsable porque es el elegido. Que debe traer la paz de nuevo y es su deber poner fin a la guerra. Que es el único que puede darle pelea a Shigaraki, que solo lastimará a todos si sigue con ellos. Sí, probablemente eso es lo que piensa.

La multitud en la sala de estar se había disipado después de que les hizo entender que All Migth y los demás héroes estaban detrás de todo, cubriendo las huellas de Deku.

Fue cuando hizo lo más humillante que pudo haber pensado. Trozo por trozo, parte por parte, juntó los pequeños pedazos del papel escrito en sus manos y se los llevó a su habitación. Con algo de cinta transparente pudo repararla lo suficientemente bien.

¿Por qué ese idiota podía irse así pensando que él se quedaría sin hacer nada?

¿Por qué creyó que estaría bien?

¡Con un demonio! Es una porquería. No va a permitir que ese imbécil muera.
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Kacchan... Sé que esto es difícil de creer. Perdóname por no poder decirte esto de frente, probablemente pensarás que soy un cobarde, pero fue necesario.
No puedo permanecer en UA. Ya sabrás por qué. Lo sé, sé que no controlo mis quirks del todo. Sé que es un poder inmenso que tengo dominar, Kacchan.
Debo terminar con la guerra y aunque eso me cueste la vida, lo haré para proteger a los que amo. Quiero verlos sonreír al menos una última vez, Kacchan. Perdóname por no poder luchar contigo como siempre quisimos, pero si la guerra continúa entonces ya no habrá batallas que podamos pelear.
De verdad, lo siento. No quiero irme. Sin embargo ya no puedo hacer que los lastimen. Espero que algún día logres perdonarme porque ese ataque no iba para ti, Kacchan... por mi culpa casi mueres... Si hubiese sido más fuerte, entonces no tendrías que haberlo hecho.
No puedo dejar que tú o nadie más muera a mi causa. Si no puedo hacerlo yo, por favor, alza tu puño y sonríele al mundo. Salva a todos con una sonrisa. Kacchan... Te quiero, desde lo profundo de mi corazón. Lo siento, Deku”.

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No derramó ni una sola lágrima porque eso era una estupidez. No lloraría por su culpa porque Deku estaba ahí afuera, peleando con cuántos y quién sabe de villanos que podrían matarlo en un segundo, arriesgando su vida como inútil que es.

Lo encontrará. Encontrará a ese Deku y lo hará entrar en razón aunque deba explotarle el rostro miles de veces para ello. Aunque tenga que arrastrarlo lo traerá de nuevo a UA, porque, ¿quién se cree que es? Bastardo copia barata de All Migth.

Estaba dormitando, eran ya las diez treinta. Un ruido familiar se oyó cerca de su ventana, casi como

Látigo negro.

Se levantó corriendo y abrió los ventanales, no fue sorpresa no hallar a nadie ahí, menos a unos ojos verdosos brillante.

Lo que sí fue sorpresa fue encontrarse con un pequeño paquete envuelto en una puta bolsa de plástico. Alzó el objeto con su mano y procedió a romper su envoltura, viendo nada más y nada menos que

Una figura de All Migth en miniatura. Edición limitada. La puto más difícil de conseguir, por decir poco. Suspiró porque ya sabía qué clase de nerd friki gastaría en dólares por plástico y pintura.

Una nota adjunta.

“Recuerda sonreír. Feliz cumpleaños *borrón* Bakugou.”

No puedes escribir mi puto nombre como si fuera poco en un regalo secreto, tonto Deku.

Pensó. Era obvio que puso primero su irritante “Kacchan” para recordar que era encubierto lo que estaba haciendo, borrar débilmente y poner su apellido.

Chasqueó la lengua y quiso destrozar el regalo. Pero joder. No pudo hacerlo. Solo lo dejó encima de su escritorio y decidió volver a dormir.

“¿Sonreír, ah?

Sonreiré cuando te encuentre, maldito bastardo.”

Lo que siento por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora