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Narra Murdoc

Las clases estaban siendo eternas, sobre todo por el hecho que no me podía sacar de la mente todo lo que había pasado en los últimos meses, últimamente había sido bastante difícil no pensar en él, en verdad que ese niño se había metido tanto en mi mente.

Odiaba pensar tanto, recordaba cada detalle, como con cada palabra y acción la iba cagando cada vez más, pero no todo eran recuerdos malos, Dios, no creo en ti, pero como extrañaba esos labios, el roce de su piel contra la mía, esa sonrisa que me volvía loco, su voz, su todo. Como me odiaba por haberme vuelto tan cursi.

Sin darme cuenta comencé a sentir una presión en el pantalón, mierda, quizá había comenzado a pensar de más, salí del aula maldiciendo todo lo que se me cruzara al rededor y me dirigí hacia el baño, escuche pisadas en el pasillo como si alguien estuviera corriendo, simplemente ignoré el ruido y entré, ahí estaba Russel, con un gesto bastante curioso.

- ¿Qué putas pasó? ¿Por qué parece que has visto a un fantasma? - dije en joda.

- Hace poco le estaban golpeando a un niño acá - respondió.

- ¿Te sorprende? Eso sucede todo el tiempo en esta escuela - rodé los ojos.

- Si, eso lo sé, pero lo que me sorprendió es que él no tenía un aspecto normal - bajó la mirada y se dio cuenta la razón por la cual estaba ahí -. No sabía que las partes de la célula te ponían en ese estado - se rio.

- Come mierda - lo miré mal, aunque después me comencé a reír con él, repitiendo todo me en cabeza me di cuenta de algo -. Espera, ¿Qué aspecto tenía este chico?

- Tenía ojos negros y pelo azul, bastante exótico, no sé por que aún no me había enterado de su existencia - mi corazón se detuvo y al parecer Russel se dio cuenta -. Ahora tú pareces el que vio un fantasma.

Tal vez eso era lo que había oído anteriormente, tal vez Stuart era el que había salido corriendo, tenía que verlo nuevamente, tenía que disculparme por todo lo que le había hecho, él no se lo merecía.

Salí del baño sin responder nada más, me valió mierda que aun siguiéramos en clases y fui hasta su aula: no estaba ahí, pero sus cosas sí. Sabiendo lo terco e impulsivo que es muy probablemente ya se había ido, dejando atrás su mochila y pertenencias, así que sin permiso del profesor y con todas las miradas puestas en mí, cogí lo que había dejado y salí.

Comencé a caminar y caminar, pasé por la salida de la escuela, no dejaba de pensar en todo, en que hacer o decir apenas lo volviera a ver, ¿Será que sí estaba en su casa? ¿Cómo va a ser su reacción al verme?. Moví repetidas veces la cabeza, negando los pensamientos intrusivos, mierda, el peor día para dejar los cigarrillos en casa.

Finalmente llegué a su casa, antes de tocar me detuve, ¿Y si sus padres estaban enojados? Decidí evitarme problemas e irme por la fácil, en otras palabras, golpear su ventana con piedras.

Cuando la ventana se abrió sentí algo en el estómago, ¿Y si estaba haciendo lo erróneo de nuevo? Respiré hondo y me fijé en quien había abierto, era él, el chico que vivía en mi mente diariamente.

- ¿Q-qué haces aquí? - no logré distinguir su tono de voz, no sabía si estaba emocionado, enojado, triste, o todo a la vez.

- ¿Puedo subir? - abrió sus ojos como símbolo de sorpresa, y luego asintió levemente, dudando cada movimiento que hacía.

Me abrió la puerta principal y caminamos hasta su habitación, estaba un poco desorganizada y con marcadores en el suelo, luego me fije en sus piernas y como tenían palabras escritas, intenté fijarme que decían, pero la maldita miopía lo impidió, volví a alzar la mirada, y joder, la luz que caía por la ventana lo hacía ver tan... Angelical.

- ¿Si tienes en cuenta que eres al último ser humano que quiero ver ahora? - dijo con una mezcla de rabia y tristeza, casi susurrando.

Su voz me ponía nervioso, no, su existencia entera me ponía nervioso, así que solo estiré los brazos para alcanzarle sus cosas, quería decirle muchas cosas, pero sabía que no era el momento, o literalmente todo explotaría.

- Dejaste esto en la escuela - me limité a decir.

Di media vuelta para irme, tal vez en otra oportunidad le decía todo lo que tenía en mente, y mis mil y un discursos que había preparado frente al espejo.

- E-espera - me cogió la mano, joder, como extrañaba ese contacto, tuve que hacer mi mayor esfuerzo para evitar otra erección.

Me volteé y no pude evitar emocionarme por volverlo a tener en frente mío, mirándome, notando mi existencia.

- ¿Por qué te ves tan lindo para mí ahora que estás tan triste? - hablé.

Vi como luchaba por no sonreír, pues el orgullo siempre le ganaba, dio uno, dos pasos hasta quedar en frente mío, acaricio mis mejillas y se acercó lo suficiente a mi cara para sentir nuestras respiraciones chocando.

- Te odio - entonces me besó -. Pero esto no significa que te perdono.

Entonces el sentimiento de culpa me golpeó, me había prometido a mi mismo nunca llorar, y siempre bloquear cualquier tipo de emoción, de lo contrario, merecía un castigo, pues no estaba para esas tonterias de llorar, era como una regla primordial; pero ahí me encontraba yo, llorando por el chico que me estaba besando, ¿En qué momento me había vuelto tan así?

Stuart se apartó y me miró con preocupación.

-¿Qué tanto miras? ¿Me parecí a tu abuela o qué? - Stuart sonrió.

- Me causa gracia que eres el tipo que parece burlarse de homosexuales llorones.

- Cállate.

- Cállame.

Entonces lo volví a besar, pero él me empujó, alguien más había entrado en la habitación, mierda.

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Me disculpo por la larga espera.

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⏰ Última actualización: Feb 05, 2023 ⏰

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