.capítulo catorce.

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Mensaje de Pablo Gavi.

por favor, responde.

al menos dime que estas bien

me preocupo por ti, Dánae.

Ocurre algo?

Dánae, te quiero, pero no puedo permitir que me hagas tanto daño.

Valgo demasiado para que me rompas en dos.

hice algo mal?

Te juro que haría lo que fuese por que me escribieses un "hola".

Dan, me estoy rindiendo.

Estoy borracho, vale?

Te quiero, cabezona.

Perdón por lo de ayer, se me fue la mano con el vodka.

No quería molestarte

No sé que ocurrió para que me trates asi, pero me lo merezco.

Perdóname.

Un mes después...

Posé mis pies sobre la acera, acompañada de Mauro, quien se encontraba a mi derecha.

Arroje mi puro al suelo, aplastándolo con la suela de mi zapato. Su consumo estaba prohibido en el centro y ya era rutina este acto.

Caminamos hacia la gran puerta, donde Luna se encontraba, observando Pinterest en su móvil.

-Adelante- cedió el moreno, abriéndome paso entre los jóvenes-. Recuerde salir cinco minutos antes, hoy vuelve el señor Francisco.

Asentí, adentrándome en el lugar junto a la pelinegra.

-¿Qué tal llevas el examen de economía?-preguntó una vez nos separamos de Mauricio.

Hice una mueca y entramos en el edificio.

-Lo suficientemente bien como para aprobarlo.

-¿Lo has estudiado?- preguntó Luna a mi lado.

Yo alcé los hombros mientras negaba con la cabeza.

-No es uno de mis mayores problemas.

-Pues debería serlo, Elena es una bruja en los controles- dijo Mateo, acoplándose a la charla mientras caminábamos por los pasillos.

Mateo era un amigo de la joven pelinegra. Un chico sensato y alegre. Poseía unas grandes gafas de pasta color negro y un pelo color rojo, adornado con un perfecto mullet, el peinado promedio de España.

Giré mi cabeza para mirarlo y volví a posición.

-He sobrevivido en peores asuntos- respondí neutra, restándole importancia.

-Pero yo no- pronunció riéndose, nerviosa.

.GAVI.

Me adentre disimuladamente entre un grupo de jóvenes, observando a la ojiazul desde lejos.

Era ya hace dos semanas que me rendí y dejé de enviarle mensajes, pues mis actos eran en vano.

Divisaba a la chica moverse a paso ligero por el recinto, obstentando un semblante serio, natural en ella.
También iba acompañada de un chico con el que compartía el mismo color de pelo y que al parecer, estaba bastante cerca de ella constantemente.

Apreté mi mandíbula y me acerque a ellos poco a poco, intentando no llamar la atención.

Mi intención era averiguar la razón de su ignorancia.
Desde aquella mañana, no volvió a dirigirme la palabra y ni siquiera se molestaba en leerme los mensajes.

Huellas En La Nieve |Pablo Gavi| {En Corrección}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora