Capítulo 1

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Apestaba a madera quemada y su visión estaba siendo nublada a causa de todo el humo. Había gritos a su alrededor y espadas chocando con fuerza, provocando el tintineo constante del metal con el cual eran forjadas y que, por alguna razón, le resultaba tan familiar.

Todo era un caos.

El pánico comenzó a crecer ferozmente en su interior. Entonces, se percató de un peso muy peculiar en su mano derecha. Desvió su mirada hacia su costado y vio una espada plateada con grabados azules en su hoja que no podía leer, ni siquiera distinguía el idioma. El mango donde descansaba su mano tenía unos detalles dorados en la punta y en la sección que lo unía con la hoja. Podía ver su propio reflejo en la brillante hoja y notó las manchas de mugre en toda su cara y cuello, su cabello castaño lucía más corto de lo normal, recogido en un moño alto, aunque se le había escapado un pequeño mechón ondulado en su frente. Sus ojos le devolvieron la mirada, incrédula. 

Antes de que pudiera formular la pregunta obvia en su cabeza, escuchó un extraño rugido que le erizó cada vello de su cuerpo. Alzó la cabeza hacia el cielo y una extraña luz la cegó por completo.


Se sentó de golpe en su cama. Se aferró con fuerza a las sábanas con una mano y con la otra se dio un ligero golpe en la mejilla, intentando comprobar que lo que ahora sentía y veía si era real.

»Que extraño sueño«, pensó Kathleen.

Observó el sol que comenzaba a penetrar en su habitación y supo que tendría que pensar en su sueño más tarde. Se dirigió al baño, donde preparo un baño de agua caliente que rápidamente empañó el viejo espejo de aquel cuarto. Aquello le ayudaba a despertar, porque vaya que lo necesitaba. No era la primera vez que tenía un sueño tan extraño en los últimos meses, pero siempre al despertar, le dejaban una sensación ajena a todo lo que estaba a su alrededor. Eran esas mañanas en que Kathleen se sentía rara en su propia piel.

Su abuela ya la estaba esperando abajo, así que se apresuró a secarse y se vistió rápidamente. Cepilló su largo cabello castaño y liso. Lo dejaría suelto un rato mientras este se secaba correctamente para finalmente recogérselo.

Apenas bajar las escaleras se encontraba una pintoresca cocina con muebles de madera y una ventana al fondo desde donde resplandecía toda la luz solar y llenaba de calor el lugar. Como siempre estaba sucia, llena de harina en las encimeras y chispas de chocolate, de colores, cacahuates, trozos de avellanas, fresas, entre otras cosas que también estaban esparcidas por todos lados. El aroma a dulce y pan recién horneado emergía de cada rincón y se impregnaba en las fosas nasales de quien pasaba por el lugar. Nadie podía negar que fuera realmente exquisito y hacía agua la boca. Kathleen, tratando de ignorar todo eso, tomo un mandil y se lo amarró suavemente alrededor de su cuello y cintura.

­­—¡Kath! ¡Ya vamos abrir! —gritó una dulce y cálida voz del otro lado de la puerta.

—¡Voy! —respondió ella.

Empujo la puerta para entrar en la tienda de su familia y la razón detrás del increíble aroma que emergía de su cocina, así como el desastre que la acompañaba. Y es que la mitad de su casa se había convertido en una panadería, con todos los estantes y anaqueles repletos de diversos estilos de panes, todos horneados por las manos de su abuela y ella misma.

Se podría decir que la panadería de su familia era de las más famosas, por lo que siempre había gente que entraba y compraba, clientes frecuentes o nuevos, así que su abuela, Andsha, siempre le pedía ayuda y Kathleen acudía con gusto. Daba lo suficiente para mantenerlas a ellas y a su padre, aunque no siempre podían darse los lujos que les gustarían.

Se acercó a la barra de madera lisa y tallada suavemente donde se encontraba una caja fuerte echa de acero con el dinero de la tienda y un menú de papel pegado al mueble con precios de cada uno de los panes existentes. Su abuela se encontraba contando el dinero disponible, como siempre lo hacía antes de abrir la tienda. Al lado de ella había una foto de su madre fallecida sonriente y con el cabello recogido en una media coleta.

Voluntad de dragón #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora