Introducción

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Los gritos inundaban la sala, las sirvientas caminaban de un lado a otro con el nerviosismo rebosando sus poros. El segundo bebé venía en camino, y la reina Aemma se encontraba agotada, apunto del colapso. El rey Viserys se había llevado a su primogénita a otro lugar, dejando a su esposa sola.

-Vamos mi reina, empuje. -La partera le dice. Si el segundo bebé no salía a la luz en ese momento, moriría asfixiado.-Si no lo hace, el bebé morirá.

La reina, dió un grito desgarrador y con sus últimas fuerzas, empujó. Silencio.

-¿Por qué no llora? Por los siete infiernos ¿Por qué mi bebé no llora? -La reina en ese momento inició el llanto, su bebé había muerto.

-Mi reina. -Esta miro a la partera y perpleja la vió sonriendo. Su bebé falleció y ella sonreía.-Felicidades, es otra niña. -Aemma estiró sus brazos con desesperación, no se lo creía, no lloró, no se oyó un sonido y su bebé seguía viva.

En el momento que la tuvo en sus brazos, fue como si todo desapareciese en un instante, la niña era hermosa, de pelo blanco y ojos violetas, una digna Targaryen. La bebé miro a su madre fijamente, sin expresión, simplemente se acurrucó más hacia ella buscando su calor, y ese simple gesto, para Aemma, fue suficiente para saber que ella, su niña, sería su más profundo amor.

-Naherys Targaryen Arryn.

Tras esto, cayó rendida en sueño.

-Llamen al rey, querrá saber de la segunda princesa. -La partera había quedado maravillada con ambas niñas, mellizas, pero los ojos de ésta, eran un regalo de los dioses ¡Hacía años que no nacía un Targaryen de ojos violetas!

El rey ingresó en los aposentos con la princesa Rhaenyra en sus brazos, esta lloraba y se retorcía en busca de comida, mientras que Naherys solo observaba con atención, como si entendiese algo de lo que pasaba.

-¿Dónde está mi hija?-Preguntó el rey

Todas las personas en el cuarto señalaron hacia donde se encontraba la partera vistiendo al pequeño bebé.

Viserys se acercó con rapidez a esta y miro con atención a su segunda hija, a diferencia de su hermana quién no tenía pelo en este momento, nació con pelo blanco, era el doble de larga que su primogénita y al cargarla notó que pesaba el doble, era grande, y era una Targaryen sin dudarlo, no la miro más, la dejó otra vez en brazos de la partera y se giro hacia Rhaenyra, quien ya se estaba alimentando de un biberón de madera y se fue con ella en brazos.

Éste ordenó a su mano derecha que cuidase de la otra niña en lo que el se ocupaba de Rhaenyra.

Todos, incluyendo a la mano, se quedaron sorprendidos ante la orden del rey, quién no parecía importarle menos su segunda hija.

Otto Hightower se acercó a la matrona y agarró a la niña en brazos, sintió como si cargase a su hija Alicent, que había nacido hacía ya siete meses, por segunda vez. A diferencia del rey, Otto observó con atención a aquella peliblanca, sus ojos lo cautivaron por completo. Con una sonrisa retenida salió de la habitación con la niña en brazos, se la iba a presentar a su Alicent y las cuidaría a ambas, como si tenía que vestir a la Targaryen de verde para hacerlo.

No se imaginaba lo difícil que podía ser cuidar de un dragón.

The Other TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora