II

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"El no nacido"

-¿Cómo ha dicho?.- Se encontraba furiosa.

-El Rey de Desembarco ha planificado un torneo. Su madre, Aemma, se encuentra embarazada del primer varón. -Al pobre hombre le temblaban hasta las pestañas, Sir Hobert lo había enviado a dar la noticia del torneo a su "sobrina" Y no era secreto para nadie el  fuerte carácter de la chica.

-Si mis cálculos no fallan, mi hermano todavía no ha nacido ¿Cómo pueden estar tan seguros de su sexo?. -Aunque la Targaryen estaba hablando para sí misma, el hombre se sentía presionado a responder, tenía miedo, solo le rezaba a los dioses para salir vivo de la sala.-¿Sabe usted dónde se encuentra Sir Hobert?.-El hombre asintió desesperado. -Lléveme ante él, porfavor.-Con un gesto le indicó a la princesa que lo siguiera, mordía su lengua para evitar echarse en llanto, no le había hecho nada malo, temía que la princesa malentendiera cualquier frase que saliese de sus labios y eso le llevase a la muerte. Su tío se encargaba de vengar su nombre ante los que le faltaban el respeto, pero ella, ella era cruel. Los destruía sin atisbo de tristeza, lo había visto con sus propios ojos.

-Hemos llegado mi lady.- Sentía el pecho oprimido.

-Muchas gracias, señor. -La platinada le dió una leve sonrisa y se adentró en la biblioteca donde su tío se encontraba mientras sonreía divertida ante la expresión de terror del hombre.

-Eres malvada. -Escuchó la voz burlona de su tío entre las estanterías.

-No lo soy. -Respondió riéndose.

-Claro, y ese pobre vasallo no se ha marchado temblando.- Se acercó sonriendo a su sobrina con los brazos abiertos. -Abrazame.

Ella sin dudarlo lo hizo, llevaba días sin verlo, lo extrañaba.

-Bien mucho amor ¿A qué venías?. -Dijo Hobert cuando se separaron.

-Me indigna bastante el hecho de que pienses que he venido por algo y no por querer apreciar tu presencia. -Fingió estar indignada poniendo una mano en su pecho. -Pero si, tienes razón he venido por algo.

-Toma asiento. -Presentía el tema del que iban a hablar, y conociendo a su sobrina, iba a estallar en ira.

-Ha llegado a mis oídos, que mi padre va a celebrar el nacimiento de mí, no nacido, hermano ¿Cierto?-Sin esperar respuesta continuó.- Lo que no comprendo, es que llevo años sin saber nada sobre los Targaryen, y lo primero que me dicen es esto. -Al Hightower le parecía extraña la calma que aparentaba la albina.- ¿Hay algo qué me quieras decir?. -Y esa paciencia iba a durar muy poco.

-El Rey Viserys reclama tu persona, tiene la excusa de "Querer pasar tiempo de calidad en familia".-Claro es que Viserys no había dicho aquello, simplemente lo estaba exagerando.

-Es decir... -El Hightower arrastró el asiendo donde se encontraba lo más lejos de su sobrina. -Que después de echarme de mi hogar, negarse a mis derechos como princesa e ignorarme durante toda mi vida como si de un simple insecto me tratase... Tiene la osadía de "reclamar" Mi presencia. -La Targaryen arañaba sus muñecas en un acto inconsciente intentando controlarse.

Miró a su tío, quien estaba alongado hacia atrás mirándola de manera especulosa.

-Bien, iré. -Sin decir más, salió del lugar con dirección a sus aposentos a preparar el equipaje. Formaba parte de la nobleza, si, pero ella misma poseía una manos capaces de hacer las cosas por sí misma.

Sería divertido, pensó al llegar a ésta. Lleva años sin ver a su verdadero padre y él sin verla a ella, se convertiría en su peor miedo, se aseguraría de ello. También quería ver a su amiga; Rhaenyra, y a su hermana; Alicent. Las extrañaba a ambas. Los dos primeros años intercambiaban cuervos siempre, pero al paso de los días menos cuervos mandaba y menos correspondencia le llegaba, así ocurrió lo que más temía; la distancia afecto a su relación. La única persona con la que mantenía una correspondencia estable, era su madre: Aemma. Quien al contrario de Viserys, si la amo incondicionalmente, se encargó de su seguridad desde la distancia y siempre la invitaba a tomar el té por las tardes, le trenzaba el cabello y le enseñaba a hacérselo a sí misma. Sin duda, la presencia de su madre era lo que más anhelaba.

-Me pregunto. -No tenía que girarse para saber que su tío era el que le hablaba. Era el único que lo hacía directamente. -Siendo tu una Targaryen, una princesa, no quieres a tus doncellas para absolutamente nada. -La burla cuando la nombró "princesa" Era notoria, pero ya no le afectaba, es más, ella misma era la primera en reírse de tal título.

-Bueno tío, no es por presumir, pero nadie más hará las cosas por mí como las hago yo misma.- Y tenía razón. Con el tiempo aprendió a desconfiar hasta de su propia sombra, también aprendió que si quería seguir adelante tendría que valerse por sí misma, y depender lo menos posible de alguien, porque eso solo traería problemas. -Aparte, no soy una princesa.

Sir Hobert ya se iba a retirar de sus aposentos cuando lo que dijo su sobrina llamo su atención. La muchacha nunca había negado abiertamente ser una princesa, se burlaba, si, pero no lo negaba.

-Tienes razón, no lo eres.- Antes de cerrar las puertas se giro hacia ella.- Eres un dragón. -Tras esto se marchó.

Naherys se quedó pensativa, siempre le decía lo mismo, más ella no tenía ningún dragón, no había tocado el cielo nunca. Y sentía que estaba muy lejos de aquello. Suelen decir que las esperanzas es lo último que se pierde, ¿qué tan lejos había llegado su decepción cómo para sentirse escasa de ella?.

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⏰ Última actualización: Jul 26 ⏰

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