CAPÍTULO TRES

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Estaba a punto de contestarle pero al girar en una esquina pude divisar mi casa, las luces estaban apagadas. Todos dormían.

Jay estacionó al frente, abrió la puerta para que Leo pudiera bajar a Kim que había vuelto a fingir que dormía.

Mientras, yo trataba de buscar las llaves de la casa en el diminuto bolso que llevaba.

Jay se paró a mi lado y cuando las encontré y estuve a punto de meterlas en la cerradura

Pero me detuvo tomando mi mano.

-¿Me darías tu número?

Mientras formulaba la pregunta entrelazó nuestras manos.

Y yo, obviamente, entré en cortocircuito.

-¿Ah?...- tuve que esperar unos segundos para volver a hablar- Si claro.

El me soltó la mano y me tendió su teléfono. Escribí mi número y me guardé como "Astra" para luego llamarme para asegurarme de tener yo su número.

Cuando se lo devolví Leo ya estaba parado a mi lado pero no parecía impaciente por soltar a Kim.

Jay se hizo a un lado para dejarme abrir la puerta. Tome a Kim entre mis brazos y me volteé para saludar.

Ellos ya habían vuelto a estar cerca del auto, esperando a que entráramos.

-Adiós chicos, muchas gracias.

-De nada Astra.

Leo fue el primero en contestarme antes de entrar a al auto.

Le dediqué una sonrisa en forma de saludo que se borró apenas habló Jay.

-Nos vemos pronto, titi.

Y así se rompió nuestra magia.

-No creo que nos volvamos a ver si vuelves a llamarme así.

Con una sonrisa obviamente falsa me despedí de él y entre en casa.

Me detuve al lado de la puerta y no podía quitar la sonrisa estúpida de mi rostro. Hasta que sentí una mirada clavada en mí.

Era Kim.

Todavía la estaba sosteniendo y ella, claramente, no estaba borracha ni dormida.

-Te gustó el chico eh...

Por su cara pude deducir que disfrutaba decir esas palabras con una lentitud que mataba.

-¿Y qué? A ti también te gusta Leo.

Dije brusca mientras la soltaba. Ella se tambaleo un momento y yo me gire hacia la puerta para cerrarla bien.

Me volví a ella y seguía con su sonrisa de burla.

-Bueno, vamos ya, me muero de sueño.

Me siguió a mi habitación y se encerró en el cuarto de baño. Se dio una ducha y salió envuelta en la toalla.

Se acercó a mi armario y empezó a buscar algo para usar de pijama.

-Si, puedes abrir el armario, búscate algo.

Dije con un obvio tono de sarcasmo.

-Gracias.- respondió ella mientras entraba casa vez más en el armario.

Mientras ella se perdía en Narnia aproveche para darme una ducha yo también.

Salí y me vestí con mi pijama que estaba debajo de mi almohada.

-¿Por qué guardas ahí tu ropa?

-Para no perder tiempo, mientras pueda dormir cinco minutos más, vale la pena.

POR MI Y PARA TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora