CAPÍTULO ONCE

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JAY ROGERS' POV

Astra se fue.

me dejó con la palabra en la boca, estaba a punto de explicarle pero se levantó y se fue, así, como si nada. Ni siquiera miró atrás cuando empecé a, casi, gritar su nombre.

Que grosera.

Sí.

Pero ¿Sabes qué es peor que eso?

¿Qué?

Mentir :D

Mi conciencia está así desde que vi a Astra en esta escuela, me recordaba a cada rato la absurda situación en la que me puse, yo solito, por tontito.

Me resigno ante la idea de poder explicarme en el día de hoy y salgo a la calle donde me espera Leo en mi auto.

Subo al asiento del copiloto y cierro con un poco de fuerza la puerta del auto.

–Mira como te quedó la cara– comenta él–. Creo que sí me pasé un poco.

Cuando estábamos persiguiendo a las chicas para explicarnos...

Re desesperados.

Sí.

... Doblamos en uno de los pasillos; esa escuela parece un laberinto; Leo se resbaló con el aire, así de torpe es mi amigo, y cayó encima de mí clavando su codo en mi bella cara.

Bella dice.

Soy hermoso, qué puedo decir.

–¿Solo un poco?

–Sí, te lo merecías – me contestó mientras encendía el motor del auto y avanzamos por la calle.

Conduce a una velocidad que roza el límite y de vez en cuando se salta algún semáforo.

–¿Por qué estás tan alterado? lo cuestiono, sé que está haciendo un berrinche por el tema de Kim.

–Por nada –me contesta secamente.

–¿Puedes dejar el drama, por favor? es ridículo.

Leo voltea los ojos y suelta el aire de golpe como un ruido de indignación.

–Pues disculpa por sentirme enfadado por lo que me hiciste hacer.

Se refiere a mentirle a Kim.

Resulta que al día siguiente de nuestra última salida, con Astra y Kim, le pedí a Leo que no volvería a contactar con Astra y él empezó a cuestionarme "¿Qué pasó?" "¿Qué hiciste?" "¿Ya no te gusta ella?" "¿Te enojaste con ella"

Y más preguntas del estilo.

–Nadie te obligó a nada.

–¡Pero eres mi amigo, estúpido! –suena aún más indignado.

–Creí haberte explicado por qué hice lo que hice.

–Creí haberte dicho que me parecía ridículo.

–Creí haberte dicho que no me importaba.

–¡Creí haberte dicho que eres un estúpido!

JÁ.

Basta.

No volvimos a pronunciar palabra en todo el viaje de regreso a casa.

***

Leo estaba guardando el auto y yo fui directamente a la cocina donde mamá estaba batallando para abrir una nueva botella de vino, las manchas en sus labios y las botellas vacías que estaban en la mesa hacían notar su estado de ebriedad.

POR MI Y PARA TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora