Río de Sangre.

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Su pecho se movía violentamente agitado, todo estaba perdido, lo único que le quedaba ahora era su propia integridad al borde del colapso en aquella fábrica envuelta en voraces llamas infernales. No podía escapar mientras no se deshiciera del eslavo que no dejaba de disparar buscando asesinarlo de una vez por todas, pero mientras respirase no se rendiría.. así tuviera que arrastrarse como un maldito gusano para sobrevivir.

Los pasos pesados del carmesí resonaban cada vez más cerca pero no intercambiaban ninguna palabra ni siquiera para insultarse, era una caza sin piedad con tiempo limitado pues en cualquier momento les podía caer un pedazo de escombro quemado encima, por lo que solo se centraban en hallar el rastro del otro en aquel lugar en medio de la nada lleno de objetos raros y metales a medio armar cubiertos por enormes mantas que se consumían en el fuego.

Reich tosió sintiendo el molesto sabor metálico muy fuerte en su boca, pero escupió a un lado y siguió ignorando los dos agujeros que bala que tenía en el abdomen, si lograba salir de allí tendría tiempo para regenerarse decentemente, sin embargo el de hoz y martillo ya estaba más cerca de lo que le agradaría saber. Entonces hizo una mala vuelta hacia la derecha y quedó cara a cara con quien exactamente estaba evitando, inmediatamente se lanzó al suelo esquivando por poco la nueva ronda de balas que dieron contra la cosa tras él, la cuál comenzó a hacer un sonido extraño además de encenderse en un vivo cían flúor que le dio mala espina a todos.

—Черт... Toвaриши, немедленно уxодите c mecta! —El ruso miró con fastidio el cuerpo de su adversario que desangrándose intentaba arrastrarse boca abajo sobre el suelo como una rata infeliz, pero supo que ya no lograría escapar de allí.. así que lo dejó sabiendo que era su respectivo final—.

(Mierda.. ¡Camaradas, abandonen el lugar de inmediato!)

Con un leve balbuceo maldiciéndolo, el de ojos esmeralda se giró como pudo para quedar mirando hacia el gran agujero quemado en el techo que le permitiría ver el cielo nocturno, a pesar del calor y el ruido se sintió algo más tranquilo junto a la máquina prototipo en la que habían estado trabajando sus científicos hace casi dos años atrás, el Colisionador de Hadrones.. dejado sin terminar debido a la falta de tiempo y a su poco conocimiento sobre lo que podría causar si erraban en algo, ahora estaba a punto de averiguarlo. Las luces que dejaba escapar esa máquina que a cada segundo aumentaban el sonido eólico aterrador las consideraba bonitas, casi como tener de cerca la Aurora Boreal del Norte, apenas pudo aspirar un poco de aire cuando todo el cielo nocturno se iluminó.

URSS y su gente a pesar de haber llegado lo suficientemente lejos como para no morir calcinados, aún así fueron empujados varios metros por la onda de choque dejando a varios inconscientes o hasta muertos al chocar con tanta fuerza contra algo. Pero al levantar la mirada la fábrica en llamas había desaparecido dejando un gran cráter carbonizado.. solo pudo exhalar sin creerse la magnitud de aquella cosa desconocida que se tragó todo a un radio de casi un kilómetro.

Dritte Reich se esfumó en la faz de la tierra sin dejar rastro alguno, ni siquiera una simple partícula propia.











La canasta llena de hermosas flores coloridas fue dejada sobre una roca al margen del río, recogiendo los bordes de su larga falda caminó con cuidado entre las rocas redondeadas y humedad intentando no caer mientras se acercaba a la figura extraña que por casualidad percibió gracias al balido de una de sus ovejas ante el ser extraño que se encontraba casi flotando sobre el agua.
Doce pasos más y quedó frente a la cosa borrosa y oscura como todo lo demás, pero por la forma notaba que era una persona así que se apresuró a arrodillarse para buscarle el pulso, el cual estaba presente pero débil así que ignorando todo lo demás comenzó a tantear con sus manos hasta llegar a las piernas ajenas y de esa manera poder arrastrarlo a la orilla antes de que la corriente lo hiciera luego. Sin duda se trataba de un hombre mayor con gran altura pues no se notaba gordo pero su peso debía exceder los setenta kilos probablemente… eso le hacía bastante complicado el llevarlo pero perseverancia era algo que le sobraba y no se rendiría ayudando al extraño.

Exactamente dos horas de arduo esfuerzo después pudo dejarlo sobre la vieja cama que solía pertenecer a su difunto abuelo, aunque antes tuvo que desvestir casi totalmente al sujeto para que su ropa mojada no arruinara nada, además de que igual en medio de ello notó que tenía heridas y laceraciones muy extrañas. Cómo dos pequeños agujeros en el abdomen y algo pintado en su rostro indistinguible, pero se centró más en volver rápido con el modesto botiquín de su habitación para comenzar a limpiar las heridas lo mejor que su condición visual le permitía.

Hasta la Hora Cero (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora