Rapuncel, pero con el pelo más corto

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Caminamos unos cuantos metros mientras me agarraba del brazo  como si me lo fuera a arrancar. Cuando se dió cuenta de que estaba demasiado distraída preocupándome por sus víctimas como para mostrar oposición, soltó un poco el agarre. Yo no miraba hacia delante,de hecho, ni me había parado a pensar a dónde me llevaba, tenía la vista fija en la gran esplanada y a medida que nos alejábamos, iba viendo a Andrea convertirse en un pequeño punto borroso, hasta que desaparició completamente de mi vista.

Al notar que nos habíamos parado giré repentinamente la cabeza hacia delante y ví una gran casa rodeada de amapolas rojas. Las amapolas se columpiaban al son del viento, al compás de una música insonora, como si no se percataran de nuestra presencia. Tenían una belleza salvaje y rústica en ese paisaje arbolado, como si fueran semillas de rebeldía entre los arbustos monótonos y comunes. Ni presté atención a la casa de madera que ergía delante de mí, estaba demasiado encantada mirando esas flores rebeldes, tan distraída que tropecé con un trozo  de piedra que sobresalía del suelo.

-Cuidado.-Antes de que me precipitara sobre el suelo el hombre lobo me agarró de la espalda y consigió que hoy no acabara con la nariz rota. Ese breve instante, en el que me desperté del sueño de las amapolas, me sirvió para acordarme que en teoria me habían raptado y que tendía que estar pensando en un plan de escapada. Sentí mariposas(de las malas) en el estómago. -¿Dónde estamos?-El hombre pareció oírme por la manera en la que movió la cabeza, pero apretó el paso sin contestarme. Después de unas quantas zancadas llegamos a la puerta de la casa. Era de madera, parecía de un estilo muy antiquado, pero se mantenía en perfectas condiciones, como todo en esta aldea. Me arrastró con estrépido dentro de la edificación, y por un momento dejé de preocuparme por Andrea y los otros para empezar a pensar en que era lo que me aguardaba. Si me quisiesen matar lo habrían hecho ya, ¿No?

Un escalofrío como un espasmo recorrió mi cuerpo, quise volver a preguntar lo mismo pero me detuve, no me iba a contestar. Cruzamos los pasillos tan rápido que no pude observar bien la casa, subimos las escaleras del segundo piso y nos paramos frente a una de las habitaciones. Él giró el pomo sin problema y entramos en una habitación blanca, aireada, estéril. Sin soltar el agarre de mi brazo me acompañó dentro de la habitación.-Espera aquí.- De repente soltó mi brazo y caminó hacia la puerta del revés, mirándome a mí, como si vigilase de que no me escapara, aunque sabía que no tenía las agallas de hacerlo. Lentamente cerró la puerta detrás suyo y lo oí bajar las escaleras estrepitosamente. 

No cerró la puerta con llave y yo tampoco me atreví a volverla a abrir.

Me precipité a la ventana, desde donde podía vislumbrar toda la esplanada central. Mis compañeros eran ahora puntos que se movían ordenándose en cuatro grupitos diferentes. Me preguntaba que debían de estar planeando esos monstruos perversos.Pero de todas maneras, nadie me querría responder a la pregunta. El segundo piso de esa casa era muy alto, pero mi habitación estaba encarada hacia el oeste, es decir hacia las grandes extensiones de bosque interminable, y no hacia el este, donde a la lejanía se podía distingir los edificios de Strowkhom. Ahora que estaba encerrada tenia mucho tiempo de pensar, pero no tuve fuerzas para imaginarme a lo preocupada que estaría mi família cuando les dieran la notícia de la desaparición de todo el alumnado del colegio. Miré la cama blanca a mi lado, ni siquiera sabía si esta habitación era para mí, pero decidí estirarme en sus sábanas blancas, las cuales no desmonté por si acaso. De esa manera cerré los ojos, y agotada por el día horroroso me dormí en un sueño pesado y lleno de pesadillas.

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Empecé a notar los rayos de sol mañaneros soplándome en la cara, pero no me quise despertar. Apreté los párpados fuetemente deseando no despertarme en aquella verdad desgarradora, que igual, podrá ser peor a mis pesadillas de aquella noche. Mi cerebro seguía entumecido cuando empecé a oír pasos retumbar torpemente en el pasillo, oí susurros y deseé con todas mis furzas que pasaran de largo de mi habitación. Pero no tuve esa suerte.

Escuché la puerta chirriar levemente y mi cuerpo se immovilizó en acto reflejo. Intenté aguantar un rato así, immóvil, haciendo ver que estaba dormida, tenía mucho, mucho, miedo. Finalmente, la curiosidad me traicionó un poco y entrabrí un ojo y me encontré al segundo al mando asomando la cabeza por la puerta. Enseguida se dió cuenta de que estaba despierta y para mi sorpresa, únicamente levantó las cejas a modo de saludo sin perder su gesto serio.

-Hola, me llamo César.- El moreno pasó por la puerta y dió unos pasos dentro de la habitación, y yo abrí los hojos completamente sin acabar de procesar lo que había dicho. Después de que se presentara me incorporé en la cama sin atraverme a mirarlo. Me había dicho su nombre. No lo entendía, pero tampoco quería bajar la guardia.-Y tú, ¿Cómo te llamas?.-Lo miré incapaz de responder, no sabía que decir para salvarme, así que lo único que hice es asustarme aún más y retroceder en la cama.- Debes de estar muy  confundida, pero no me tengas miedo, nadie de aquí tiene intención de dañarte.- Lo miré con los ojos como platos, pero a la vez, con alivio. No sé porqué, pero de alguna manera le creía, aunque seguía teniendo miedo.-Zack nunca fue bueno con las presentaciones.- Dijo intentando esbozar un a sonrisa linear.-¿Z-z-ack?.- Respondí inseguramente sin pensármelo mucho. Sinceramente por ahora me importaba un pepino quién fuera él o Zack, lo único en lo que estaba pensando mi mente era en dónde habían aprisionado al resto de mis compañeros y qué hacía yo sola aquí.- Ven y te lo presento. Debes de tener hambre, vamos a comer algo.

No hice ningún ademán de levantarme, aún seguía en shock, pero el hombre por lo menos había dejado de aterrarme. Al ver que no me levantaba, se acercó hasta mí y me cogió levemente del brazo y la esplada. Me ví obligada a levantarme y pisé el suelo con los zapatos que no me había sacado ayer por la noche.-Vamos.-me estiró del antebrazo y conseguimos travesar la puerta sin que me tropezara por el leve temblor que me recorría el cuerpo. 

Esta vez pude observar la casa mejor, por dentro era toda blanca, sin más.Las escaleras que llevaban al segundo piso eran de la misma madera rústica que las paredes de la casa, pero parecía más barnizada y limada. Cuando terminamos de bajar los escalones, me conduce a la cocina, la cual tiene tapizos de colores cálidos bonitos con detalles de oro y las encimeras están hechas de marmól blanco y madera. La mesa que aguarda en el centro de la cocina  no es muy grande, probablemente no caban más de cinco personas y ya está preparada con un montón de comida. No me fijo en el desayuno, (o comida, no sé hasta qué hora he dormido) porque en la estancia me aguarda el cabeza de los hombre-lobo. El chico se muestra inexpresivo y se aparta para dejarme pasar con inquietud.

-Zack, ¿no vas a decir nada?- Quien dice llamarse César intenta sonsacarle alguna reacción a su compañero. Me fijo en la familiaridad con la que le trata, casi repróchandole como un padre por no hablarles a los invitados, excepto que yo no soy ningún huésped. "Zack" mira con los ojos como platos a su amigo y se queda un rato en silencio.-Tío, porfavor.-Mientras que pronuncia esas palabras, veo a "César" esbozar una sonrisa cómica de vergüenza ajena. Esta vez, consigue que el otro hable.-Soy,  soy Zack.-el chico balbucea algo que prácticamente no oigo.-Ya, eso creo que ya lo sabe.-dice el beta con ironía. 

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⏰ Última actualización: Jun 10 ⏰

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Luz de Luna (primer tomo: Silencio sepulcral)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora