Camila Colucci; una chica con nacionalidad Argentina pero que vivió en España desde muy pequeña por un asunto que no le gusta hablar demasiado.
Ella es hermana de Mia Colucci e hija de Franco Colucci. Con ninguno tiene una relación muy buena. Ya que...
Mierda. Mi hermana se estaba acercando a nosotras, se va a liar una buena.
—Hola, soy Mia Colucci y paso a tercer año. —cuando se presentó, Marizza me miró y la señaló. Yo asentí, entendiendo a lo que se refería.
—Ay, yo soy Sonia Rey. Ella es mi adorada hija: Marizza Pia Spirito. Marizza saluda a las chicas tan simpáticas. —dijo sonriendo, y dándole con el hombro a Marizza para que saludara.
—Hola, hola. —saludó, con disgusto.
—Bueno, ¿porque no te quedas un ratito conversando con ellas? Que yo voy a ir a ver al director. Si mi amor. —Marizza la miró para que no se fuera, pero al parecer Sonia no entendió y se fue igual.
—Ah, hola Camila. No te había visto. Permiso. —me empujó con la cadera. Ufff yo a esta la mato. —Tu mamá te debe de odiar mucho para ponerte esa ropa ¿no? No te preocupes, esta noche hacemos un fogata y la quemamos toda. Yo te voy a prestar ropa como la gente, mi vida. —le preguntó a Marizza. Vale ahora la quiero matar dos veces.
—Y también tiene que ir a la peluquería, necesita un cambio de look. —me lo esperaba de Mia pero no de Feli. La miré con mala cara.
—¿Está es tu hermana? —me preguntó Marizza. Yo asentí con asco. —No tanto como ustedes un cambio de cerebro, ¿eh? —ayy que orgullosa estoy de llamar amiga a esta chica. Aunque nos hayamos conocido hace poco.
Abrió su refresco y lo colocó entre la ropa de Feli. Yo intenté no reírme, ella se metió con Marizza, ahora que se joda.
—Pero, ¿que hacés nena? —le dijo mi hermana, histérica.
—Bueno, redondito, verde. Lo más parecido a un tacho que encontré, perdón. —cogió el refresco y se disculpó falsamente.
—A mi amiga no le hacés eso, ¿sabés? —uyyy creo que me toca.
—Tranquila hermanita, que para ti también. El refresco te combina perfecto con tu rubio teñido. —le cogí el refresco a Marizza y se lo derramé en el pelo. Ella empezó a transpirar y quejarse como la drama queen que es.
Cogí de la mano a Marizza y nos fuimos riéndonos a carcajadas.
—Eso estuvo buenísimo, te felicito. Te ganaste el puesto a mi mejor amiga. —me dijo Marizza, sacándose las gafas.
—Lo mismo digo. Y es un halago ser su amiga, su majestad. —hice una reverencia exagerada. Y nos seguimos riendo.
Entré a la habitación de mi hermana hueca. Y al parecer estaba más loca de lo que yo pensaba.
—No me importa estar sola. No me importa estar sola, estoy barbara, explendida. Todo bien. —habló sola, mientras subía a su alcoba de princesita.
—Tú sigue repitiéndote eso y ya verás como se te queda. Pensé que no estabas tan loca pero me equivoqué, hasta hablas sola. —dije burlándome, mientras me sentaba en uno de sus puf rosas.
—Callate nena, estoy meditando. ¿Podrías no molestar por una vez en tu vida? —dejó caer sus manos en el puf donde se sentaba, molesta.
Yo le saqué la lengua y le imité, graciosa.
—Sos una infantil, ¿sabías? —me dijo levantándose,para mirarse en el espejo.
—Habló la que se queja por que su papi no le presta la suficiente atención. —hice un puchero falso, acercándome a ella.
—Vos también estás molesta con papá, así que no te hagas la superada. —me señaló.
—Puede ser, pero lo mío es por diferente cosa. Mimada. —moví la cabeza, en lo último, burlona.
Rodó los ojos y siguió mirándose al espejo. Escuché una puerta abrirse y una voz.
—Permiso, Mia. —habló Gloria.
—Ay Gloria. No hace falta que me pidas disculpas eh. Lo único que te pido es que la saques de mi cuarto. Por que esa ropa me hace mal a la vista. —bajó las escaleras mi hermana, como si fuera una modelo. Esta chica es más pija, no la soporto. Yo como cotilla que soy me asomé para ver de quien hablaba.
—¿Marizza? —bajé corriendo, y le di un abrazo.
—¿Qué haces acá? —nos preguntamos al unísono, para luego reír y hacer nuestro saludo inventado. (es el que siempre hacen Marizza, Luján y Luna.)
—Mia. Marizza se va a quedar acá mientras su madre habla con el director. —le reprochó y explicó Gloria.
—¿Por qué acá? ¿No podría ser en el cuarto de mi hermana, la grasita? Así se complementan. —uii yo esta la mato, me acerqué pero Marizza me cogió del brazo.
—Porque, casualmente, este va a ser su cuarto si la admiten. Permiso. —yo me reí por la reacción de mi hermana.
—Me voy a morir. —dijo dramatizando todo.
—No es para tanto hermanita. Ella es una muy buena chica. —le dije, mientras saltaba en la cama junto a Marizza.
—Desde ya te aviso que en este cuarto no te vas a quedar. —la cogió del brazo, ignorando mi comentario. —Y en este colegio tampoco. No aceptan a gente como vos. Es de otro target sabés, linda. De buena onda te lo digo.
—Sí de buenísima onda se lo decís. —imité su acento argentino, bastante exagerado.
Marizza rió. —Quedate tranquila, porque no me voy a quedar en este colegio, me olvidé vacunarme contra la estupidez crónica. Y cuando me toque a mi hablar con el director, te aseguro que no me van a dar la vacante. —se frotó las manos como si fuera la mala de una película. Yo la miré un poco raro.
—No, no. Ni lo dudes. —giró su pelo, e hizo que chocara con nuestras caras.
Yo la imité, graciosamente. Mientras Marizza se quedaba en el sitio con una cara de mierda y seguía viendo las súper nenas.
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—Cami, tu hermana es insoportable. —se tiró de espaldas, en mi cama.
—Lo sé, he vivido con ella demasiado tiempo. —me tumbé junto a ella.
—La verdad no te pareces nada a ella. Tú si eres buena onda. —se giró a mirarme.
Le quité las gafas y me las puse. —Gracias mi buena amiga. —nos reímos de lo mal que me quedaban la gafas y seguimos hablando de cosas triviales. Para conocernos mejor.
Ella es diferente a los demás. Ella sí será una buena amiga.