Si alguien, en algún momento te pregunta ¿cuál es tu precio? ¿cuál sería?
Hay personas que no tienen problema en responder esa pregunta, hay otros que hasta conocen perfectamente su tarifa por hora, pero hay otros como yo que siempre estuvimos conve...
Justo antes de la pandemia, mi mejor amiga y socia, decidimos invertir en nuestro propio negocio. Metimos todos nuestros ahorros en un local de moda y alta costura en uno de los centros comerciales más exclusivos de la ciudad.
Podrán imaginar el resultado cuando estallo la noticia del bicho ese y luego avisaron de una prolongada cuarentena. Sin siquiera abrir, terminamos en la ruina pagando las multas por incumplimiento de pagos y los abogados cobrando intereses. Directo en la bancarrota.
Lo único que se salvó, fue un montón de ropa que aún no habíamos llevado de nuestras casas para el almacén. Tratamos de venderlas online, pero no había mucho mercado para eso, la gente estaba más preocupada en sobrellevar lo del covid, además ¿para qué comprar ropa si ni vas a poder salir de casa?
Lo peor es que nos tocó usar un nombre distinto, algo que no nos conectara con el anterior o de inmediato los chupasangres de abogados que teníamos encima seguro también nos iban a embargar lo que ganáramos ahi.
A pedalear de nuevo en redes sociales, crear una nueva marca, ahora éramos una más de los millones de personas que se volcaron a hacer sus negocios de forma virtual. Pagamos la novatada, todo lo que invertimos en publicidad no dio buen resultado.
Las cuentas no paraban de llegar y con las tarjetas de crédito al tope no tuvimos más opción. Entregar carro y apartamentos a los bancos, pero lo más difícil fue pedir asilo en las casas de nuestros padres. Que duro es volver así, derrotadas con el rabo entre las patas, a que te digan "se lo dije", "eso era mucho riesgo" y demás cantaletas que prefiero no detallar.
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