Capítulo 27

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Cuando Taemin llegó a la casa en la que se suponía que debía estar MinHo, ya era tarde en la mañana. Ya no tenía resaca, pero estaba cansado y malhumorado después del vuelo nocturno y luego del vuelo de Roma a Sicilia. Afortunadamente, el aire fresco de diciembre lo hizo sentir mucho mejor. No hacía tanto frío como en Seúl, pero el aire era refrescante y la vista era asombrosa. Era un lugar tan hermoso, la suave brisa marina agregaba un toque de sal al aire vibrante.

Taemin respiró profundamente, mirando hacia la gran casa blanca en la colina, antes de caminar hacia la puerta, las ruedas de su maleta hacían mucho ruido sobre los antiguos adoquines. Podía ver a los guardias de seguridad observándolo cuidadosamente mientras se acercaba, pero afortunadamente, no dispararon en el acto, algo de lo que había medio temido.

Uno de los guardias se adelantó con una mano en la pistolera y dijo algo en italiano. ¿Su tono era amenazador? Taemin se aclaró la garganta. —Hola. Me gustaría hablar con Lay si está aquí.

El hombre frunció el ceño, pero sacó su teléfono. Dijo algo, Taemin realmente necesitaba aprender italiano uno de estos días, y luego le dijo a Taemin en un Coreano con mucho acento:

—Espera aquí.

Así que esperó. Después de lo que pareció una eternidad, Lay salió por la puerta. Su rostro estoico cambió cuando vio a Taemin, aunque Taemin no lo conocía lo suficientemente bien como para juzgar si era un cambio malo o bueno. —Hola, —dijo Taemin, sintiéndose incómodo cuando de repente recordó que la última vez que vio a Lay, el tipo había comprado un ungüento para su dolorido trasero. Hablando de incómodo.

—Hola, —dijo Lay, sus cejas se juntaron. Había cierta cautela en su lenguaje corporal, como si Taemin fuera el peligroso con el arma entre los dos. Lay miró la maleta de Taemin. — ¿Qué estás haciendo aquí?

—Quiero verlo. Diles que pueden confiar en mí para entrar.

Lay le dio una mirada plana. —¿Se puede confiar en ti?

Taemin siempre había tenido la sensación de que Lay no aprobaba precisamente la relación de MinHo con él, y esto lo confirmaba. —Puedo serlo, —dijo Taemin, mirándolo a los ojos. —Aquí estamos del mismo lado. No necesitas protegerlo de mí.

Lay lo estudió durante un largo momento, su mirada ilegible. —Podrías haberlo llamado y decirle que estabas aquí.

—Quiero sorprenderlo, —dijo Taemin. Era sólo una parte de la verdad. Tenía miedo de que MinHo se enojara y lo rechazara, no queriendo estar asociado con él tan abiertamente. Después de todo, no se suponía que los pequeños secretos sucios caminaran hasta su casa en medio del día.

El rostro de Lay seguía siendo de piedra.

—Por favor, —dijo Taemin. No fue fácil para él. No era una palabra que usara a menudo. Afortunadamente, pareció funcionar: el rostro de Lay se suavizó un poco.

—Vamos, —dijo secamente y les dijo algo a los guardias en italiano. Taemin corrió tras él, observando su entorno. Esta villa era majestuosa, pero al mismo tiempo parecía más cómoda e íntima que la de Tivoli. Había una cierta cualidad que le robó el aliento a Taemin. Era tranquilo aquí. Hermoso pero salvaje y solitario. Los jardines aquí no estaban cuidados a la perfección.

—Es su casa, ¿no? —Taemin dijo, mirando el estanque quieto.

—Es su principal lugar de residencia, sí, —dijo Lay. —Él no entretiene a invitados y familiares aquí. ¿Cuánto tiempo te vas a quedar?

El estómago de Taemin se contrajo. —Todavía no lo sé, —dijo. —¿Por qué lo preguntas?

—Necesito saber cuánto tiempo estará distraído del trabajo, —dijo Lay, burlándose.

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