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La tienda "armonía perfecta" Estaba dirigida por su abuelo Julio, alguien simple, con amor por la música y por todo lo que le rodea a esta, aveces el simplemente ver las partituras con las notas musicales sin más le generaba alegria. Él podía escuchar la melodía en su mente y era increíble, de joven solía componer y tocar en las calles por pura pasión, también en bares de la zona donde tenía fijo que ganaría algunos pesos.

Con aquel dinero arreglo la tienda en todo momento y con el dinero que ganaba con esta, cuidaba de su familia.

Julio tenía un hijo también, el cual también había desarrollado ese amor por la música; pianos, guitarras, flautas, etc. No había instrumento que no supiera tocar y no era de extrañar que también le tomara cariño a ese local de música y a la profesión, si se podía llamar así.

Su padre paso a ser el dueño cuando su abuelo se júbilo y él se empeño a que su único hijo tambien tuviera esa relación especial que tuvo él cuando niño por la muscia.

Al inicio lo logro, pues su pequeño se mostraba alegre rodeado de instrumentos y en él local escuchando música junto a él, mientras hablaban de cosas sin importancia. Eso fue hasta que cumplió trece.

Nicolás sin duda prefería estar en cualquier lugar que no sea esa tienda, no iba a negar que recordaba buenos momentos en ella, pero sin duda no quería pasar sus tarde allí luego del colegio.

Estaba empezando la secundaria cuando se los dijo a su padre, a lo que él solo le dijo que era cuestión de tiempo para que le tome el verdadero gusto y que de igual forma tendría que ir, porque necesitabas de su ayuda para cosas en el lugar.

Recuerda sus tardes de cinco a once de la noche sentado en un banco frente a la caja registradora, también aquellos días de verano donde lo único que agradece, fue que su padre pusiera aire acondicionado y una tele para matar el rato. Porque nadie iba al local con treinta de térmica.

Su vida fue así hasta que empezó quinto año donde bueno, tendría que seguir yendo al local, pero pondría un límite claro a su progenitor.

Era una tarde cualquiera y como siempre, estuvo con su tarea en la caja, era apenas la primera semana de clases y ya le habían dejado tarea en casi todas las materias. No le molestaba, pues siempre lograba hacer las cosas en su mayoría en clase o por lo menos empezar estas. También debía ser realista y prefería estar haciendo tarea antes que ver a la mosca frotándose las manitos frente a él.

Aún hacía calor pues aún estaban empezando el mes de marzo y sin duda un sábado por la tarde nadie se digna a salir.

Miró al frente y noto como el único señor que estaba caminaba a la salida sin nada en mano, pensó que minimamente se llevaría el disco por el cual pregunto hace aproximadamente unos tres minutos atrás. Pero no.

Nicolas suspira, cansado y suelta el lápiz con enojó, quería irse a su casa y posiblemente hacer lo mismo que en la tienda, nada, pero por lo menos estaría haciendo nada en su cama con su perro sobre él.

Miró su móvil con aburrimiento, leyendo los mensajes del grupo del colegio y río al ver como su amigo Paulo pedía por enésima vez la tarea porque no había llegado a copiar el pizarrón.

La campana volvió a sonar, saludo en voz alta sin mirar, pero escuchaba más de una voz hablar bajo, levantó un poco la vista del celular, notando que eran un grupo de tres personas que buscaban entre las góndolas algo en particular.

No les dio mucha importancia y volvió a tomar el lápiz dejando su celular aún lado, poniendo toda su atención nuevamente en el ejerció de matemáticas en su hoja, en la cual no entendía un corcho porque era horrible con los números.

Estaba seguro que estaba asiendo todo mal, pero minimamente entregaría en tiempo y forma la tarea. Eso apreciaban los profesores, no?

-Disculpa

-Si, decime

-La respuesta es negativa no positiva y necesito cuerdas de guitarra eléctrica, porfavor

Nicolás miró al chico, era un poco más alto que él, mechas teñidas de rubio y una cara de que si lo ves en una moto cerca tuyo, pensas que te afanan y luego a su hoja inevitablemente, notando como estaba haciendo todo el cálculo combinado mal. Cerró su carpeta con vergüenza y se levantó de la silla para buscar las cuerdas en la parte de atrás.

Como se podía confundir con la regla de los signos aún y encima se lo hizo ver un cliente, no haría más tarea de matemáticas en el trabajo sin duda alguna. Peor aún, él estaba en la caja, debería poder hacer cuentas.

Tomo la caja de las cuerdas, sacando cuatro de las marcas con las que trabajan y las llevo en frente, donde estaban los tres jóvenes ya allí. Las puso frente a ellos.

-Estas son todas, si necesitas una marca en especifico puedo ver si tengo de esa atrás -explicó apoyándose en el mostrador- algo más?

-Sí, la batería roja Mapex que tenes atrás, cuánto esta?

-Cuti, ya tenes una, para que queres otra hermano

-Es una consulta nada más Ota, nadie te dice nada por tus miles de bajos

Miró a ambos sin saber muy bien dónde meterse, en verdad para que querías saber el precio de algo si ya lo tenias, sobre todo si era de una batería que eran bastante caras.

El chico que estaba mirando las cuerdas tomó unas y le pidió que se las cobrará, Nicolás agradeció porque ya no se estaba fumando el griterío de un cordobés que era descansado por alguien de capital.

No se había percatado como los tres muchachos llevaban cada uno un estuche de instrumentos en la espalda. Con razón se quedaron plasmados viendo los discos y parlantes, son músicos.

-La batería Mapex esta 195 -Comentó ya cansado de escuchar a los dos chicos y entregándole la bolsita con las cuerdas al otro- Gracias por comprar, vuelvan pronto.

Con mala onda sin miedo lo dijo, y solo reza que no vuelvan pronto, o al menos no juntos, porque no se fumaria otra vez el quilombo que armaron entre amigos por la consulta de una batería.

La tarde paso volando, al igual que su fin de semana, en un abrir y cerrar los ojos ya era lunes por la mañana, estaba en su banco, que compartí con Paulo, el cual le estaba copiando la tarea de biología porque obviamente, nadie se la había pasado como pidió por el grupo.

La clase se suponía que había empezado, pero a su profe poco le importaba porque no paraba de hablar de su fin de semana con unos de sus compañeros, los cuales siempre le sacaban tema para perder unos minutos.

Paulo terminó de copiarse, le devolvió el trabajo y procedió a abrazarle agradeciéndole más de un vez por ser su mejor amigo y que lo había salvado. Algo que ya era costumbre entre ellos. Luego Nico le pedirá la tarea de matemáticas sin duda alguna.

Cuando la clase estaba empezando y el profe ya estaba explicando algo, tocaron la puerta y abrieron.

Su preceptor entró junto a alguien.

Quién se cambiaba de colegio en su último año? Encima empieza tarde las clase. Pensó mientras escuchaba a su prece hablar y presentar a su nuevo compañero, quien se sentó atrás de él y Paulo.

Dybala era sociable, no le caiga mal nadie y todos lo querían, por lo que ni bien el nuevo sentó el culo en la silla, él se dio vuelta para presentarse y hablarle un poco.

La conversación entre el nuevo y su amigo no le podía importar menos, hasta que claro le nombraron.

-El es Nicolás un copado bárbaro

-Paulo copia porque no te voy a pasar nada -Volteando a ver a su amigo quien cuando miró al pizarrón casi le da un infarto por la cantidad de cosas que copio el profe

-Vos sos el de la casa de música de casualidad? -La lapicera toco su espalda

Nicolás se volteo asustado, mirando a su nuevo compañero, haciendo memoria de la gente que había ido el finde al local. Casi le da algo al reconocer las mechas rubias en el pelo y la cara de chorro que tenia el contrario.

-No sé de qué me hablas

-Lisandro, las cuerdas que me vendiste son muy buenas

Nicolás quería que lo trague el piso.

Cuerdas de guitarra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora