Capítulo 2: 12 Years Later

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2. 12 Años Después

Alden Evans estaba de pie junto al fregadero de su casa de dos dormitorios, lavando los platos mientras miraba por la ventana. Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver a su hijo de once años recoger un gran montón de hojas. Se suponía que estaba limpiando el jardín, pero aunque ya había hecho cuatro montones, el jardín no parecía mucho más despejado.

Después de juntar el montón de hojas, volvió hacia la valla. Dándose la vuelta, se quedó mirando el montón con expresión seria. Corriendo hacia delante, saltó por los aires y descendió entre las hojas, recordando a Alden la forma en que se dispersan las plumas cuando se rompe la costura de una almohada. Las hojas se esparcieron por todas partes, pero su hijo las contempló con una sonrisa radiante.

Su precioso Cadfael parecía feliz y sano bajo el sol de finales de agosto, con los ojos brillantes como joyas y vivos de risa. Alden se sacudió el pelo rubio sucio y terminó de fregar los platos, secándose las manos largas y delgadas en una toalla antes de salir al patio. Puso una mirada severa en su rostro y dijo con seriedad: -Ahora que has construido cinco montones y esparcido hojas por todas partes, es hora de irse. Podrás terminar tu tarea después de comer".

Los ojos de un intenso azul verdoso se ensancharon y Cadfael le miró con culpabilidad. Alden resistió una sonrisa, el chico tenía un aspecto irresistible con unos trozos de hojas en el pelo de un rojo tan oscuro que casi se perdían en las suaves y onduladas trenzas. Cadfael ensanchó un poco más aquellos expresivos ojos y Alden juraría que vio que le temblaba un labio.

No, se dijo con firmeza. No cedas a la cara de cachorro. Claro que se le da bien; eso no significa que pueda salirse con la suya.

"Cadfael Sirius Evans" -dijo con severidad. La humedad brilló en aquellos ojos y aquel maldito labio tembló un poco más.

Hizo lo único que podía hacer ante aquella mirada. Cedió, total y completamente. Agachándose, miró a los brillantes ojos de Cadfael y suspiró. "Está bien, lo harás mañana".

Cuando Cadfael sonrió alegremente, se apresuró a añadir: "Pero yo te ayudaré para que realmente las hagas mañana".

"De acuerdo, papá", murmuró Cadfael con su voz dulce y clara.

"Ahora deshazte de esos ojos de cachorro y deja que te quite las hojas del pelo".

Cadfael se levantó de un salto, moviéndose con tanta facilidad que no pudo evitar envidiar los suaves movimientos de su joven hijo. Volver a tener once años... Alargando la mano, arrancó unas cuantas hojas del sedoso pelo de su hijo. Riéndose, le dijo: "Parecía que te lo estabas pasando bien. Recuerdo cuando saltaba entre las hojas en Hogwarts, cerca del lago. Es mejor cuando están bien secas, si no, no crujen".

Cadfael soltó una risita clara y feliz. "¿Recuerdas cuando saltaste en aquel montón de hojas cuando yo tenía cinco años, papá? ¿Las que estaban mojadas?"

Alden Evans, conocido en el mundo mágico como Harry James Potter, gimió con exagerada exasperación. "¿Te refieres a las que se me pegaban por toda la ropa?

Su hijo se echó a reír y añadió: "El chirrido que hacían al aterrizar era gracioso, papá".

"¡Apuesto a que sí, diablillo! Juro por Merlín que sabías que estaban mojadas -gruñó Harry burlonamente.

"Bueno..." dijo Cadfael con una sonrisa inocente, "puede que alguien les echara un poco de agua antes de que salieras".

Harry miró boquiabierto a su hijo y luego se echó a reír. "¡Pequeño chivato! Sin duda eres el nieto de un Merodeador. Apuesto a que harás que tus profesores se pongan blancos en vez de grises".

La Canzone de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora