Capítulo 1: Invocación.

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Una tiza roja y una blanca, cinco velas blancas, una hoja con el ser a invocar y una gota de sangre del invocador. Sonaba a esas historias de demonios los cuales contaban en el patio de la Iglesia para asustar a los niños. Marina, una estudiante universitaria de 20 años, estaba comprando todo eso en un supermercado que había a pocos minutos de su casa. Ella no creía en la magia y menos en los Dioses, pero su compañera de piso estaba muy insistente con querer invocar algo esa noche. Como era Halloween todo estaba decorado, incluso la cajera del super estaba disfrazada. Tras suspirar por quinta vez desde que entró, consiguió todas las cosas y fue a pagar.

- ¿Vais a hacer algún plan chulo esta noche? - dijo la cajera, parecía joven, quizás tendría tres años mas que Marina.
- No, mi compañera quiere hacer una invocación por Halloween...- Le respondió, siguiéndole el rollo, parecía maja la chica así que no fue incomodo aquella pequeña conversación que tuvieron mientras pasaba los productos y algunas cosas más para después cenar y ver una peli.
- A mi me daría mal rollo, es la noche de Halloween, quizás pase algo que malo... Ten cuidado. - Aquel comentario la dejo algo extrañada, pero luego supuso que era por hacer el tonto. - Serán 15 euros con 83 centimos.

Marina pagó y salió con una bolsa hasta arriba de cosas, quizás debería de haber pedido otra más, pero ya era un poco tarde. El cielo ya estaba oscuro y las farolas encendidas. Si mirabas al cielo apenas podías ver estrellas debido a la contaminación lumínica. Ah, las estrellas, era quizás lo que más le gustaba en este mundo, además de su compañera de piso. Porque claro, Marina le hacia todos esos favores por algo, porque se había enamorado de ella desde primer curso. Fue un milagro que coincidieran en el mismo piso.

La calle empezó a estar mas llena de gente disfrazada, padres y madres con niños en busca de dulces y gente que se iba de fiesta. Esto la incomodó un poco pero aprovechó que había empezado a refrescar para ir más rápido y llegar antes a casa.

- ¡Rina! ¿Has traído las cosas que te he pedido?- Nada más abrir la puerta del piso apareció una chica algo bajita y de pelo tintado, de un azul claro, era la compañera de piso de Marina. Llevaba una túnica extraña que la cubría entera, ya estaba lista para invocar lo que fuera.
Le arrebató entonces la bolsa y se puso a repasar la compra.

- No sabía que había que llevar túnica para invocar.- Le dijo Marina mientras dejaba las llaves en la mesita que había al lado de la puerta. Sacó entonces un llavero extraño, era como una pequeña esfera de color rojo oscuro. La miró algo descolocada , pues ese llavero no era suyo, quizás era de su compañera. - Oye, Noe, esto es...

- ¡Te has olvidado de las tizas, Rina! ¡Son lo más importante!- La interrumpió de repente, rebuscando las tizas en la bolsa de la compra

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- ¡Te has olvidado de las tizas, Rina! ¡Son lo más importante!- La interrumpió de repente, rebuscando las tizas en la bolsa de la compra.

- No tenían en el super, Noe.

- ¡Pues las necesitamos! ¿con que vamos a dibujar el circulo de invocación?

- No creo que le haga gracia al casero que le pintemos el suelo...

Iba a quitarse el abrigo pero su compañera la miró con ojos de cordero, esos ojos lagrimosos que no podía resistir. Suspiró y cogió de nuevo las llaves de casa, se guardó el llavero extraño, luego le preguntaría.

- Iré a por las tizas, pero este es el último favor que te hago, que encima lo estoy pagando con mi dinero...

- ¡Gracias Rina! ¡Eres la mejor! - Como siempre, le interrumpió y la abrazó, dandole un besito en la mejilla. - Corre antes de que cierren las tiendas, y no vuelvas sin las tizas.

La puerta se cerró en su cara, quizás estaba siendo demasiado tonta, siempre hacia lo que pedía Noe, incluso le hacia recados a sus amigos, sin ser los suyos. Pero no podía hacer nada, ¿no? Había sido así desde pequeña. Tampoco había hecho nada para impedir esto.

Había empezado a llover cuando ya estaba a punto de llegar a la tienda. Solo tenía que cruzar la calle y ya estaría. La gente estaba un poco nerviosa porque estaban mojándose de repente, pero lo que Marina no se esperaba es que un grupo de chicas la empujaran al pasar rápido tras ella, echándola a la carretera y de repente... Oscuridad.

No podía ver nada, solo escuchar. Escuchaba gritos, de angustia y de horror.

- ¡Se ha cruzado! ¡No ha sido mi culpa!

- Oh Dios mío, ¡llamad a una ambulancia!

- ¿Pero ha saltado en frente del coche?

Se sentía frío, pero su cabeza ardía. No sabía que había pasado.

- ¡La ambulancia ya ... !

- ...

- ...

Y de repente, silencio... Su vida había terminado, Marina había muerto.

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Hay Dos Almas en la Princesa. (Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora