Una luz roja surgió de la oscuridad. Marina llevaba en esa espacio infinito lo que ella creía que eran días, casi estaba perdiendo la noción del tiempo. Aquella luz era cálida y por alguna razón le estaba llamando. Cuanto más se acercaba a ella mas podía escuchar y ver, era una figura en una túnica, haciendo un círculo de tiza y encendiendo velas.- ¿Noe? ¿Eres tú? ¡Noe! - Marina gritó con todas sus fuerzas. Quizás era ella intentando llamarla desde su piso, quizás se había enterrado del accidente de coche y la estaba invocando.
"Oh Noe" Pensó. "Realmente si que te preocupas por mi. Me tienes aunque sea un poco de cariño, lo sabía."
Si Marina supiera lo que estaba pasando en su mundo, lo que pensaba su querida compañera de piso en estos momentos, se le rompería el corazón.
Estiró la mano, intentando acercarse a la figura encapuchada, le estaba costando, para que mentir, era como si algo tirase de ella desde atrás, como si alguien no quisiera que alcanzara a la figura. Aún así lo consiguió.
Su cara chocó entonces contra el suelo, por fin, una sensación, aunque fuera un golpe. Miró entonces hacia a su alrededor, buscando a la figura. No había nadie en la habitación y era difícil de ver. La única fuente de luz que había era la de las velas del ritual, que poco podían iluminar la habitación. Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la oscuridad.
- ¿Noe? ¿Dónde estas? ¿A donde has ido? - no sabía que estaba pasando, estaba aquí hace un momento, no es como si pudiera desaparecer de repente. La habitación era más grande de lo que recordaba, pero quizás aún estaba aturdida, ¿verdad? quizás todo había sido un sueño, se habría quedado dormida tras ver una peli con Noe.
- ¿Mi Lady? ¿Qué está haciendo? - Una voz se escuchó desde una puerta bastante grande. No recordaba que hubiera mas gente en el piso, ¿habría Noe invitado a sus amigos? lo hacía bastante, sin consultarle a ella antes, aunque siempre la perdonaba. Estaba ciega, ciega de amor. - Mi Lady, voy a entrar.
La puerta se abrió y un montón de luz se coló por ella, aún era de día y parecía ser por la mañana por la intensidad de la misma. La claridad era cegadora, y más si tus ojos se acostumbran a un espacio oscuro y de forma abrupta hay un cambio. Marina soltó un gritito, aunque más bien fue un "mierda".
- ¡Mi Lady! Que vulgar... En fin, debería de vestirse y echarse algo de agua, estar aquí a oscuras solo trae mas desgracia a la familia Real, hasta las sirvientas están decepcionadas con usted... - Cuando los ojos de Marina se hicieron a la luz miró a la sirvienta que estaba destrozando el circulo de tiza del suelo con los pies y abriendo todas las cortinas.
La sirvienta tenia un uniforme oscuro pero llevaba un collar y pulseras, incluso estaba maquillada y su pelo estaba suelto, no parecía seguir el uniforme a rajatabla. Marina pudo comprobar esto ya que al lado de esta mujer había otra sirvienta, algo más joven, pero sin accesorios, con un gorro y su pelo recogido. Aunque hubiera entrado a la habitación con ella, no parecía participar en el acoso a la Princesa, simplemente miraba de forma despectiva.
Se fijó entonces en la mujer que no paraba de mal hablar. El pelo era casi rojo, pero un rojo sucio, sus ojos eran afilados e intimidaban. Cuando la sirvienta miró a Marina con desprecio pudo ver el color de sus ojos, eran negros, un negro muy oscuro y profundo.- La verdad es un trabajo fastidioso cuidarla, tiene ya 19 años, puede lavarse y vestirse sola. Además...
- Por favor, cállate, me duele la cabeza.
La sirvienta entonces se quedó en silencio. Vio como su Lady se estiraba y se acercaba al espejo que había al lado de la cama. Marina entonces se dio cuenta, no era ella, era la figura encapuchada, al quitarse la túnica vio un reflejo que tampoco era Noe.
Su pelo era blanco rosado, con ondas y largo, sus ojos eran grandes y redondos, pero por alguna razón tristes. Además del color de pelo extraño sus ojos tampoco eran comunes, eran de un rojo sucio, le recordó al llavero misterioso que se encontró en su bolsillo. La chica tenía los ojos algo irritados, seguramente de haber estado llorando toda la noche. Su piel era pálida y tersa. Estaba con un vestido algo descolorido y su cuerpo era fino y débil. Sentía que no podría caminar mucho, no tendría mucha energía. Por así decirlo, a esta chica la estaban matando de hambre.
Miró entonces a las sirvientas, que seguían algo perpleja por la respuesta de la chica que se supone que es su ama. Se quedaron ambas en silencio, y al ver que la pequeña no decía nada más, la sirvienta que hablaba mal volvió a esa actitud de superioridad.
- Supongo que hoy tampoco quiere comer, gracias, la comida de palacio es deliciosa. - Sonrió mirando desde arriba a la chica y se fueron dando un portazo tras ver que no podría sacarle más, normalmente la pequeña lloraba pero esta vez solo se siguió mirando al espejo. Incluso nada mas irse, podía escucharlas reírse a través de la puerta. Parecían crías, o eso pensó Marina.
"¿Estará cambiando la personalidad de la Princesa que tiene que servir?" Es lo que pensaba aquella sirvienta, Erin, la cual parecía controlar a todas las sirvientas que tenían contacto con la Princesa. "Es imposible, no."
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Hay Dos Almas en la Princesa. (Pausa)
FantasíaDesesperada, la princesa de un pequeño Reino invoca a su héroe para que le ayude a ganar El Gran Evento, donde se juega su propia Nación. Aunque esta invocación sale mal y llama a una chica cualquiera, un alma que se ha quedado sin su cuerpo recient...