Ya pasó tres días desde que Marina llegó a este mundo nuevo. No sabía mucho sobre este, pues solo había salido un día y la sirvienta la volvió a meter a rastras a su habitación. Al menos sabía algunas cosas nuevas y como tenía mucho tiempo durante todo el día fue apuntando todo lo que aprendía.La primera cosa, estaba en un cuerpo diferente, claramente no era ella.
Lo segundo es que al parecer era la Princesa, pero por alguna razón la trataban como basura, la ignoraban y solo le traían un bollo de pan por la noche para comer. Solo una sirvienta le hacía un poco de caso, la que le traía el pan, al parecer solo era una chica de cocina, pero parecía maja.
Lo tercero era el nombre de la Princesa, según la chica de cocina se llamaba Lady Rose Marie.
Lo cuarto y lo último, Rose seguía en el cuerpo, pues todas las noches, cuando se dormía, se encontraba con ella en un sitio oscuro y espacioso. Siempre se la encontraba echa bolita, abrazando sus piernas y su cabeza entre las mismas, se pasaba toda la noche llorando. Durante la ultima noche Marina intentó hablar con ella pero nada más hablarle se despertó por los golpes en la puerta. La sirvienta que se metía con ella la despertó de mala manera.
- Mi Lady, en una semana vienen las demás familias reales vecinas por el cumpleaños de su padre, supongo que se querrá escapar de nuevo, aunque sería gracioso que mostrara su penosa cara.
De nuevo silencio, al igual que en su anterior vida, se mantenía alejada de la gente así como podía. Quizás no era lo más sano, pero por ahora era lo que tenía, ¿Qué iba a hacer? ¿Responderle? ¿Pegarle una bofetada como en los dramas de época? Ella no era así y menos Rose.
Esa noche decidió dormir antes, quería poder hablar con Rose desde un inicio. No le costó dormirse, al poco estaba en ese lugar oscuro y amplio, viendo en frente suya a Rose llorando en la misma posición que las anteriores noches. Se sentó entonces enfrente suya y suspiró.
- Rose...
La chica paró de llorar poco a poco, pero sin levantar la cabeza de entre sus rodillas. Marina aceptó que la estaba escuchando y siguió hablando.
- Me llamo Marina, no se como he acabado aquí pero creo que fue cuando me invocaste.
Silencio, aunque esta vez Rose levantó la cabeza, tenía los ojos enrojecidos e hinchados de tanto llorar. Marina se puso algo nerviosa y le secó las lagrimas con las mangas de su jersey, el mismo que llevaba antes de morir.
- No llores más Rose, ¿Quieres contarme porque estas tan triste? Podemos hablar un poquito si quieres, podemos hablar de lo que quieras.
Intentó establecer algo de contacto, aunque no se esperaba una respuesta, no iba a presionarla tampoco, sabía que si la molestaba mucho con preguntas le iba a costar más que le respondiera. Aunque fue una sorpresa cuando sacudió la cabeza levemente de lado a lado y suspiró.
- Encantada de conocerte Lady Marina, siento haberle traído aquí tan inesperadamente. - La voz de Rose era suave y de un tono bajito, era bastante dulce por así decirlo. Aunque le había hablado, en ningún momento le miró directamente a los ojos. Marina pensó que era porque era tímida, pero en realidad era porque le intimidaba hablar con la gente y tener que mirarle a los ojos, Rose sentía que la juzgaban siempre o que la miraban mal o con desprecio, como su sirvienta personal.
- No te preocupes, la verdad creo que mi vida había terminado en mi mundo.
- Oh, por la Diosa Mayor, ¿quiere decir que falleció?
- Hablas muy raro, Rose. - Marina soltó una risita, quizás porque aún no había terminado de aceptar que había muerto e intentaba centrarse en otras cosas que no fuera esa nueva realidad. - Tengo una pregunta, bueno, varias preguntas para ti, si quieres respondérmelas, claro está.
- Adelante, Lady Marina, puede preguntarme lo que sea, intentaré responderle con la mayor fidelidad.
Y recordando todas las dudas que le surgieron nada mas llegar aquí comenzó a disparar preguntas a Rose, la cual se había relajado un poco y se había sentado mas cómodamente. Aunque aún no le miraba a los ojos directamente.
- ¿Dónde estamos?
- Estamos en el Reino del Sur, Polyp. Somos un reino algo pequeño pero con grandes puertos. Nuestra riqueza se basa en el mar y en la construcción de barcos.
- Y tu eres la princesa de este reino, ¿me equivoco?
- No se equivoca, Lady Marina, aun siendo el único retoño de su majestad, soy un total fracaso y una vergüenza para el país y para mi gente.
Rose se entristeció bastante al decir esas palabras que parecía que alguien las había impreso en ella. Marina entonces siguió con la siguiente pregunta, intentando que Rose no dejara de hablar. Era la primera vez que escuchaba su voz y no le desagradaba, era agradable y le relajaba por alguna razón.
- Hoy escuche a la sirvienta que pronto es el cumpleaños de tu padre, ¿no quieres salir?
- Su majestad cree que soy una decepción, o eso me dice Erin todos los días...
- ¿Erin?
- Es mi sirvienta personal, la que viene todas las mañanas a despertarme y a cuidarme.
- Yo no llamaría cuidarte a lo que te hace.
- Erin tiene que cargar con el peso de una princesa deplorable, no le echo la culpa por estar decepcionada.
Rose parecía que iba a comenzar a llorar de nuevo en cualquier momento, es entonces cuando Marina le cogió de la mano. Eso fue algo que la sorprendió, no estaba acostumbrada a ese tacto cálido, así que tras unos segundos se sintió agradecida.
- Rose, no tienes por que aguantar eso, esto ya es acoso de su parte, ni siquiera te da de comer, ¡se come tu comida!
- ¿Y que puedo hacer? ¿Gritar le? ¿Darle una bofetada?
Es entonces, que en ese silencio, se dio cuenta de que eran iguales, las dos dejaban pasar todo, incluso si alguien les hablaba mal, incluso si le pisaban no iban a hacer nada. Se vio reflejada en aquella pequeña chica desnutrida de pelo lechoso.
- No podemos dejar que nos sigan pisando...
- ¿Qué ha dicho, Lady Marina?
- ¡Que no podemos dejar que nos sigan pisando! Las cosas van a cambiar, vamos a cambiar a mejor, Rose.
Esta vez le cogió de las dos manos, Marina parecía decidida en esa decisión, quizás no quería que su segunda vida fuera igual que la primera o quizás era porque sentía que el cuerpo de Rose no duraría mucho con solo un bollo pequeño cada pocas noches. No quería volver a morir, además, quería salvar a Rose, pues se veía en ella.
- Ya verás, Rose, nuestra vida va a mejorar.
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Hay Dos Almas en la Princesa. (Pausa)
FantasiaDesesperada, la princesa de un pequeño Reino invoca a su héroe para que le ayude a ganar El Gran Evento, donde se juega su propia Nación. Aunque esta invocación sale mal y llama a una chica cualquiera, un alma que se ha quedado sin su cuerpo recient...