ICE

U N O

Sirius sonríe satisfecho al ver como sus nuevos calentadores lucen en sus patines.

Mueve despacio los tobillos para estar seguro de que está listo y camina hasta entrar en la pista. El hielo lo recibe con un escalofrío que le recorre la columna. Ama estar ahí.

Comienza dando un par de vueltas sobre la pista para entrar un poco en calor. Disfruta de cada detalle de ello. Sigue con algunos giros y ejercicios porque, aunque la entrenadora McGonagall no esté con él puede escuchar perfectamente su voz diciendo: "Sirius Orion Black, calienta apropiadamente o me encargaré de prohibirte la entrada a la pista", así que lo hace, correcta y meticulosamente. Por fortuna, puede dejar pasar algunas de las normas que tiene, como la música; ella no está ahí para prohibirle poner música.
Oh si, lo regaña tanto cada vez que su lista de canciones no es la apropiada. Si tan solo Minnie disfrutara a Queen como Sirius lo hace. La música lo mantiene alegre, su mente divaga en sus pensamientos y su memoria muscular disfruta del ritmo de la canción.

Escucha la puerta del lugar abrirse y gira para ver a Minnie, pero quien se detiene en el borde de la pista no es su querida entrenadora, sino un chico alto de cabello castaño.

Sirius lo mira detenidamente. Lleva un suéter enorme de color verde olivo que resalta su piel y unos jeans gastados . No parece un estudiante de la escuela, ni tampoco algún patinador que conozca. Se acerca hasta quedar a unos metros de él.

—Esta es una práctica privada, no puedes estar aquí — el tono que Sirius utiliza no es el más amable.

El desconocido lo mira con desdén.

—Al entrar al edificio dijeron que esta es la única pista de patinaje y vengo a ver un partido de hockey — contesta de la misma manera que Sirius, quien alza una ceja, crítico.

Es verdad que ese día hay un juego de hockey. Sus ojos viajan por toda la figura del recién llegado y se topa con una mirada marrón que lo observa de la misma manera.

—Así es, pero el juego será más tarde. Por ahora la pista está reservada para mi práctica.

El chico desvía la mirada a su teléfono, asintiendo a las palabras de Sirius, quien aprovecha para examinar una vez más a su visitante inesperado. A pesar de que su ropa es enorme puede distinguir una figura delgada y es mucho más alto que Sirius; el cabello castaño le tapa la frente, rozando un poco sus ojos cafés, sobre su nariz y mejillas hay algunas pecas esparcidas.

Atractivo es el adjetivo perfecto.

La pantalla frente a su cara lo hace dar un ligero respingo y sus ojos se enfocan en los últimos mensajes.

Por favor deja que se quede
4:19p.m

Con una mirada rápida ve el nombre del contacto y, sin poder evitarlo, rueda los ojos.

—No me sorprende que Potter te haya hecho llegar antes — le dice al chico.

—¿Se conocen? — incluso su voz es atractiva.

—Sí — contesta Sirius —, su entrenador y la mía son cercanos, algunas veces hablamos para acordar los horarios de la pista. Es un gran jugador, aunque demasiado distraído. Es increíble que te diera mal la hora.

—Cada día me sorprende más. O me decepciona, aún no estoy seguro — Sirius se ríe ante el comentario. Puede ver que en realidad no lo dice en serio, pero fue gracioso —. Remus Lupin, mucho gusto.

La mirada del chico es menos aguda que hace un momento. Sirius sostiene suavemente su mano.

—Sirius Black — contesta acomodando su cabello detrás de la oreja y procura poner su mejor sonrisa.