CAPÍTULO CUATRO

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Una semana después, Lisandro se encontraba reunido con Nicolas, ya que su mánager le había dicho que tenía una muy buena noticia.

Nada podía ser bueno a esta altura del partido.

Había estado dándole vueltas al asunto desde el momento en el que llegó a su casa, todo golpeado y con cortes en la piel de su rostro. Peor fue cuando encontró la remera que se había manchado con sangre dos días después del incidente, porque cuando creía que había podido olvidarse un poco de la situación, el recuerdo le volvió tan fresco como si hubiera sucedido hace pocos minutos atrás.

¿Había estado bien en ir a la mansión del cordobés a encararlo por lo que pasó con Nicki?

Por un lado, su cabeza le decía que sí. Podría culpar a los celos, o la especie de relación que tenía con Nicki, pero todavía no sabía bien qué era lo que lograba desatar esa parte tan animal de él. Se volvía un poco loco cada vez que pensaba en otro chico junto a la cantante, y se le revolvían las tripas recordando que Nicole estuvo con Cristian en un día tan importante para él.

Solo con Nicki le había pasado de tener que salir a defender su orgullo. Aunque también había defendido múltiples veces a la chica con algunos asquerosos que se querían sobrepasar con ella. Lisandro pensaba que probablemente hacía eso porque le tenía mucho cariño, pero estaba lejos de ser un cariño amoroso como de novios.

Para él, las relaciones amorosas se habían terminado hace tiempo.

Con Nicki solo tenían sexo, y eso era lo que más los unía aparte de la música, porque se llevaban como perro y gato. Nicole era demasiado alegre y risueña para el carácter frío y cortante de Lisandro, el cual se había ido transformando con el paso de los años. Licha siempre decía que la chica de ojos verdes parecía ir a preescolar, aunque muy en el fondo sabía que era lo único de alegre que tenía en su vida.

Ni siquiera Nicolas le podía dar esa parte de felicidad.

Su mánager era el mejor amigo que podía tener. Daba los mejores consejos, era el mejor segundero, y no decidía las cosas por él, siempre necesitaba su opinión hasta para cerrar los contratos por más mínimos que sean. Además estaba de buen humor siempre, y se podía decir que tenía alma de perro Golden, aunque muy en el —no tan— fondo sabían que Nicolas era un gato.

Pero ni los chistes ingeniosos de doble sentido le ponían alegría a sus días. Lisandro sentía que iba a morir así de amargado. No quedaba de otra.

Volviendo a la discusión que tuvo en su cabeza, la otra parte de sus pensamientos le decía que había estado muy mal lo que había hecho.

Principalmente porque no solo le rompió uno de los vidrios de su mansión, sino que además había buscado pelea y no se había aguantado toda ese enojo que había estado acumulando por largos años de soledad acompañada con llanto.

Probablemente, si no salía su mánager, lo hubiera molido a golpes. Se notaba que ambos querían seguir peleando, porque Lisandro había presenciado cómo Cristian quería soltarse del agarre del cordobés de ojos celestes, lleno de rabia en toda la extensión de su cuerpo.

Y no era para menos, el entrerriano lo sabía. Había ido a buscarlo a su casa por un problema de pija caliente, y terminó golpeándolo en el suelo repetidas veces.

Tampoco es que Cuti se haya resistido mucho. Si bien él le había partido el labio y la ceja, sumado a que le había pegado en el pómulo, el estómago y uno de sus brazos, el cordobés había molido entre sus dedos su mandíbula, la cual se encontraba muy afectada luego de un par de horas donde se le había pasado la adrenalina y la rabia. También se le sumaban las patadas y puñetazos que le dio, encajando uno perfecto en su ceja para dejarle un corte.

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⏰ Última actualización: Feb 10, 2023 ⏰

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QUÉ IRONÍA ೃ⁀➷ Licha Martínez x Cuti RomeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora