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Al llegar a casa deje el morral, y salí a ver en que podía ayudar, se acercaba un eclipse importante

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Al llegar a casa deje el morral, y salí a ver en que podía ayudar, se acercaba un eclipse importante.

Mi abuela decía que este eclipse traería consigo una gran carga energética que alimentaria a Eywa.

Vi a la mayoría yendo de un lado a otro, algunos se encargaban de los Ikranes, otros iban hacia los Neoquinos, los más jóvenes jugaban entre ellos, otros más con sus madres. Algunos estaban con humanos, y mis hermanos iban a los laboratorios del campamento.

Deje que Kiri y Lo'ak entraran primero, yo tenía que ir por oxígeno. Podía escuchar como hablaban con Spider y el ruido de las máquinas trabajando.
Los humanos generalmente se mantenían al margen del pueblo. Era una relación cordial, y reciproca. 

Cuando oculte un tanque más de oxígeno salí de atrás del almacén. Norm estaba ahí con su avatar.

Pase las manos detrás de la espalda, luego Norm me miró de pies a cabeza, y alzó una ceja. Tenía una toalla en su cuello, seco su frente y con un movimiento de cabeza señaló el lugar de donde yo había salido.

—¿Esta todo bien? —preguntó.

Asentí rápido con la cabeza.

—Creí ver un animal —respondí.

Norm asintió, no lo vi muy convencido de mi explicación, pero al parecer le había bastado.

—De acuerdo. Solo ten cuidado con los conservadores del almacén —apunto con el dedo hacia dichas maquinas, el motor hacia un ruido leve—A veces se sobre calientan.

—Sí, lo tendré en cuenta.

Un asentimiento más basto para que cada quien siguiera su rumbo.

Aún tenía que conseguir ropa para Aroa.

Vi a mis hermanos alrededor del laboratorio, Spider seguía sin salir, así que aproveche eso.

—¡Spider!

Él giro hacia mi. Era raro que le estuviera susurrando. Avanzo a donde yo estaba, al otro lado de la salida. Él coloco su máscara y terminó por llegar conmigo. Me saludo con un choque de puños y no tardo en empezar hablar:

—Hola, bro, ¿qué pasa?

Suspire antes de responder. Esperando que no hiciera mucha preguntas.

—Hola... —hice una pausa, en la cual Spider hundió las cejas, estaba confundido.

—¿Estás bien? —preguntó.

Asentí con la cabeza, talle el puente de mi nariz. No había manera de que mi petición no sonará rara.

—Hay un... hi... hice algo, Spider —admití—. Fue algo estúpido, no lo pensé bien. Yo–

Spider me calló en seco, susurrando un entendible "cállate".

Esta vez fue mi turno de mirarlo raro.
Su mirada se dirigió detrás de mi, supuse que había alguien.

—¿Te refieres a ir solo al arroyo? —mintió. Titubee un poco antes de responder.

—Sí, eso...

Enseguida la voz de papá sonó detrás de mi.

Sabia que estaba aquí para que fuera a ayudar. Gire sobre mi talones y lo vi ahí parado. Hacia mucho que no venía a los laboratorios, últimamente había pasado mucho tiempo con mamá.

Él saludo a Spider y me dio algunas instrucciones, después se fue, esperando que lo alcanzara.

Antes de ir tras papá, gire otra vez con Spider.

—Te veo al amanecer, en el arroyo —estaba apunto de irme pero recordé la ropa—. Lleva ropa humana, para mujer, por favor.

—¿Ropa humana? ¿Para mujer? —Spider estaba realmente confundido.

—Por favor —dije.

Me dirigí a con los demás, y antes de alejarme por completo Spider habló.

—¡Ni siquiera yo uso ropa de  humanos!

—¡Intenta conseguir algo!

No deje que replicara, y acelere el paso con papá.

Cuando estuve a su lado comenzó a explicar el saqueo que habría después del eclipse. Algo había oído al respecto, la gente de las estrellas se acercaba cada vez más a nuestro nuevo hogar. También sabia que hace no demasiados años una de sus naves había bajado, hay cada vez más de ellos en Pandora.

«Y aún así salve a alguien de ellos»

Dejé que padre hablara, usualmente habría estado atento a cada pequeño detalle, pero la situación con Aroa me mantenía distraído. Asentía de vez en cunado, dijo algo de defensa y vigía, pero no había escuchado lo demás. 

Cuando llegamos a nuestra choza papá cerro por completo e hizo que nos sentáramos en el piso. Yo estaba confundido, ¿para qué tanta confidencialidad?
De pronto me tomo de los hombros y me miró a los ojos.

—Neteyam, ¿te ocurre algo, hijo? —estaba preocupado, preocupado genuinamente.

«Esto era lo que menos quería», pensé.

Antes de que dijera algo más me apresure a negar, y a mentir.

—Es solo que el eclipse lo me tiene emocionado, será mi primera participación activa como heredero.

No era suficiente. Otra vez no lo era. Nunca lo era.

Su silencio me decía que no creía lo que salia de mi boca, ¿cómo hacerlo? no podía tener otra excusa que no fuera esa.

—Júralo, Neteyam —ordenó.

—Juro que es solo eso, señor.

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