En un juguete.

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La has convertido en tu marioneta, en tú juguete favorito.

La rompes cuando se te da la gana.

La reparas cuando ves que la vas a perder.

Te recuerdo que ¡no!, no soy tu marioneta, no soy tu juguete.

O tal vez sí.

Tal vez sea tu juguete, pero recuerda que soy un juguete de porcelana; soy frágil, soy débil.

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