Capítulo 01. La Diva en el Quiosco

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Capítulo 01
La Diva en el Quiosco

Ferdinand von Aegir cruzó por primera vez los portones principales de Garreg Mach faltando unos cuantos días para su cumpleaños número dieciocho. Su llegada no fue un evento aislado, pues coincidió con el arribo de decenas de otros jóvenes nobles, no sólo de Adrestian sino también del Reino de Faerghus y de la Alianza Leicester. La Academia de Oficiales abría sus puertas a una nueva generación conformada por los jóvenes y prometedores futuros líderes de Fódlan, y el hijo mayor de la Casa Aegir era uno de ellos. Se había preparado, entrenado y estudiado durante bastante tiempo para ese día, y la emoción se desbordaba por cada poro de su cuerpo.

Al ir avanzando desde la entrada principal, el grupo de nobles recién llegados pasó por el pequeño mercado, en donde caballeros y mercaderes les daban la bienvenida con júbilo, e incluso algunos les ofrecieron flores, cuentas, panes y bebidas como regalos luego del extenuante viaje que acababan de emprender. Algunos los aceptaron, pero Ferdinand tenía su atención más puesta en todo lo que lo rodeaba.

El joven noble de cabellos anaranjados se detuvo un instante al pie de las largas escaleras que llevaban al recibidor (de acuerdo al mapa que había estudiado exhaustivamente antes de salir de casa), y fijó sus ojos llenos de asombro y alegría en la enorme, antigua y majestuosa estructura que se alzaba ante él. Ese sitio era, después de todo, el corazón mismo de la Iglesia de Seiros, y en perspectiva de todo Fódlan. El lugar considerado más sagrado en toda la tierra, y el que sería además el escenario de sus próximas y más impresionantes hazañas.

—Ya estamos aquí, caballeros —exclamó con su voz llena de energía, colocando sus manos en su cintura y sacando el pecho con orgullo—. El monasterio de Garreg Mach, el lugar en el que se reúne la élite más sobresaliente de cada rincón de Fódlan. Futuros reyes, archiduques, duques, barones... Este es el sitio en donde comenzaremos a grabar nuestros nombres en la historia. ¿Pueden sentir esa energía que fluye en el aire?

—Yo lo que siento es hambre —le respondió Caspar von Bergliez a su diestra, lo mejor que el medio pan en su boca le permitía expresarse.

—Y yo sueño —añadió Linhardt von Hevring a su zurda con voz soñolienta, seguido justo después de un profundo bostezo—. No te ofendas, por favor. Pero el viaje fue demasiado largo, y escucharte gritar a cada momento sobre grabar nuestros nombres en la historia no lo hizo mejor...

—¿Qué les pasa a ustedes dos? —les reprendió Ferdinand con severidad, dando unos pasos al frente y luego volteándose en su dirección para encararlos de frente—. ¿Dónde está su orgullo y arrojo de acero que tanto debería caracterizar a los nobles de Adrestian? ¡Alcen sus miradas, compañeros! Éste es nuestro primer día en la Academia de Oficiales, nuestro primer paso en la formación como futuros líderes del Imperio. Y nosotros, como hijos de los principales ministros, debemos ser un ejemplo de motivación y optimismo para nuestros compañeros de casa.

Su intenso y aguerrido discurso captó inevitablemente la atención de algunos de los otros chicos y chicas que pasaban por ahí o subían la larga escalera. La mayoría se limitaba a sólo observar de reojo, y quizás murmurar en voz baja a sus respectivos acompañantes. Sin embargo, este exceso de atención incomodó un poco a los dos amigos del joven amo de la Casa Aegir.

—Oye, Ferdinand, yo te apoyo en todo eso —exclamó Caspar, intentando sonar elocuente. Se aproximó a su compañero, rodeando su cuello con un brazo de forma amistosa—. Pero tómatelo con calma, ¿quieres? Tú mismo lo dijiste, éste apenas es nuestro primer día. No tienes que conquistar el castillo en cuanto llegues. Yo digo que nos acomodemos en nuestras habitaciones, busquemos el comedor para probar algo de la famosa cocina de Garreg Mach, y luego caminemos por ahí para conocer el lugar antes de la recepción general. ¿Qué dices?

Te odio, mi lord [fire Emblem: Three Houses]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora