Capítulo Uno

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De repente, un recuerdo llegó a mi cabeza. En él, iba agarrado de la mano de mamá, caminando lentamente, igual, tratando de seguirle el paso. Siendo un niño, mis pequeñas piernas no tenían la misma longitud que las de mi madre, lo que me hacía quedarme atrás de vez en cuando. Giraba mi vista hacia todos y todo lo demás, analizando la situación; Gente que conocía, familiares, amigos míos, de la familia y de mi propia hermana, como gente que no conocía, iba vestida de negro. "Incluso yo" Pensé. 

Fue ahí cuando recordé. Claro, mi hermana, ya no estaba. Podía ser un niño, pero estaba consciente de lo que estaba pasando. Miré mis pies. Miré el camino que seguíamos. Frente nosotros, un ataúd pintado de blanco siendo llevado por algunos familiares y conocidos. Mi padre iba adelante, con una mirada seria y un paso tranquilo como el de nosotros. Nunca lo vi llorar por mi hermana, o mejor dicho, nunca lo vi llorar por nada. 

Mi madre, aunque no lloraba desconsoladamente como lo hizo cuando se enteró, sollozaba, casi en silencio. Su mirada estaba perdida, mirando el ataúd. 

De pronto, mi tía por parte de mi padre se me acercó. 

— Diego, pequeñín, ven aquí. — Me hizo señas de que se le acercara, miré a mi mamá, asintió sin dirigirme la mirada. Me acerqué a mi tía, la cual me cargó como siempre lo hacía cuando me veía. Me miró a los ojos, yo la miré a los suyos.— Dios mío... Pobre chico...

Nunca entendí a qué se refería con eso. 

Pero casi al instante, escuché la voz de mi papá: — Haruko, bájalo.— Ambos volteamos a mirarlo, él no hizo lo mismo—. Está muy grande como para que lo cargues, y éste es un evento en el cual se exige respeto.

Mi tía Haruko siempre fue de defendernos a mi y a mi hermana. Para ella, esa "manera de pensar" de mi padre era algo apresurada. Pero aún así, por la situación y el momento, no iba a pelear con él. Me bajó enseguida.

Volví a agarrarme de la mano de mamá para no tropezar o quedarme atrás, y al pasar 6 minutos más, ya habíamos llegado. Al rededor había más lápidas, y justo frente a nosotros, un hoyo de forma rectangular, en el que aquel ataúd fue bajado lentamente, hasta llegar a lo más hondo. 

Luego de terminar de echar tierra encima, oramos. Al menos, los demás lo hicieron, yo no cerré los ojos. Los tenía clavados en aquella lápida en la que el nombre de mi hermana fue tallado. Leí lentamente: "HANA YOSHIKAWA" en la piedra pulida.  Sentí algo en el pecho. No sé como describir lo que era, sólo sé que era como una punzada. 

Ahí entendí; Ella no iba a volver.

Algo me sacó de mi trance, fue una risa. Volteé a todos lados, pero no encontré a nadie que se estuviera riendo. Lo dejé pasar por ese momento.

Escuché mi teléfono sonar, así que lo tomé y vi quién era; Era Emily, una de mis buenas y pocas amigas. 

— Oye, ¿Ya llegaste? —. Me preguntó a través del teléfono.

— Sí, ¿Por qué?

— No te veo, ¿Dónde estás?

— Justo ahora, estoy en el pasillo en el que mi casillero está, cerca del salón de arte. 

— Oh, de acuerdo, iré hacia allá, Zack y Chelsea también entraron y me dejaron atrás—. El tono de voz de Emily notoriamente cambió a uno de enojo, pero para mí era gracioso, de alguna manera. 

Colgué y abrí el casillero color gris. Estaba vacío, así que metí las cosas que traía en mi bolso lo más simétricamente posible. Pero para antes de que pudiera terminar, escuché la misma risa que había escuchado hace algunos minutos. Volteé rápidamente la mirada hacía esa dirección, y me sentí extraño.

Sí que lo vi, pero por alguna razón, esto se sentía diferente. Pero, no me pueden juzgar, digo...Para mi punto de vista, mi manera de pensar, mi opinión, él era...él. Simplemente él. Sentí mi rostro arder, así que giré mi cabeza lo más rápido que pude para no ser descubierto. Su cabello castaño y ondulado, sus ojos cafés, sus pecas, esos dientes en los que sus colmillos sobresalían...Mierda.

Nunca nadie me había parecido lindo, y menos... menos así. No sabía nada de enamorarme, no sabía nada sobre amor. Sí, lo sé, tengo 25 años, pero... es la verdad, jamás me enamoré. Incluso en mi adolescencia llegué a creer que era asexual, arromántico o yo no sé. 

Ahora veía que no era así. Mi corazón latía fuertemente y no sabía qué hacer...Hasta que llegó Emily a mi costado.

— ¿Estás bien? Estás rojo.

— ¡Emily! Puedes...explicarme...

— ¿Qué?

Respiré hondo.

— ¿Cómo...se siente estar enamorado?



Shine-less | Capítulo uno
11/02/2023


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