Capítulo Dos

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Como ya he dicho antes, no he tenido experiencia en el tema del romance. Tal vez sea por eso que he hecho algunas cosas y no me han importado las consecuencias de estas. Emily me invitó a la cafetería, y nos sentamos en una mesa a charlar. Me miró, curiosa, poniendo sus brazos apoyados a la mesa de manera que sus manos aguantaran su cabeza. Sonrió para luego empezar a hablar.

— ¿Te enamoraste? —. Interpeló ella.

Traté de hablar, pero aquel cosquilleo en mi estómago simplemente no me lo permitía. La voz me salía temblorosa, o al menos, ni siquiera surgía de mi garganta. 

— Ah, mírate, no puedes siquiera hablar.

— Ya basta, Em... 

Emily rió, para luego posar sus ojos en un objetivo lejos de nosotros, del otro lado de la cafetería. Ésta de por sí es grande, por lo que pude analizar apenas llegué, tiene máximo 38 mesas, variantes de tamaño. 

— ¡Sami!

Giré mi cabeza precipitadamente. ¿"Sami"?¿Quién era ese?¿Algún amigo de Emily?¿Algún familiar? Mis sospechas fueron descartadas una por una. Sentí cómo por segunda vez mi cara ardía con fuerza, y cómo la sangre subía en altos niveles a mi rostro; Era él. Aquel chico del pasillo. Miré a Emily, haciendo mímica con mi boca para que entendiera un "no". No me hizo caso, y en pocos segundos, ya estaba junto a nosotros.

— ¿Qué pasa, Emily?

Esa voz era tan suave...tan melodiosa...Ni si quiera sé cómo describirla. Sólo lo escuché, no me atreví a mirarlo hasta que Emily habló; — Él es Diego. Tenía curiosidad sobre tu arte. —Diría que eso era mentira, y lo fue, pero sólo hasta que ella dijo "arte". Ahí me sentí curioso, interesado. Volteé a mirarlo, y ahí fue cuando lo detallé mejor. Me sonrió, junto con un "Hola" y acto seguido, se sentó justo en la silla a mi lado.

Y, como si la mala suerte estuviera de mi lado, justo en ese momento pasó Chelsea, amiga frecuente de Emily y yo. 

— Oh, Chelsea—. Llamó su atención—. Tenía que hablar contigo sobre algo, ¿Podríamos ir a la biblioteca? 

La otra chica asintió, y así, él y yo quedamos solos sentados en aquella mesa de la cafetería. No tardó mucho en fijar su vista en mi, sonreír y empezar a hablar.

— Diego, ¿Verdad?— Asentí, nervioso—. Mi nombre es Samuel Brown, pero puedes llamarme Sam, Sami, Samu...O simplemente Samuel, hay muchas abreviaciones para mi nombre, sólo escoge la que más te guste.

 Este es el punto en el que explico; A los 6 años me diagnosticaron ansiedad social. Me inquietan bastante las miradas, o que una persona nueva me hable. El simple hecho de ser juzgado es un miedo constante que tengo. Asimismo, dependiendo de la persona, momento o lugar, se me hace difícil hacer algunas cosas, o simplemente hablar. De todas formas, solo tiene un nivel medio, así que no es tan grave como para que me tilden de mudo.

Acabo de conocerlo, no me da la voz para responderle, así que asentí con la cabeza. Escuché cómo él rió.—Bueno, Emily dijo que te sentías curioso por mi arte, ¿En qué sentido?

Lo miré por 5 segundos. No sabía qué responder. O mejor dicho, no sabía cómo responder. Pude sentir la confusión en su mirada porque no me salía la voz. Luego, suspiró junto con una sonrisa, en un tono de "comprensión".

— ¿Se te dificulta hablar?

¿Él acaba de...adivinar en poco tiempo lo que los psicólogos y doctores diagnosticaron en 3 años? ¿Cómo? La única razón que tuve fue que era un genio o algo así. Al caso, abrí mis ojos como platos, mirándolo rápidamente, y ahí, sus ojos se juntaron con los míos. Dos granos de cacao juntos con dos zafiros. ¿Qué tiene que ver? No lo sé. Sin embargo, en sus ojos también notaba un tono rojo mezclado con ese café. Rojo, un rojo vivo. No era rojo sangre. Era rojo puro. Ahí me di cuenta de que cuando ves un jardín lleno de margaritas, no ves el girasol hasta que te acercas. 

Juraría que casi al mismo tiempo que lo miré se echó a reír, pero honestamente no lo sé.

— Lo noté— Continuó—. Bueno, a mis 14 yo también tenía de eso. No le prestaba mucha atención hasta que mi tía me llevó al psicólogo y así. Ahí me detectaron una fobia social leve. Era muy sociable y amigable pero...había cosas que no podía hacer.—Seguía mirándolo, algo ensimismado por lo que me estaba contando— ¿Te pasa lo mismo, no? Sólo que un poco más grave.

Asentí con la cabeza suavemente.

— ¿Cómo...superaste tu ansiedad?—. Pregunté, curioso por lo que él podría responder, tal vez me ayudaría.

— No estoy seguro... sólo sé que con el pasar del tiempo me sentí menos ansioso— Respondió— Pero aún tengo algo de vergüenza en algunas situaciones. Aunque te aconsejo que tengas terapias, no necesariamente con el psicólogo, un amigo bastará. También puedes hacer entrenamientos de lengua en tu casa, tal vez mirándote al espejo e imaginando que hablas con alguien.

Me di cuenta de que mi mirada estaba clavada en él desde que comencé a hablar, así que giré mi cabeza hacia otro lado, seguido de un "gracias". Él echó una risita. 

— ¿Tienes Whosapp? —. Agregó, a lo que yo asentí—. Genial, ¿Puedo agregarte?

Saqué mi celular del bolso, puse la clave y luego le pasé mi contacto. Lo vi sonreír, para después enfocar de nuevo su mirada en mi. — De acuerdo...¿Cómo puedo agregarte? Hay que ser creativos...—Me miró, luego a su teléfono, yo lo miraba ansioso por cómo iba a registrarme—. ¡Lo tengo!

Tecleó en su celular por al menos 4 segundos, y luego me mostró la pantalla. Leí cuidadosamente "Dieguín 😼💪" en el registro. Lo miré con los ojos entrecerrados, pero medio sonriente. ¿En serio este chico había dicho "creativos" para luego ponerme así? Vaya...

— Voy a escribirte, y me tienes que mostrar como me agendarás.

Asentí. Acto seguido, mi sonido de notificación se hizo presente: "Nya". Samuel rió, pero fue una risa tierna, para nada le parecía estúpido. Encendí el celular, y después, entré al chat del número desconocido; +1 875 ___ ___, que efectivamente, era él. Pensé por unos minutos, luego, como si una bombilla se encendiera sobre mi cabeza, comencé a teclear. Al finalizar, le mostré la pantalla a Samuel. 

Él me miró, con una cara feliz. 

El timbre de la primera clase sonó, a lo que el me miró, sonriente, y me dijo:— ¿Vamos?

Le seguí el paso, y en el salón de arte, retomé el puesto que había tomado anteriormente cuando había llegado, a lo que él se sentó a mi lado. ¿Qué más puedo decir? Todo el día fue eso: Estudio. Sam también estaba en la carrera de artes y puedo decir que dibuja muy lindo.

Al llegar a casa, me tiré a la cama. Agarré mi teléfono, y entré a su chat.

"Samu"

— Si lo cambio...no pasa nada si no se lo muestro, ¿Cierto?

[...]

"Sam<3 te ha enviado un mensaje".

Oyeee, ¿A qué hora es la siguiente clase? No me acuerdo :P

1:06

Como a las 3: 40 de la tarde, no faltes

Enviado, 1:07

Okok, graciaaas^^

1:07

Vaya, que manera de escribir tan peculiar. 


Shine-less | Capítulo dos
17/02/2023



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