Capitulo 26

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— ¡Mierda! — gritó Alice sosteniendo algo entre sus manos antes de caer al suelo. — ¡No puede ser! ¡No puede ser!

— ¡Mi lady! — gritaron las jóvenes damas corriendo hasta donde ella se encontraba con suma preocupación.

— Estoy bien — respondió poniéndose de pie apresuradamente y ocultando la evidencia detrás de ella.

— ¿Esta segura? — cuestionó Marry con suma curiosidad.

Metió aquel objeto dentro de su manga y les mostró las manos como si no escondiera nada. Suspiró intentando parecer relajada regalándoles una linda sonrisa.

— Si, todo bien — dijo — Estoy agotada, chicas. Vamos a descansar que no tarda en anochecer.

Alice llevaba dos días metida en la biblioteca buscando algo que pudiera ayudarla a encontrar una pista sobre la carta que Enzo le había pedido. Habían sido días tormentosos y agotadores, pero al final habían valido a pena.

«Ese idiota», fue lo primero que le inundó la mente.

Pensó en no entregársela por un momento, pero simplemente no podía dejar la culpa a un lado. Después de todo, él le había salvado la vida en dos ocasiones y este seria su pago por aquella deuda.

Salió de la biblioteca seguida por sus damas hasta su dormitorio donde no paso más de una hora, pues en cuanto su damas se aseguraron de que Alice dormía, se marcharon. La joven se vistió con un vestido demasiado sencillo cubriéndose con una capa oscura para salir en busca del hechicero y mostrarle lo que había encontrado para él. Sacó el frasco que contenía la poción de invisibilidad y se bebió las ultimas tres gotas.

Ella sabía que él no estaba en el consultorio, así que suponía debía estar en la cueva. Se apresuro a salir del castillo antes de que la poción perdiera su efecto.

Habían pasado dos días desde que se vieron por ultima vez y Alice quería pensar que la razón por la que no la había buscado todavía se debía a que estaba esperando a que ella le entregara un avance a la tarea que le había encomendado.

Y aunque le doliera admitirlo, sabía perfectamente  que lo necesitaba mucho más de lo que él la necesitaba a ella.

Abandono el castillo con éxito sin llamar la atención de nadie y comenzó a caminar por el bosque entre la densa oscuridad. Alice siempre fue muy aventurera y las noches frías y oscuras jamás la habían atormentado. Pero algo la inquietaba aquella noche, pues no había sonido alguno de ese típico lugar: como los aullidos de los lobos, el crocitar de los cuervos o el ulular de los búhos.

Suspiró abrigándose con la capa para amortiguar un poco el frío viento o esa era su intención antes de escuchar el crujir de una rama a sus espaldas.

Se giró en redondo por inercia hacia el lugar donde creía que había provenido aquel sonido.

— ¡Ups! — dijo un hombre mirando la rama que había pisado para después mirarla con falsa inocencia. Se trataba de un hombre alto y regordete con barba larga y enmarañada.— Me has encontrado.

Una ligera carcajada abandono sus labios y después escupió sobre la tierra dejando escapar un tosco gruñido. Alice retrocedió  alejándose de él, pero fue inútil puesto que dos hombres más aparecieron entre la oscuridad. Vestían como campesinos comunes a excepción de las navajas que sostenían entre sus manos.

Definitivamente ya no era invisible.

— No voy a molestarlos — dijo manteniendo la compostura. — Yo sigo mi camino y ustedes siguen el suyo. ¿De acuerdo?

Finalizó con una sutil sonrisa retomando su camino deseando que lo dejaran pasar.

— ¡Ja ja ja! — fingió reír aquel sujeto por lo alto— ¿Han escuchado eso?  Ha dicho que nos dejara ir.

EL HECHICERO DE VALHALLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora