Acudir a mi memoria nunca es buena idea.
Cuanto más intento recordar algo, más se lejano se siente. Menos lo hago; sin embargo, puedo recordar la primera vez que hablamos tan claramente como recordaría mi número de celular.
Esa vez cuando nos encontramos, casi como un azar del destino, como... un castigo de Dios.
Ni remotamente diré que me enamoré a primera vista, de hecho ni me llamaste la atención. Solamente eras una persona aleatoria, en un sitio aleatorio, al que llegué sin saber realmente si estaba preparado para hacerlo.
Pasé al frente e intenté decir lo que se supone debería haberme memorizado, pero cuando los nervios asaltaron mi ya intranquila mente, no supe hacer más que quedarme callado, viendo adelante.
Dejé de estar al frente para reírme de mí mismo sentado en una de las tantas sillas que había en ese lugar. Una vez más la había regado, una vez más se me había olvidado todo.
Pero estabas a mi lado. Una persona que había sufrido lo mismo que yo, riendo conmigo.
Salí de ese lugar dispuesto a buscarte en redes sociales. Repitiendo tu nombre, que inadvertido leí del cartoncito que nos dieron por al menos haber estado en ese evento.
Repetía tu nombre como una mantra para no olvidarlo. Lo hice tanto que me lo aprendí.
Y te busqué.
Y te hallé.
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Oscura noche sin estrellas
Romance"Contaré las estrellas y luego dejaré de amarte" dije. «Y te odiaré mil años más de los que prometí amarte» digo.