Todos, todos lo miraban con asombro. Algunos ya con lágrimas en los ojos, otros con el ceño fruncido pensando en que era una trampa, o una ilusión. Pero marco miraba la marca en el pecho del extraño, finalmente se atrevió a hablar.
¿Quien eres?— Trato de que su voz sonara firme. Su vista se dirigió directamente a esos ojos, esos ojos que Marco añoró tanto.
¿Por que debería decirte? ¿Quien eres? ¿Donde estoy? Responde— fue un tipo de Déja Vu, marco recordó los primeros días de Ace en el barco, negándose a comer, o a dormir en la noche, como un gato asustado.
Estaba tan absorto en sus pensamientos, que no noto que se había levantado, la vista de todos se fue a la gran cicatriz que adornaba el pecho y la espalda del muchacho. Quien al estar rodeado no sabía a donde ir.
¡Respondan! ¡¿Quienes son ustedes?!— dijo un poco más enojado, Marco tomó cartas en el asunto
Lo siento yoi, pero.. ¿que te parece si nos dices tu nombre? Podemos arreglar esto de manera tranquila— El muchacho, con el gran parecido a su difunto hermano, se enderezó hacia a él mirándolo con unos ojos filosos.
Me llamo Portgas D. Ace ¿quienes son ustedes? — El mundo de marco se vino abajo al escuchar ese nombre, con esa voz, con esa cara, con esas pecas, con ese cuerpo.
Somos los piratas de BarbaBlanca, dime Ace ¿Sabes como llegaste aquí?— Izou le pregunto eso ya que marco aún parecía perdido en sus pensamientos.
Ace lo miro, tardo en responder pero lo hizo.No se, no recuerdo que estaba haciendo antes de estar aquí, no recuerdo nada— Dijo con mucha frustración.
Levantó la mirada, y miró el cielo para después mirar a los costados encontrándose con el mar. Hubo un pequeño brillo en los ojos de Ace que Marcó no dejó pasar.Pero la ensoñación de marco no duró mucho. Ya que tenían que llevarlo con su padre.
Pocas veces se podía ver al gran emperador Barbablanca sorprendido, después de todo es una persona experimentada y con sus añitos por encima. Por lo cual para muchos era una sorpresa, para Marco era algo que se esperaba.
El muchacho hacía ahí, frente al gran hombre que se encontraba sentado conectado a múltiples aparatos.
Esa marca, en tu pecho muchacho, ¿como te la hiciste?— Pregunto Barbablanca, ninguno pensó que llegaría a preguntar algo como eso. Ni si quiera marco se lo esperaba.
No se, y aunque lo supiera no te lo diría ¿Que mierda hago aquí?— El muchacho se abrazó a si mismo. ¿Frío? Tal vez hacía algo de frío ¿pero frío en Ace? Ace no podía, ¿como?
El muchacho se quedaría. Mínimo hasta que consigan respuestas. Muchos querían acercarse a él, pero era tan arisco, que hasta Jozu pasó casi corriendo cuando pasó alado suyo.
Marco no podía acercarse a él, Izou se encargó de mostrarle donde se quedaría y de darle ropa. Marco solo observaba desde lejos.
¿Tienes hambre? Ya casi es la hora de cenar— Dijo Izou con una voz tranquila Ace, lo miro y como por arte de magia cerro lo ojos para caer dormido sobre el piso.
Marco sintió una enorme felicidad al ver eso, sintió punzadas en su pecho. Al sentir la vista de Izou sobre él se la devolvió mirando la sonrisa que había en sus labios. Marco la correspondió, marco respiro, y ayudó a Izou a levantar a Ace del piso.
Marco fue feliz a contarle a su padre lo que había pasado en la habitación. Y barba blanca escucho atento a la narración de su hijo y el ataque de narcolepsia del muchacho pecoso.