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Los días pasaron y la distancia entre la casa de ambas adolescentes era lejana. También había que tomar en cuenta que el correo en su zona solía tener algunos fallos, era algo completamente normal.

Pero a Luz Noceda le preocupó en su mayoría que la hija o familiares del señor Alador quizás ni le importaría aquella carta falsa que envió. 

Era viernes al mediodía, junto a su mamá estaba almorzando fideos con salsa que ella misma preparó.

—Hija, hoy quizás no vuelva muy temprano —informó la mayor algo desanimada —. Se debe a un recorte en el personal y justo llegó un animalito que necesita mi atención, que debo vigilar para ver su estado, es algo grave mija.

La cara de Luz no tenía expresión alguna, eso también era común. Veía como varios días o noches, su mamá iba y venía de la clínica veterinaria donde ella trabajaba. Estaba acostumbrada a quedarse sola en casa y sumergirse en los libros que alguna vez su padre fallecido le obsequió a temprana edad.

—Está bien mamá —respondió con una sonrisa inofensiva—. Ese animalito necesita tu atención.

Su mamá veía como la menor se había levantado de la silla llevando su plato vacío al lavadero para lavarlo.

—Te prometo que cuando vuelva traeré galletitas dulces de la panadería que tanto te gusta, hija mía —prometió su mamá al lado de ella, dejando su plato también vacío para que lo lavara.

No notó la presencia de su mamá y se sorprendió cuando acariciaba sus mejillas con una sonrisa cálida.

No notó la presencia de su mamá y se sorprendió cuando acariciaba sus mejillas con una sonrisa cálida

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Ahora su madre, como siempre, se había ido a trabajar.

Empezó a subir las escaleras para ir a su habitación, pero escuchó un peculiar ruido que se oía desde la calle, como el tintineo de una campanilla cercana. Era el correo.

Se acercó a una de las ventanas de la sala de estar y vió que al lado de su casa, en la de su vecino, el cartero dejaba en el buzón la carta correspondiente.

Espero paciente que se fuera, para agarrar la carta. Y de la nada, había recordado cómo fue que llegó la primera carta a su casa.

Al parecer había sido un error el que la carta llegara allí en primer lugar. Era para su vecino, pero el cartero había dejado la carta ahí, en su buzón. Sin dudas el correo en esta zona debía mejorar algunas cosas.

Salió discretamente de su casa, ella sabía que tenía una vecina prendida al chisme de su vecindario.

Caminó mirando a los lados para revisar que no hubiera personas observándola y se acercó al buzón de su vecino. Sacó rápidamente la carta y corriendo fue hacia la puerta, cerrando de golpe.

—Uf, finalmente —dijo mientras liberaba la tensión de sus hombros. 

Como al principio, empezó a subir las escaleras nuevamente, nerviosa por la llegada de la carta. 

Se acomodó en la silla frente al escritorio y abrió la carta algo temerosa para empezar a leerla.

Primero que nada, hola.

Y lo segundo ¿QUIÉN ERES? ¿POR QUÉ RESPONDISTE LA CARTA QUE ERA PARA MI PADRE? ¿ACASO LO TIENES SECUESTRADO? ¡QUIERO RESPUESTAS!

Luz sintió un leve escalofrío. Al parecer aquella persona denominada Amity Blight estaba más que furiosa, en la letra se notaba un pulso fuerte, la tinta desgarraba el frágil papel. 

Dejando atrás el miedo, continuó leyendo.

Perdón por escribir así al principio… POR QUÉ TE DIGO PERDÓN-

Aquellas palabras estaban tachadas con fuerza, que apenas llegó a leer que decía. 

Bueno, aclaremos algo. Necesito saber cuánto dinero necesitas para que liberes a mi padre, estoy preocupada por él. Como habrás leído en la anterior carta que no te correspondía contestar y siquiera abrir, sabes que no ha aparecido por la casa durante un tiempo. Realmente no quisiera dar mucha información al respecto. No te correspondía contestar aquella carta, desconocido. Sí, así te diré. Estuvo muy bajo que la leyeras y hasta fingieras ser mi padre tratando de imitar su letra. Claramente no lo conoces, llego a pensar que fue exagerado que hablaras de una mancha de café durante todo un párrafo solo porque seguramente no sabías que responder ¿Quién eres? Por favor, devuélveme a mi padre.

Saludos, Amity Blight
P.D: Háblame con la verdad, desconocido.

Y casi al final de eso, había una zona con el papel algo apretujado, que parecía que había sido mojado previamente por unas gotitas, algo pequeño que sin dudas no era de manchas de café.

Y casi al final de eso, había una zona con el papel algo apretujado, que parecía que había sido mojado previamente por unas gotitas, algo pequeño que sin dudas no era de manchas de café

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Maldita rutina que tenía ella. Era algo que no podía abandonar. De nuevo, ya había dejado la respuesta de la carta en el buzón y estaba tirada en el piso de su habitación mirando fijamente el techo. Quizás estaba siendo dramática, rápidamente se comparó con aquella chica. Ella estaba sufriendo más.

Sus pensamientos solo invaden todo el cuarto. 

—Mierda, mierda, mierda —insultó. 

Sin querer se había caído de las escaleras. Se raspó las rodillas y de ellas brotaba un poco de sangre, le dolía la espalda debido a la caída. 

Al levantarse, trató de sostenerse en algo para que no vuelva a suceder.

—Que patético, se suponía que solo iría a cenar algo —molesta y adolorida, se dirigió al baño buscando unas curitas con dibujos en ellas.

Iba soltando quejidos al tratar de desinfectar las heridas con agua oxigenada y luego agarrando las curitas.

—Listo —Dió un suspiro profundo, aliviada de que haya acabado su tortura—. Mejor iré a cenar.

Ya era muy tarde, la pequeña Noceda se acurrucó en su cama, de nuevo llegaban los pensamientos a adornar sus sábanas

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Ya era muy tarde, la pequeña Noceda se acurrucó en su cama, de nuevo llegaban los pensamientos a adornar sus sábanas. 

¿Por qué hice eso? ¿Fue estúpido de mi parte? ¿Estaré haciendo la vida de Amity una tortura? ¿Podría yo caerle bien? ¿Seré una rarita para ella? ¿Por qué todos se alejan? ¿Mamá? ¿Papá?

Una hora más tarde, pudo al fin conciliar el sueño. Susurrando antes de caer al placentero momento de dormir su nombre, el de la chica de las cartas.

—Amity Blight…

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⏰ Última actualización: Feb 12, 2023 ⏰

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