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Un día al joven se le perdió una oveja. Todos le dijeron que la olvidara y la dejara ir pero para el joven, las ovejas eran su familia.

Asi fue en su búsqueda entrando al oscuro y peligroso bosque.
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Missa observaba el bosque con miedo y duda.

Amaba a sus ovejas pero aquel lugar...

Lo único que podías escuchar de él es que estaba maldito, si entrabas era una muerte segura.

Lo curioso es que vivía casi AL LADO.

Entre ir o quedarse....

La línea era muy delgada.

Su fiel amigo seguía a su lado, al parecer también esperaba la desición de su dueño.

No había pasado mucho tiempo desde que la oveja de nombre Martha entró al bosque, quizá si tenían suerte la encontrarían cerca y podría regresar en un buen tiempo sin tener que adentrarse en ese lugar tan tenebroso y desconocido.

Missa apretó los labios hasta volverlos una línea, tomando una decisión, volteó a ver al can y habló.

•— Bueno... Fido, vamos por la desgraciada de Martha.

El perrito ladró en respuesta.

Asi Missa y Fido se adentraron en el oscuro bosque.

Al principio le daba miedo perder de vista el paisaje de su casita, sería muy peligroso si se llegara a perder.

Ya no sería solo una oveja perdida, sino una oveja, un perro y un pendejo perdidos.

No sabía si reír o llorar.

Conforme Fido y él caminaban el bosque se volvía más y más oscuro, que bueno que había traído una lámpara con él, no sabía que haría si estuviera en una completa oscuridad.

Se moriría del miedo antes de encontrar a la oveja.

El fuerte viento movía los árboles de un lado al otro haciéndolos bailar, cuando el viento pasaba entre ellos generaba un sonido constante parecido a un chiflido,  Incluso había escuchado algunas ramas romperse.

Que miedo.

Siendo Fido y él los únicos (según él) por esos lados, pudo su mente a trabajar, recordando cada una de las historias que había escuchado.

Se decía que en ese bosque aparecían criaturas mágicas, algunas buenas y otras raras.

Era tan misterioso que no sabías que podrías encontrar.

Otra es los sonidos raros, se decía que eran los sonidos de las criaturas o personas que murieron de formas horribles ahí

Con cada palabra Missa quería regresar más a su casa. Pero ya había tomado una decisión y si las historian eran reales, necesitaba recuperar a la desgraciada oveja.

Cosas que solo Missael, alias el Missa Sinfonía haría.

Claro, nadie más en el pueblo tenía los tornillos tan zafados para arriesgar tanto por una pinche oveja.

¿Cuánto tiempo había pasado ya?

Media hora... Una hora.... Minutos...

El tiempo parecía detenerse en ese lugar.

Tanto Fido como el estaban atentos ante todos los sonidos.

Claro que no quería morir ahí, preferiría hacer algo heroico para salvar a su pueblo.

Como su madre...

De la nada un sonido de algo pasando volando se escuchó justo a su lado, Missa se asustó un poco pero se tranquilizó al ver al pajarito de papel en la mano que sostenía la lámpara.

•— veamos que tienes que decir pajarito —• comentó antes de agarrar el pajarito con la otra mano.

Missa dejó la lámpara de aceite en el suelo y después se sentó en este, justo enfrente de un árbol. Tenía que ver qué era lo que decía el mensaje antes de seguir y eso lo tomaba como un descanso mental para el miedo que sentía.

•— Missa por favor no vayas, la oveja va a estar en un lugar mejor pero tú no necesitas eso ahora, por favor —• La voz de Ari logró escucharse en el mensaje. Sonaba tan angustiada y preocupada.

•— Te regalaré otra pero no te arriesgues a tanto... —• Fue lo último que alcanzó a escucharse.

Missa se quedó viendo el papel, no tenía forma de responder ni nada, solo las palabras escritas-dichas por su tan quería amiga.

Se sentía mal de preocuparla a tal grado de que su voz temblara pero la chica no entendía muy bien las emociones que tenía cada vez que estaba con esos seres.

El joven suspiró antes de doblar la hoja y guardarla en alguna parte, el mensaje había llegado demasiado tarde y ahora estaba ahí, no hay marcha atrás.

•— Sigamos fido, tenemos que encontrarla antes de que pase más tiempo —• Acaricio el pelaje del cielo antes de darle unas palmaditas suaves y ponerse de pie de nuevo.

El perrito comenzó a mover la cola y a buscar el rastro de la oveja perdida.

Siguió caminando y caminando por bastante tiempo olvidando el detalle importante de no alejarse mucho.

Los sonidos del bosque comenzaban a cambiar, ahora podia escuchar más allá del viento y los árboles, solo que eso era mejor a lo que escuchaba ahora.

Gruñidos, cascabeles, susurros incluso.

Pasó saliva y siguió en su búsqueda.

El sudor frío bajaba por su frente, su corazón latía a mil por hora, podía sentir golpeando con su pared torácica y el sonido retumbar en sus oídos.

De verdad era un completo pendejo.

Fido a su lado también gruñía completamente alerta.

Algo lo estaba siguiendo, lo había sentido desde hace un rato.

Ouh shit.

Todos sus pensamientos se silenciaron cuando un fuerte viento hizo acto de presencia, no solo eso, un gruñido muy fuerte venía acompañado de este, sintió como la lampara en sus manos se apagaba.

Un gritó se ahogo en su garganta. La sorpresa no lo dejó reaccionar quedándome quieto también en el mismo lugar.

"Missa, si alguna vez tienes la necesidad de entrar al bosque, ten demasiado cuidado, no solo puedes perderte, sino también no sabes lo que encontrarás ahí, a veces se escucha el rugido de un grande y tenebroso... "

¿Por qué ahora no podía recordar la conversación completa que tuvo esa vez con su madre?

Todo quedó en silencio, como si de la nada en tiempo se detuviera.

Como si fuera la única cosa concientes y con movimiento en ese lugar, aunque él se sintiera paralizado ante el temor que invadía cada milímetro de su cuerpo.

Escuchó otro gruñido, estaba cada vez más cerca de él

Hola Dios, soy yo de nuevo.

Aunque... Se escuchaba como un Oso...

       
       
       
       
           
      
    
   
       
      
     
           
     
       
     
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Muy repetitivo y predecible, lo sé.

En el bosque - Misspreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora