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Nobara y yo decidimos salir de compras, llevando a Maki-senpai con nosotras casi a la fuerza.

A la pelinaranja en realidad le encantaba ir de compras y, sinceramente, esta vez no quería sufrir sola, por lo que recomendé traer a Maki-senpai para divertirnos más. A Nobara le encantó la idea, así que no tuve que hacer nada más y ella se encargó de que viniera.

—Oh, oh, ¡entremos a este lugar!

Sin esperar una respuesta, Nobara entró corriendo a otra tienda de ropa.

Maki-senpai y yo nos observamos.

—Todo esto es tu culpa —gruñó.

Le mostré una de mis mejores sonrisas.

—Entremos. No podemos dejar sola a Nobara cuando se está divirtiendo tanto, ¿verdad? —solté una risa nerviosa, entrando a la tienda.

Esa mirada que me dirigió Maki-senpai me dio escalofríos en todo el cuerpo, pero fui muy buena ignorándola.

Caminamos por algunos minutos, en los que la pelinaranja se acercaba a las prendas para enseñárnoslas, hasta que me tomó del brazo y dijo:

—Vamos a ver algunas pijamas.

De nuevo, sin esperar respuesta, se adentró al pasillo mientras éramos seguidas por nuestra senpai.

—Maki-san, ¿qué te parece esta para ti?

Nobara sostenía en sus manos una pijama de satín azul, elegante y de una sola pieza. Era innegablemente hermosa, pero su estilo difería tanto del de Maki-senpai que una risa escapó de mis labios sin previo aviso. Me vi sorprendida cuando una mano cayó sobre mi hombro, haciendo que pegara un pequeño salto. Al volver la mirada hacia un lado, lamenté instantáneamente haber reído.

—Es tan divertido salir de compras, ¿verdad? —inquirió, con una sonrisa tensa—. ¿Por qué no llevamos una para ti? Se te vería increíble.

Reí nerviosamente, dando un paso lejos de ella, pero su mano no soltó mi hombro en absoluto.

—¿¡Por qué no llevamos una para cada una!? —preguntó Nobara con emoción—. Así, tendremos pijamas iguales.

No podía decirle que no cuando ni siquiera notaba la guerra silenciosa entre Maki-senpai y yo al estar tan emocionada. Sabía que le gustaba ir de compras, tanto como sabía que se le hacía mucho más divertido hacerlo acompañada.

Al final, terminamos comprando esa pequeña pijama que, aunque era muy linda, no pensaba utilizar. Es decir, casi siempre dormía acompañada y la mayoría de noches, lo hacía con Yuji, ¿cómo podía ponerme eso?

Mi relación con Yuji era excelente, a excepción de cosas tan pequeñas como que era el recipiente de Sukuna, el rey de las Maldiciones. Por supuesto que, en esa situación, era muy difícil decirle a todo el mundo que estábamos saliendo. Teniendo en cuenta que en dos ocasiones intentaron asesinarlo, no sería algo bien recibido por los peces gordos.

Además, también tenía que evitar que sus ojos cayeran sobre mí desde el incidente que tuvimos hace poco tiempo, en donde casi moría porque no fui capaz de controlar lo que sucedía con mi Espada.

En donde, quizás, imaginé ver a Suguru.

Salir con Nobara y Maki-senpai en realidad era divertido, porque parecía que, por un momento, podíamos tener paz. Y esperaba que esa paz y tranquilidad que sentía ahora, no terminaran tan rápido.

—¡Ah, Inori, ten!

Vi un poco confundida una caja de regalo que Nobara me tendió después de llegar a la escuela, cuando iba a entrar a mi habitación.

Hacia la cima [ 2 ] | Yuji Itadori |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora