Elrond estaba sentado en su cama pensando sobre lo ocurrido después de que el licántropo se esfumase como un viento salvaje por la ventana de su habitación, velozmente desapareciendo entre la arboleda.
Mientras tanto, en algún lugar muy lejano a los Altos Mandos, en un bosque cercano a la aldea humana, unos elfos oscuros estaban firmando un tratado de paz con las arpías, donde los ojos de la ley Silveriana, osea, la ley que impusieron los antiguos Elfos Albinos después de la Guerra de Las 1000 Almas sobre que toda raza élfica debía consultar a estos antes de firmar cualquier tipo de tratado con otras razas y clanes. Una vez el documento había sido firmado por ambos lados, se comenzaron a realizar copias y falsificaciones de este por doquier, solo en caso de que alguien se diese cuenta de lo que estaban llevando a cabo e informase a los superiores.
Nuestro casi protagonista se encontraba haciendo sus tareas casuales de líder de ejército por el pueblo, aunque, en lo más fondo de su ser, estaba ansiando encontrar a un chico alto de pelo blanco, seguramente oculto por una capa de piel marrón y ropas humildes en la zona de las carnes y materiales de escritura, a saber para qué necesitará tantos, de todos modos no había manera de que los licántropos obtuviesen cualquier tipo de educación, le sorprendió el día que entablaron una conversación que avanzó más lejos de un elfo hablando y un licántropo atado gruñiendo, como era casual en los interrogatorios a estos seres, pero sobretodo lo bien que se manejaba e integraba en la sociedad, suponía que al ser una raza prohibida y mal vista tuvieron que desarrollar métodos de supervivencia para pasar desapercibidos ante los elfos y guardias por la ciudad, así podrían hacer su vida en paz, Corvax sabrá donde.
Este se deslizaba entre las personas, a las cuales les sacaba una, dos y hasta tres cabezas de altura a los más altos de ahí. Pasaba mirando las caras y ropas de las personas, movimientos y expresiones, fijandose en cada detalle, hasta el menor, como los diseños de las dagas que algunos portaban, todo sea para encontrarse con él.
Sin embargo no lo pudo ver en ese lugar. Elrond llamó a su Hindrik, Ëivohr, el cuál surgió del suelo igual que un muerto revivido y cabalgaron hacia el edificio del ejército, donde dejó una nota que informaba a todos que no estaría durante los siguientes días, puesto que comenzó una misión de búsqueda a un foragido -era importante no alarmar a nadie diciendo que era un licántropo o alguien importante- se preocupó de dejar extremadamente clara la parte en la que nadie, pero absolutamente nadie, debía acudir a buscarle, ya que regresaría varias lunas después de ese día.
Agarró lo necesario, montó su animal y comenzó a buscar en todos los lugares que se le ocurrían, bosques nevados, montañas, pueblos abandonados...etc
Hasta que alcanzó una pradera, donde estaban unas personas encapuchadas recitando unas palabras en un idioma desconocido, lo cuál extrañó al guardia, puesto que conocía a la perfección todos y cada uno de los idiomas allí existentes. Después de varios gestos y ritos raros, una gran puerta de piedra y madera con varias inscripciones y dibujos antiguos se erguió en frente de ellos, la abrieron. Al otro lado había una ciudad entera. Elrond apresuró a esconderse tras unos matorrales cercanos, viendo la cantidad de licántropos que vivían allí y hacían una vida normal, tal como ellos.
Quizás alguno le debió haber visto o escuchado, ya que a la vez que estos tres entraban, alguien salía y se dirigía en dirección al escondite del elfo. Ëivohr desapareció entre las plantas con gran velocidad.
"Elrond, ¿eres tú?" escuchó una voz conocida, sonaba como si se estuviese... ¿Riendo?
Alzó los ojos. Silencio. Todo oscuro.
Se despertó en una sala oscura, tal como hizo Ryan el día que Elrond le interrogó.
Una lampara en frente de él cegaba su vista, notaba sus brazos fuertemente atados a la silla con una rasposa cuerda que arañaba sus muñecas cada vez que se movía, se quejó al notarlo.
"Que pijo, le molestan las cuerdas, ¿no es así?" Elrond aún no conseguía reconocer aquella voz, sin embargo le sonaba. Este dirigió la mirada a su lugar de origen mientras todo dejaba de ser borroso. "¿Quién eres...?" habló, con dificultades.
"¿Ya no te acuerdas?"
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*•.What About Him?.•*
Misterio / Suspenso"Los Educados, Delicados, Ágiles y Rectos Altos elfos no son de fiar." -Contaban los licántropos a sus hijos en su guarida. "El bosque blanco de los Altos Mandos alberga muchos de esos traicioneros"- Elrond era la clara representación de un traicion...