Final Pulga

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Iban a buen paso, cuando llegaban de nuevo a la entrada del poblado, si no hallaron a Lionel por el Norte y Sur, tendrían que ir al Este y Oeste. Mentalizado para luchar contra lo que viniera, Guille estaba concentrando su mente en pensar lugares donde podría estar Lionel.

Aún así, grata fue su sorpresa que al llegar a pueblo, la gente lo recibió con la buena noticia que el Omega había aparecido. Su cuerpo se relajo y toda la adrenalina que estaba sintiendo fue transformada en alivio. Aún así no podía quedarse con la incertidumbre, hasta no sentirlo entre sus brazos y corroborar con sus ojos que Lionel estaba intacto.

Al llegar a la casa de los Messi, se veía a Doña Celia en un estado interesante, entre aliviada y enojada. 

—Ya madre, estoy completo puedes dejar de llorar ¿Si? Nada malo paso—. Lionel sentía gran culpa por las lágrimas de su madre, quien se había creado los peores escenarios en su mente.

—No me puedes pedir que me calme, sabes que estoy con esta preocupación desde hace mucho, iré a dentro, veo que te buscan, pero mas tarde vos y yo vamos a hablar seriamente—. Y así ya mas en calma tanto la madre como la hermana de Lionel los dejaron. 

—Me alegro tanto que estés bien, apenas me enteré que habías desaparecido—. No pudo contenerse, todo su ser pedía a gritos abrazarlo y no soltarlo, pensar que pudo haberlo perdido para siempre fue la peor tortura. Tenerlo en sus brazos, oler aquel característico aroma dulce y apreciar aquella calidez que se formaba en ambos, había sido un imbécil estas semanas, no podía vivir sin Lio, aun faltaba una semana para que terminara el plazo, y ya tenía una estrategia en mente. "Me voy a ganar a pulga, ya logre cargarlo, seré yo quien obtenga el pañuelo". Aun así tenía una duda comiéndole por dentro —¿Dónde te habías metido? 

—Pues... veras yo, —El omega se veía algo nervioso, no le daba la mirada, a pesar de haberse separado un poco para inspeccionar que no tuviera alguna herida —me fui por el lado oeste sin querer y habían flores muy bonitas, decidí solo por hoy darme un descanso y me quede dormido bajo un árbol, se me fue el tiempo cuando regrese todo el pueblo estaba en pánico por mi— Guillermo no estaba del todo convencido con esa explicación, desde que eran niños nunca había visto que el mas bajo se perdiera, conocían el lugar como la palma de su mano.

—¿Estas seguro?— No le gustaba desconfiar de la palabra de este, pero no le parecía algo probable.

—Ya te dije lo que paso, ¿Por qué no crees en mi?— Ahora tenía aquella mirada penetrante y retadora que tanto le encantaba, Lionel tiene alma fuerte y decidida tras aquel carácter tímido y dulce. 

—Lo siento, solo que no te escucho convencido de lo que me dices, además aun estoy algo alterado por los lobos.

A los pocos segundos aparecieron los demás igual de preocupados por el omega y su salud, Antonella estaba al borde de las lagrimas, Kun y Javier hacían mil preguntas y él, solo se limitaba a tener al omega de su mano, sin querer separarse ni un momento de su lado, habían corrido con una suerte enorme, tanto los lobos habían dejado de ser una amenaza, como que Lionel había vuelto sano y salvo.

Ya era otro día, esta vez estaba listo para actuar, no iba a dejarse autosabotear, no otra vez. Aquel susto solo le dio aun mas agallas. Lionel le había dicho que si gustaba de él, lo tenía como posible pretendiente y solo con eso era motivo suficiente. 

Se alisto para salir, su mirada se notaba ardiente, listo para triunfar, pero antes de ir por aquel gato, fue directo a la casa de los Messi, toco un par de veces, por la hora, seguro aun se encontraría Lio en casa.

—Hola Memo ¿Buscas a Lionel?— Fue Jorge quien salio a atender.

—Buenos días Don Jorge, así es ¿Se encuentra aun en casa? 

El Pañuelo - MechoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora