Sus ojos brillan entre las sombras, puedo escuchar un gruñido salvaje salir de entre los arbustos pero no veo nada.

La piel comienza a picarme, como cuando me siento en peligro, pero no hay nada ahí.
Cuando me doy vuelta, sus blancos colmillos están a centímetros de mi cara, su imponente figura es un tanto retorcida ya que es la cabeza de un lobo en el cuerpo de un hombre con traje azul.

"Mía" murmura con un extraño gruñido y yo no puedo moverme mientras él se acerca a mi. Pone sus manos sobre mi cuerpo y solo siento su calidez acercarse a mi cuello en dónde muerde un poco la piel de mi hombro haciéndome gemir.

Me levanto de golpe al sentir el dolor en mi cuerpo y lo primero que reviso es mi cuerpo, justo donde ese lobo raro me mordió algo me estuvo haciendo daño, seguramente fue es cierre de mi sudadera.

Observo a mi alrededor y me aferro a las sábanas al ver que no estoy en mi habitación, mi pánico aumenta pero la ropa que llevo es la misma con la que salí de mi casa así que me calma un poco.

La puerta se abre y puedo ver a un hombre impresionante entrar por ella. Yo me quedo como tonta solo observándolo.

—Me alegra que hayas despertado, creí que lo harías más temprano pero supongo que lo que pasó anoche te dejó exhausta. –señala tomando la raza de café.

—¿Tuvimos sexo anoche? –casi grito y lo veo quemarse con el café.

—¿Qué? ¡No! Oh por dios, yo no soy de esos hombres. –asegura ofendido.

—¿De qué clase de hombres hablas?

—De los que tienen sexo casual.

—¿De verdad quieres que crea eso?

—¡Iban a lastimarte! Dos hombres en el parque, llegué a tiempo para alejarlos, te traje aquí porque estabas en shock y eras incapaz de hablar, solo supe tu nombre pero nada más.

—¿Por qué no me llevaste a mi casa?

—¡Por qué te desmayaste en mi sillón favorito! Llamé al doctor y él me dijo que solo tenías que descansar y así lo hice.

—¿Quién eres? ¿Dormiste aquí mismo? –señalo la cama en la que estoy.

—Mi nombre es Iktan y no, no dormí en esa cama. Dormí en la sala, traje desayuno para que puedas prepararte y sentirte mejor.

Iktan, como me dijo que se llama, acerca la bandeja hasta mi y la deja en la mesa, pasea por la habitación buscando algo pero no sé que, no hasta que lo veo tomar una toalla del cajón.

—Iré a bañarme, desayuna para que también puedas hacerlo, si eso deseas.

—Claro, gracias.

Él entra a la ducha y yo aún miro por donde se fue. No quiero hacerme ideas raras pero la complexión de ese hombre es similar al la del hombre con cabeza de lobo que ví en mis sueños... Realmente estoy loca por seguir pensado en eso pero sobre todo por compararlo con él.

***

Mientras me termino de bañar, siento otra vez esa picazón en mi cuerpo, no sé a qué carajos se debe o que está mal conmigo. Quizás es esta casa o las sábanas tenían polvo o...¿Él sería capaz de hacerme daño?

Salgo de la ducha y en la cama veo un pantalón deportivo, calcetines calientes y una camisa, hay una nota clara de Iktan sobre la ropa.

"Te debo la ropa interior"

Tomo la ropa y apenas estoy por ponerle la cuando mi teléfono suena por la habitación. No puedo localizarlo de inmediato, hasta que vuelve a sonar.

Tomo la llamada sin perder tiempo a la misma vez que observo el reloj.

—Jefe, déjeme explicarle que...

—¿Estás muriendo?

—Eh, no.

—¿Te comió una ballena y te arrojó al Pacífico?

—No, lo que pasa es que...

—En ese caso, estás despedida. –dice y cuelga la llamada.

Yo permanezco aún con el teléfono en la oreja y mi mano libre aferrada a la maldita toalla. ¿Despedida? ¿Estoy despedida?

La puerta se abre y yo me sobresalto, Iktan se cubre los ojos y se gira, yo no soy capaz de hablar.

—¡Vete!

—Lo siento Aura.

Él sale de la habitación y yo me siento avergonzada y furiosa en partes iguales. Maldita sea mi suerte.

Termino de cambiarme y no puedo evitar sentir el aroma de su perfume. La picazón en mi piel desaparece mientras inhalo el embriagante perfume de su ropa y algo dentro de mí se arremolina, es caliente, picante...

—¿Aura, está todo bien?

—Eh, yo...si, ya salgo.

Tomo mis cosas y me calzo los tenis que llevaba anoche. Abro la puerta de la habitación y puedo ver a Iktan caminar de un lado al otro en el pasillo, ladeo la cabeza poniendo mi atención en él.

Parece que estoy viendo a un felino caminar o a un...¿Lobo? Sacudo la cabeza por lo ridículos que se tornan mis pensamientos, ese sueño loco me dejó algo confundida.  

—¿Iktan? –llamo su atención y él deja de caminar por el pasillo.

—Lo siento, ¿Estás cómoda con la ropa?

—Si, gracias. Yo, debo irme, te agradezco por tu ayuda y lo que hiciste por mi.

—No tienes nada que agradecer. Ven, te llevo a tu casa.

—De hecho, debo ir a mi trabajo, si es que todavía tengo uno. –murmuro.

—De acuerdo, si necesitas algo llámame. –me pide entregándome una tarjeta. "Iktan Malik"

—Gracias, ahora debo irme.

—Claro.

Salgo de la casa de Iktan  sintiendo un leve escalofrío cruzar mi espalda y miro hacia atrás mientras la puerta se cierra, sus ojos me miran con fijeza y una sonrisa apenas perceptible aparece en sus labios.

Camino con prisa hasta mi casa para tratar de solucionar su despido adelantado. No puedo darme el lujo de perderlo porque lo perdería todo.

Llego y tomo mi ropa, peino mi cabello y tomo mis cosas, el olor a Iktan sigue impregnado en mi piel, no puedo evitar inhalar con fuerza tratando de guardar hasta el más mínimo aroma de su perfume, puede que esté loca pero ese hombre me ha hechizado y ni siquiera puedo responder porque.

El Oscuro Secreto Del Alfa. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora