Notas de un corazón herido

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—qué extraño — susurra un erizo azul mientras sujeta una hoja de papel en sus manos, la cual encontró en su paseo por el campo de flores en medio del bosque —quien habrá tirado esto en este lugar? No saben lo que es un basurero?— mira su alrededor encontrando varias hojas más, las cuales recoge en un pestañeo juntándolas todas.

En su camino encuentra el origen de las hojas, un pequeño bolso color gris. Toma está y la usa para guardar las hojas en su interior, dejando el lugar completamente limpio.

Sonríe orgulloso al ver el campo limpio una vez más —bien, debo tirar esto— mira la bolsa con una ceja alzada, ahora curioso por el contenido, quien sabe, tal vez era importante, así que toma uno para comenzar a leerlo.

—tus ojos tan puros, con un brillo que transmite calma, esa calma que mi atormentado corazón necesita. Con ver esos bellos luceros soy feliz, por qué me dan la paz que busco con desespero. Mírame por favor, mírame siempre te lo ruego, regálame una sonrisa y tú mirada— recita el texto en voz alta, soltando un silbido suave al terminar —que bonito texto, alguien está profundamente enamorado, es una lástima que lo haya tirado, o quizás lo habrá dejado caer sin querer?— mira la bolsa —será mejor que las aguarde, tal vez su dueño quiera recuperarlas— sonríe suavemente dejando la hoja en su interior, siguiendo con su carrera, como todos los días, dejando una estela azul en su andar.

Al desaparecer la luz azul, aparece una luz dorada. Se detiene en el mismo lugar, mirando el área rápidamente buscando algo y por su expresión de preocupación, mezclado con miedo y desesperación, era algo muy importante. Tras no encontrarlo sigue su camino tomando otra ruta.

El azul termina su paseo en un quebrada teniendo una hermosa vista del atardecer de ese día. Se sienta dejando la bolsa a su lado y saca otra para seguir leyendo, le parecía tierno el amor de las personas, era un sentimiento muy hermoso y lindo de ver.

—hoy te he visto de nuevo, mi hermoso cielo, sonriendo con una gran alegría que retumba en mi corazón, por un momento me hubiera gustado acercarme, saludarte, besarte; obviamente no pude, no tengo el valor, pero tu me viste, saludaste, te acercaste, mi corazón saltó tanto que alcanzó mi garganta y por un momento me sentí morir, aunque no me hubiera importado morir en tus brazos.

"hola" me dijiste "quieres venir?" preguntaste, sí, quería gritar "molesta a alguien más" respondí en realidad. Quería enterrarme en el suelo, debajo del árbol que era mi escudo, me acobardé y salí corriendo solo escuchando un adiós de ti.

Soy patético, lo sé. Te amo tanto, pero le temo también. Me muero por dentro por estar a tu lado, pero un muro que yo he creado no me deja acercarme—

—tio, eres idiota— ríe tras terminar la nota, doblándola como los dobleces dictaban, colocándola a su lado, saca otra más para leerla también

—días, meses, no te he logrado ver más, mi trabajo me lo ha impedido acercarme, viajar es cansado, cazar estúpidas escorias es molesto, pero hice una promesa y la he de cumplir. Tengo palabra y orgullo, demasiado para mi gusto.

A pesar de la distancia, escucho de ti, por mi compañera que mantiene contacto con tus amigos, por las noticias donde he logrado ver tu figura para no olvidarte, en mi mente, imaginando escenas de tu y yo juntos mirando el hermoso atardecer o las estrellas de aquel risco donde a veces te he encontrado, tu lugar preferido.—

—heee, no soy el único que le gusta estar en lugares como este— sonríe

—Te extraño, lo confieso, aunque tu personalidad infantil y como si nada te importara me llega a fastidiar, es algo que adoro, que admiro, que deseo a mi lado porque me trasmite una cálida sensación.

A veces deseo gritar tu nombre junto a un te amo, a veces deseo probar tus labios duraznos, a veces quisiera no ser tan orgulloso para susurrar en tu pequeña oreja lo bello que eres y todas las cosas que provocas en mí—

—de verdad deberías tener más valor viejo, quizás esa persona te ama y tu ni en cuenta, yo lo haría— sonríe leve —aunque mi corazón ya tiene dueño y es un cabeza dura como tú— suspira profundo aliviando una pequeña presión de su pecho.

Repite su acción, guarda la nota, saca una más.

—hoy fue lo peor, no quise gritarte, lo juro. Perdoname, por favor. No estaba molesto, estaba asustado, iba a perderte por tu espíritu aventurero, quedaste muy herido tras tu lucha con eggman. Eggman? No pensé que tuviera a otros enemigos... no, en realidad es lógico, es malvado— rueda sus ojos y se reacomoda para seguir leyendo —Perdoname, por favor, no me odies por no saber cómo decirte que tu seguridad y tu salud me importan, que tú me importas, mi cielo, mi viento, mi amor. Si te pierdo, no sé qué haría sin ti. Pues vivir, supongo— responde guardando la nota nuevamente para agarrar otra.

—me duele, no puedo respirar. Ese beso debía ser mío, yo debí recibir ese beso. Aunque quisiera no puedo, no tengo el valor ni en acercarme a ti como para exigirte algo, mucho menos para pelear contigo. Todo es mi culpa, si pudiera decirte, si pudiera acercarme a ti, si pudiera expresarte que te amo son...—

—sonic!— escucha a su espalda haciéndolo voltear, encontrando a un erizo moreno, temblante y sonrojado, con sus ojos brillando con intensidad, tan abiertos que dejan ver su pupila completa.

Este mira la bolsa, las notas a un lado de sonic y la que tiene en su mano. Traga grueso las pocas gotas de saliva que poseía. Quería gritar, quería llorar, quería caer al suelo por culpa de sus temblantes rodillas. No sabía qué hacer ni que decir. Él había leído sus notas, las que siempre escribe cuando su mente dicta, tan repentinamente que usa cualquier material en vez de usar un diario, en el fondo de su ser tenía el deseo de dejárselas escondidas, pero siempre se arrepintió. Y ahora, las tenía en sus manos.

El silencio gobierna, el erizo azul baja su mirada a la nota, repasando lo último que iba a leer, luego mira al azabache, quien se mira tan distinto de lo habitual que por un momento puede jurar que no es el mismo, que es otro.

—shadow— susurra levantándose de su lugar, guardando las notas para acercarse a él a paso lento —son tuyas?— pregunta con voz calmada y suave, como si le hablara a un animalito asustado. Este no responde, solo balancea su cabeza hacia el frente dando a entender que sí —shad, tú...— quería preguntar, pero el lenguaje corporal dictaba que no iba a tener una respuesta. Sonríe, realmente no necesitaba una respuesta, las tenía en sus manos.

Y pensar que él también lo amaba, lo hace golpearse el rostro, mentalmente, tras malinterpretar todas sus señales, aunque tampoco eran tan claras como quisiera.

Suspira tras sus pensamientos, le entrega la bolsa, la cual es recibida con cierta duda, para luego acercarse y darle un beso tan cerca de los labios que cualquiera que los viera creería que si es un beso en la boca.

—solo para que sepas, también me gustas— susurra alejándose.

Le regala una sonrisa y la bella vista de sus mejillas sonrojarse —nos vemos luego, romeo— le guiña un ojo y se retira a alta velocidad, dejando su estela en su andar.

Cuando ya se encuentra solo, el azabache explota de emoción, dejándose caer al fin, con su cara tan roja que no se distingue sus mejillas y sus pupilas o sus vetas. A su vez toca el área donde tocaron sus labios, haciéndolo jadear. 

Tocando Tú Corazón (Shorts Sonic Multiship)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora