viejo

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3.

Uraraka cruzó sus brazos sobre el pecho.

A lo largo de su vida pudo hacer un completo análisis de sus compañeros, vivir en el mismo edificio y pasar toda la adolescencia en conjunto le permitió adquirir lo suficiente como para definirlos. Katsuki era revoltoso. Shoto parecía un cactus. Fin de las definiciones.

-Okey, ¿quién lo hizo?

-¿No es obvio? Fue Shoto. -dijo Katsuki con cara de inocente.

El niño mencionado abrió la boca ofendido y preocupado. Negó apresurado pero entorpecido con sus palabras, demasiado nervioso.

-Mentiroso. -siseó Shoto por lo bajo.

Uraraka se inclinó hacia delante.

-¿Dices que Shoto rompió la maceta?

Katsuki asintió segurísimo.

-¿Pero cómo es posible que no tenga ni un gramo de barro encima y tú estés lleno de pies a cabeza?

La pregunta deja al niño algo desequilibrado pero se recompone de inmediato y se sacudió la tierra lo más disimulado que pudo.

-Verás, acabé así por detenerlo. Son los gajes del oficio.

-Ajá.

Verlos de pie, uno al lado del otro, le trajo recuerdos de la secundaria. De cuando Bakugou peleaba con Izuku -a quién Ochako consideraba igual de revoltoso- y el rubio terminaba envuelto en cinta, gasas y algún golpe. Shoto permanecía igual que antes, parado a un costado de Katsuki y de su mejor amigo. Las chicas y ella lo llamaban el mediador, interfiriendo siempre que se trataba de esos dos.

-¡Yo no rompí la maceta! -gritó Shoto, desesperado por ser víctima de una injusticia.

-Sí, yo te vi. -Katsuki se pavoneaba, la sonrisa en su cara delataba que solo quería molestar a Shoto. -Me llenaste de tierra para incriminarme.

-¡Que no!

Uraraka suspiró. El patio no era particularmente grande, solo unos metros donde solía dejar algunas plantas que la madre de Izuku les traía. A un par de metros encontró una pelota de plástico, de seguro perteneciente a los niños de la casa de atrás. A menudo solía caer en el pequeño jardín. Uraraka no podía culpar a Katsuki por haber jugado con la pelota, Denki dejó en claro cuanta energía tenían los infantes y lo agotador que era entretenerlos. De lo único que se culpa es de tener un espacio tan pequeño como patio.

-Solo fue un accidente. -empezó a decir, volviendo sus oídos a la discusión de ambos niños. -No hay proble...

-Tienes dos pies izquierdos. -dijo Katsuki, señalando las agujetas sueltas de Shoto.

-¡Tú pateaste!

-Fuiste el último antes de que la maceta se rompa.

-No se habría roto si no la hubieras usado como arco y pateado diez veces.

-¿Pero la rompí? -dijo para negar de inmediato, contestando su propia pregunta. Shoto arrugó las cejas, con su rostro rojo y lleno de enfado.

-¡Literalmente estás cubierto en tierra! -lo señaló.

Katsuki se miró de pies a cabeza y se le cruzó una idea increíble. Increíble solo para Katsuki, pues Uraraka no comprende cómo echarle tierra a Shoto sería una buena idea. Shoto lo miró como si no pudiera creer que un puñado de tierra acabase de aterrizar en su cara. Uraraka intervino.

-Okey, ustedes dos, paren de pelear. -los separó. -¡Y no más tierra!

Los infantes se cruzaron de brazos y miraron a otro lado. Bakugou no parecía arrepentido en absoluto y ahora Shoto estaba molesto por ser injustamente acusado.

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