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Second step, I don't need you.

Una semana había pasado desde que tomó su decisión y Minho siguió igual, más cortante que antes. Cuando hablaba con él podía notar la irritabilidad en su voz y aroma, aquello hacía que su corazón se apretara y su garganta doliera.

Por lo menos faltaba menos para que todo terminara, o faltaba menos para que su corazón ya no aguante y deje ir al alfa mucho antes de lo esperado.

Para ese día tenía pensado darle algo a Minho. Serían unos simples pudines que él mismo preparó.

Al terminar de hacer los postres los tuvo que ocultar de sus hermanas, aquellas alfas que por más que les dijera algo terminaban haciendo lo que querían, igual que su padre.

Al bajar se encontró con el mayor en la cocina devorando uno de los cinco pudines hechos solamente para Minho.

—¡Papá! ¡No deberías comerlos tú! — lloriqueo al notar como solo quedaban dos.

—¿Los hiciste tú? Te quedaron muy bien, cariño, está vez no quemaste el delantal — felicitó al segundo de sus hijos terminando de comer dispuesto a tomar otro, un manotazo dejó ardiendo levemente el dorso de su mano.

—Los hice, pero no para ustedes. Ya te comiste casi todos.

Eran los únicos que habían quedado decentes y su padre terminó con ellos. El alfa guardó silencio, sabía para quién era la comida. Tal vez fue egoísta de su parte comerlos, pero aún no se imaginaba a su hijo cortejando a alguien

—Lo siento, cariño. Cuando vuelvas de la escuela te ayudaré a preparar más, ¿sí? Ahora vamos que se te hará tarde.

—¿Me vas a llevar? — su padre asintió con una sonrisa. Ambos se dirigieron al auto una vez que tomó sus cosas.

Sus manos sudaban de los nervios que sentía, era la primera vez que le daría algo cocinado por él mismo a Minho; su padre reconocía lo bien que los había hecho y que el alfa estaría encantado de probarlos, sí, su padre como su madre sabían que gustaba de Minho hasta el punto de llamar cortejo a lo que Chan hacia.

La idea la tomó de su madre.

La omega siempre relataba su historia de amor a sus hijos, como consiguió una salida con el alfa siendo la primera en dar el siguiente paso en su relación, como lo trato con regalos y poemas escritos por ella misma, diciendo que también los alfas necesitan ser cuidados y amados.

El señor Bang siempre se ponía de mil colores al escuchar a su esposa dándole la razón.

Veinte minutos después el vehículo fue aparcado frente al campus, la entrada estaba repleta de alumnos, al ser casi las diez de la mañana algunos iban o volvían de sus clases.

Antes de bajar divisó a sus amigos en la entrada, ellos al reconocer el auto poco a poco se acercaron. También a lo lejos divisó al alfa hablando con sus amigos recargados sobre el auto de San.

—Minho... — su mirada se mantuvo sobre el alfa, tenía unas enormes ganas de ir hasta él, hablarle y darle lo que preparó.

—Oh, ¿él es el chico que te gusta? Es lindo — confesó su padre a su lado mirando hacia la misma dirección. Asintió ruborizado—. Deberías ir con él y hablarle, de seguro se pondrá feliz por tu postre, Channie.

Mordió su labio inferior inseguro, en ese momento quiso preguntarle a su padre si él hacía lo mismo que Minho, ¿él también rechazaba a su madre?, ¿también la evadía y decía que sus obsequios eran tontos a sus espaldas?, ¿también se burlaba de ella con sus amigos?

¡Sé solo mío! ━ [𝗠𝗶𝗻𝗰𝗵𝗮𝗻]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora