Georgia

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Algo que Jennie odiaba de Roseanne era la fama que tenia entre las idols, actrices de Corea, también con las modelos fuera del país. Lo odiaba con toda su alma, pues no había minuto donde no viera esos mensajes en su celular donde le insinúan verse por la noche para pasarla bien.

Ahora mismo tenia el celular de la rubia entre sus manos, leyendo cada uno de los mensajes que le decían cosas descaradas, como; "¿qué te parece si mueves tus caderas detrás de ?" "tan joven y ya sabes hacer un 69" "te presto mi vagina para que la chupes como paleta" "hazme gritar hasta que se quejen los de un lado del motel" "¿esos dedos hacen magia? espero que para que nunca te apartes de mi". Y más y más cosas, unas no eran tan graves, otras hasta se sorprendía por lo vulgar que podían ser para que Rosé se las cogiera de una y mil formas.

En un momento esa fama de mujeriega era verdad, pero con quien se acostaba eran personas que ella quería y que sabía que no dirían nada, solo supo que lo hizo con unas tres idols, su debilidad eran las actrices y solo se acostó con alguien sin fama, según dicen que era una fan.

Aun con el celular entre sus manos y mordiendo sus labios, de los cuales se veían rojizos e hinchados, sus ceño estaba cada vez más fruncido, no podía creer que su maknee aún siguiera con eso, pues SEGÚN ella, ambas ya eran algo, más que compañeras de grupo, más que amigas, no solo eran unnie y maknee, ahora su relación era amorosa. NOVIAS.

― ¡Yo soy su novia malditas! ― gritó con enojo, tapándose la boca al instante pues su pareja estaba en el baño.―

Termino de leer y dejo de lado el celular de la menor, respirando agitada pues su enojo era demasiado, no lo podía controlar, NO PODÍA CREER QUE SU MUJER LE ESTUVIERA HACIENDO ESO. Pensó que desde que comenzaron una relación ella iba a dejar todo eso pero ve esos mensajes, unos más recientes que otros, el enojo se fue convirtiendo en tristeza y sus ojos se cristalizan por las lágrimas amenazando a salir. Hizo un puchero con sus labios.

― Ya salí. ― anunció la menor.― Pensé que aún estabas dormida. ― se acerca a ella para darle un beso pero se le fue negado, confundiendo la.― ¿Estás bien?
― la mayor se aparta de ella y cruza sus brazos contra su pecho, el nudo en la garganta se hacia más intenso, lo que provocaba no dejarla hablar.― Amor, ¿qué pasa?

― Revisa tú celular. ― dijo por lo bajo pero suficiente para que la rubia la escuchara.―

Le hizo caso y fue por su celular, lo desbloqueo y vio los mensajes que le insinuaban una noche llena de sexo desenfrenado. Sabia que tenia que decirle a Jennie que aún había personas aferrada a ella y aunque estas le ofrecieran su cuerpo, ella no iba aceptar.

― Jen, esto no es lo que parece, deja te explico todo ¿si?
― dijo un tanto nerviosa.―

― ¡¿Qué carajos quieres explicar?! ― gritó, dejando salir sus lágrimas.― ¡¿Desde cuándo me ibas a decir que estabas con otras?! ¿ah? ― muerde sus labios.―

― Amor, no es lo que parece. ― agarra la toalla que está amarrada a sus cintura para evitar que se caiga.― Te lo iba a decir, te iba a decir que, que, que ellas, me buscan, yo no soy, te lo iba a decir, no te estoy siendo infiel, todas esas conversaciones las inician ellas.

― ¿Ah si? ¿entonces por qué Felix te preguntó si la pasaste bien con Yeri? ― frío, sintió frío, ¿eso dijo el estupido rubio?― Eres una idiota, no debí confiar en ti, no debí.

Tan rápido como pudo la castaña, tomó sus pertenencias y salió del departamento de la rubia, se dirigió a la puerta de la salida y al ya tener la pomo de la puerta, escucha como la rubia corría hacia ella.

― Terminamos.

Dijo antes de salir y azotar la puerta, retombando las paredes del lugar.

El pecho de Rosé ardía, su corazón dolía y su cuerpo lo sintió desfallecer. No pensó que Jennie, su novia o ex, le dijera eso, pensó todo lo contrario, que se enojaría y se iría y que se le bajaría el mal humor y después de un tiempo hablarían para aclarar la situación, pero no, ahora no podía aclarar la situación, tampoco podía ir tras la castaña pues si alguien las veía como peleaban se armaría un escándalo y su empresa les daría un castigo.

Mientras la castaña bajaba hasta el estacionamiento del edifico, pensaba como las acciones de otras personas arruinaron el momento mágico que tenían. Ayer por la noche estaban celebrando su aniversario de trescientos días, si, llevaban demasiado tiempo. El como pasó a sentir los besos fríos de la rubia por todo su cuerpo a lágrimas marcadas en su rostros, de cómo la hacía gemir sobre su boca para sentir el dolor de cabeza por la situación.

Llego al estacionamiento y subió a su carro, un Porsche, lo encendió y salió de ese lugar. Todo su ser se sentía dolido.

Until I Found You ( Chaennie )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora