11.Cancioncitas

2.8K 279 6
                                    

El sonido del monitor hacía eco en la habitación, la incómoda liga apretaba sutilmente su panza de 5 meses, un suspiro cansado salió de sus labios partidos por la poca agua que había tomado y con pesadez tocó su gran vientre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sonido del monitor hacía eco en la habitación, la incómoda liga apretaba sutilmente su panza de 5 meses, un suspiro cansado salió de sus labios partidos por la poca agua que había tomado y con pesadez tocó su gran vientre.

Sus dedos estaban más delgados, al igual que él, el suero no ayudaba mucho a subir de peso pero mínimo lo mantenía alimentado. Pasos por aquí, pasos por haya y el asqueroso olor de hospital que acariciaba la nariz del azabache.

Como odiaba los hospitales.

—Disculpe…la liga no

—La liga no lastima al bebé, todo está bien señor Sano, solo necesitamos monitorear al pequeño príncipe que lleva ahí— las enfermeras eran muy amables, todos en el pasillo lo atendían como si fuera el único paciente.

Y pues lo era, Manjiro rentó todo el pasillo para evitar que se distraigan con más pacientes.

—Claro…lo siento, estoy algo nervioso— confesó el azabache, acarició suavemente su abultado vientre y miró nuevamente a la enfermera —¿Nadie ha venido a verme? Chifuyu dijo que vendría hoy

—El señor Baji aviso que tuvo un inconveniente, y su marido está abajo firmando unas cosas. No se preocupe, ya vendrá

Takemichi sonrió tontamente, su corazón latía de emoción al pensar que vería a Manjiro después de 1 mes entero de su ausencia. Los minutos pasaron lentamente y tal como la enfermera dijo, Manjiro entró por aquella puerta con un enorme ramo de girasoles.

—¿Cómo está mi solecito?— habló divertido el cenizo, en su cuello había una gasa.

El motivo de toda esa situación era simple, un puto ataque contra Takemichi, hace aproximadamente 1 mes y medio que una banda enemiga choco contra la limusina donde Takemichi iba. Manjiro no lo tomó bien, una pelea se inició entre ambos bandos y concluyó con Bonten como los ganadores, y aquel corte en el cuello era la única herida que el líder de Bonten no pudo borrar de su cuerpo.

—El bebé te extraña mucho…extraña oír tu voz en la noche— habló suave Takemichi, tomando la mano de su esposo.

Manjiro se acostó a un lado del azabache, varios besos fueron plantados en las pálidas mejillas y el abultado vientre era acariciado por las grandes manos del cenizo.

—¿Si? Nuestro baby me extraño mucho, y yo los extrañe a ambos— soltó risueño el mayor, mimando con besos y caricias a su lindo solecito —¿Qué tanto me extraño mi amor bello?, ¿Cómo te tratan aquí? Se que Baji viene todos los días pero hoy le encargue algo especial

—Así que, le pediste a Chifuyu que me dejara sólito, eres un esposo muy cruel. Me aburro en este lugar, Chifuyu viene a distraerme un poco— se quejó con diversión el menor, Manjiro rió suave y besó los labios del azabache con delicadeza.

—¿Qué necesita mi amor hermoso?, ¿Qué le falta para que se sienta bien?

—Quiero ir a casa…no me gustan los hospitales…me traen malos recuerdos— confesó el azabache, teniendo en mente aquella vez donde Manjiro lo golpeó hasta casi la muerte, lo duro que fue estar en aquel hospital y la confesión que le había hecho a Hina sobre el amor que sentía hacia Manjiro.

—Lo se amor…yo…estoy arreglando las cosas para que vayamos a casa, te atenderán ahí y estaré junto a ti, y junto a nuestro baby— Manjiro jamás se perdonaría aquel día, su corazón se rompió cuando Kokonoi regreso del hospital solo para confesar que Takemichi no paraba de susurrar el nombre del cenizo durante todo el camino.

Y eso dolía, dolía en el alma saber que Takemichi siempre lo amo, dolía saber que había lastimado a su bello solecito.

Manjiro tarareo una canción, aquella canción que tanto relajaba al azabache, pronto los ojos azules se cerraron lentamente hasta caer dormido. El cenizo acarició el vientre de su amado en espera de que los doctores le dieran el permiso para llevárselo a casa, tener lejos a su solecito lo ponía mal, extrañaba despertar junto a su amor y esconder su rostro en el cuello de Takemichi para despertarlo con suaves besos.

Las horas pasaron, y en cuanto aquel anciano de bata blanca y larga barba dio su autorización, Manjiro cargo con delicadeza al azabache con miedo de despertarlo, la enorme y como cama recibió con justo al embarazado y el cenizo solo se arrodillo frente a la cama admirando el abultado vientre.

Pensar que pronto tendría en manos a su hijo le emocionaba pero al mismo tiempo lo temía, Takemichi estaba delicado y tenía miedo que el parto se complicará. Con pena escondió su rostro en la orilla de la cama, colocó su mano en el vientre de Takemichi para hacer pequeños círculos con la yema de sus dedos.

—Papi ya te quiere conocer, me sentí un poco inútil…mami está haciendo tu cuerpito dentro suyo y yo solo puedo observar sin ayudarlo, además que eres un pequeño traviesos que le encanta moverse y eso lastima un poco a mami…debes ser más cuidado cariño, no podemos hacer llorar a mami otra vez.

La mano de Manjiro fue acariciada por los delgados dedos de su marido, con las mejillas rojas levantó la mirada para ver la bella sonrisa de su esposo.

—Si no quieres que llore, acuéstate a mi lado un rato— habló suave el azabache, Manjiro obedeció sin chistar y con cuidado se subió a la cama para acostarse junto a Takemichi, la cabeza de Takemichi estaba apoyada en el hombro del cenizo —¿Podrías cantar algo? Al bebé le gusta oírte cantar— pidió apenado el azabache, la risa divertida de Manjiro era angélica y eso enamoraba aún más a Takemichi.

—¿Cantar?, ¿Qué quieres el bebé que le cante?

—killing me softly, me gusta mucho cuando la cantas— confesó algo apenado el menor. Una de sus partes favoritas de estar embarazado era cuando Manjiro le cantaba para dormir, o cuando se bañaban juntos y su esposo frotaba su vientre. Realmente estaba disfrutando mucho su etapa de embarazo, aunque Manjiro parecía preocupado cada vez que el pequeño bebé pateaba con fuerza, quizás era el miedo de ver llorar a Takemichi otra vez.

Porque el pasado no se puede borrar tan fácilmente, y recordar el rostro lloroso de a Takemichi mientras lo golpeaba sin parar seguía estando presente en sus peores sueños.

Manjiro besó los lindos labios de su marido, sonriendo entre cada beso, la voz del cenizo empezó a sonar por la habitación cantando a acapella aquella canción mientras Takemichi entrelazada sus manos.

Manjiro besó los lindos labios de su marido, sonriendo entre cada beso, la voz del cenizo empezó a sonar por la habitación cantando a acapella aquella canción mientras Takemichi entrelazada sus manos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿De quién es ese bebé? [MiTake] ✅️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora