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Con el pie izquierdo

Era un Viernes por la mañana. Los pájaros comenzaron con su rutina de canto matutino, anunciando que la ciudad debía despertar. Los rayos de sol naciente se filtraron atravez de las separaciones de sus cortinas, acariciando el rostro de un muchacho con cabellera amarañada, envuelto como un taquito en sus cobijas. Quién solto un quejido y se dio la vuelta para aminorar la molestía.

La habitación estaba calientita, con un delicioso aroma a suavizante que las sábanas desprendían. Era como un arrullo para cualquiera. Nuevamente estaba por caer en su siguiente ronda de sueño pero el traqueteo de una puerta lejana y un "nos vemos más tarde", lo hizo abrir los ojos de golpe.

- No mames, no mames. Me quedé dormido. - Rápidamente se levantó de la cama cogiendo su singular gorrito. Sin importarle lo frío que estaba el piso corrió en dirección a la puerta principal para asomarse por la mirilla.

(Por favor, por favor. Que aún no haya pasado...💭)

Y así fue. Pudo ver como un chico de cabellera castaña pasaba frente a su puerta, portando un elegante traje y su maletín. <<Buenos días>> Escuchó como saludaba a la vecina.

Esas simples palabras pese a que no eran dirigidas a su persona, fueron suficientes para sacarle un suspiro.

- Buenos días a usted también...Mr.Luzu... - Dijo en un susurro sin despegarse de la mirilla.

- ¿Por qué no solo sales y se lo dices directamente? Animal de granja - Dijo una mata de cabellos rubios asomándose por la cocina, sosteniendo un plato de cereal.

- ¡Ay! Hijo de tu puta madre. - Se dió la vuelta golpeando su espalda contra la puerta, sosteniendo su pecho al sentir que el corazón casi se le salía por el susto. - ¡Ya te dije que no hagas eso! - Se escuchó la risa de su amigo. - Ademas, a ti que te importa. -

- Tienes razón, me da igual. - Se encogió de hombros a la vez que volvía a la cocina.

- Por cierto, ¿Que haces despierto tan temprano, cabrón? - Comentó yendo tras de su amigo, acercándose al refrigerador para sacar un galón de jugo y el frasco de mermelada.

- Tengo una clase en dos horas. - Llevó una cucharada a la boca después de decir eso.

- Vaya. Que milagro, ¿Ya se te acabó lo de tu mesada para sobornar al director? - Dijo con cierto tono de burla mientras servía jugo en un vasito con decoraciones de patos.

- Sabes que aún te puedo echar de mi casa. - Le miró con un gesto de poca empatía.

- Ayyyy. Es broma. Sabes que te quiero mucho, Rubia pichocha.

Cambió su tono a uno más "bonito", acercándose con intenciones de abrazarlo pero el más alto solo lo detuvo posando la mano sobre su cabeza para alejarlo.

- Para. Eso es asqueroso.

- Bien que te gusta que te hablen bonito, pinche zorra.

Algunas veces le costaba mucho entender los cambios de humor tan drásticos del azabache. Era como tener a un niño con problemas de imperatividad y bipolaridad.

- Como sea. Hoy en la noche habrá fiesta en casa de Lely, por si quieres venir.

- ¿Habrá morros chidos? - Tomó asiento en uno de los banquillos frente a la barra de la cocina.

𝙴𝚕 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚊𝚙𝚊𝚛𝚝𝚊𝚖𝚎𝚗𝚝𝚘 512 ☀︎︎ 𝒍𝒖𝒄𝒌𝒊𝒕𝒚 ☀︎︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora