II

444 54 40
                                    

- No, Lusu. Como crees. Eso es mucho - Dejó salir una carcajada efímera de nervios, negando con ambos brazos.

El castaño se había presentado frente a la puerta de su apartamento con un precioso jarrón en manos con un moñito. Se sentía tan culpable por lo sucedido y sobre todo el temor de que sus nuevos vecinos vieran su primera impresión como un bruto sin cuidado. No quería dejar las cosas con un simple "lo siento" y un pañuelo.

- Por favor, tómalo como una disculpa por el accidente con tu nariz. - Insistió una vez más extendiendo el regalo. - Además, yo lo hice y me voy a sentir muy mal si no lo aceptas. -

- ¿Cómo? ¿Tu lo hiciste? - Se quedó algo sorprendido con sus palabras de chantaje que no le quedó más que aceptarlo, tomándolo como si fuese la cosa más frágil del mundo.

- Sip. Hago alfarería en mis tiempos libres.

- Ahhh. No pues si le sabes, está muy bonito. - Dijo el chico viendo con más detalle la pintura del jarrón.

- Gracias. - Rascó su nuca con algo de pena. No estaba acostumbrado a los halagos y el más mínimo que le hicieran, realmente significaba mucho para él. - ¿Aún te duele? - Volvió al tema.

- ¿Eh? - Tocó su nariz la cual estaba adornada con una bendita de patos. - No, estoy bien. Tu tranquilo. - Debía admitir que estaba algo avergonzado por la manera tan peculiar de haberse conocido, sobre todo porque lo había insultado pero al parecer el chico le restó importancia.

- ¿Quien es? Quackity - Dijo una mata rubia desde la cocina quien estaba usando un delantal. Despues de todo no pidieron comida. Rubén creía que era mejor cocinar pues tenía todo lo necesario para preparar una paella. - Ah, Luzu. ¿Que tal? ¿Gustas pasar? -

- Hola, Rubius. Gracias, pero solamente venía a entregarles un obsequio.

- ¿No te quedas a cenar? - Cuestionó el azabache quién lo veía con un brillo inusual en los ojos. Cosa que paso por alto el castaño.

- Gracias pero debo terminar de ordenar y tengo trabajo - Señaló por inercia su departamento el cuál casualmente quedaba a unos metros.

- ¿Necesitas ayuda? - Preguntó bastante energético.

- Quackity, deja que el hombre se vaya a terminar su mudanza. - Mencionó en voz alta el rubio quien seguía en lo suyo en la cocina.

El menor puso mala cara y estuvo por responderle a su amigo pero Luzu habló primero.

-Qué te parece si en otra ocasión yo los invito a cenar. - No quería ser tan grosero al rechazar su invitación.

- Claro, eso suena estupendo. - Con ésas palabras hasta se le había olvidado que estaba enojado.

- Perfecto. Entonces, nos vemos despues. - Se despidió agitando la mano mientras retrocedió.

- Nos vemos, Lusu. Que tengas una linda noche. - De igual manera se despidió viéndolo irse. No se apartó de la puerta hasta que lo vió entrar a la suya.

Una vez la cerró fue a dejar el jarrón sobre la mesa del centro de la sala, con sumo cuidado. Se sentó en el suelo, recargando los brazos sobre ésta misma para apreciar a más detalle el decorado del objeto.

- Por Dios, Quackity. Al menos disimula un poco que quieres comerle la polla. - Dijo el rubio mientras movía el contenido de su sartén con una palita de madera.

𝙴𝚕 𝚌𝚑𝚒𝚌𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚊𝚙𝚊𝚛𝚝𝚊𝚖𝚎𝚗𝚝𝚘 512 ☀︎︎ 𝒍𝒖𝒄𝒌𝒊𝒕𝒚 ☀︎︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora