Parte 2

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Parte 2

Es mi último año de escuela, hay veces pienso en eso. Hace algunos años atrás, solía decirme: "son tantos años"; así lo pensaba cada tanto, pero realmente han pasando rápido, es uno tras otro. Esa frase de "los años vuelan", tiene sentido ahora, porque han volado varios, tengo diecisiete y no me queda mucho, no me queda nada.


Ya no pienso cada tanto: "son tantos años", solo pienso en que han volado, en que queda poco, que son pocos. ¿Y qué ha sucedido durante ellos? Uno cuando piensa en ello, creo yo, debe de pensar que nada ha pasado, que solo fueron años.

Yo creo que solo ha pasado una cosa: he crecido.

Todo lo que ha pasado se resume en crecer, mi sexualidad, mis relaciones, mis experiencias, mi aprendizaje, todo es solo haber crecido. Sé que al terminar la escuela nada será igual, vendrán responsabilidades, seguirá el estudio, pero será una responsabilidad mucho más pesada, porque solo será mía y mi elección de cómo llevar mi vida.

Sé que en unos cinco o tal vez siete, incluso diez años, pensare en mis recuerdos de esta edad, deseare volver y no recordare muchas cosas de estos días, solo tendré recuerdos de sentimientos, pensamientos, imágenes, como fotografías en mi mente, de esas que quieres guardar.

El cielo medio nublado de hoy, quizás si lo miro fijamente varios minutos pensando en esto, dentro de unos años lo recuerde tal y como lo veo; tal vez mi mente lo deforme, tal vez incluso lo recuerde despejado y soleado. Creo que me gustaría recordarlo tal y como esta, si me es posible decidir, sé que no.

¿Por qué pienso en esto? Nada en especial, el autobús está tardando, eso tiende a hacer que un adolescente se aburra y comience a pensar cosas como estas. Si el autobús continúa tardando, en unos cinco minutos yo podría estar comenzando a cuestionarme el sentido de mi existencia, en los próximos diez minutos posiblemente esté picada abajo en una depresión profunda sin sentido alguno.

¿Exagero? Quien crea eso, no es ya adolescente y no recuerda esos años. Durante los años de adolescencia se viven situaciones nuevas, que nos lleva a tener sentimientos, hasta el momento desconocidos, que uno no sabe manejar y todo se sale de control. Somos sumamente sensibles, porque no estamos preparados para experimentar ciertas emociones que de niños no entendíamos. Al menos así me siento yo, tal vez todos sean así durante la adolescencia, tal vez no.

Comienzo a deprimirme y ponerme de mal humor, pensamientos nada agradables se cruzan en mi mente, he mencionado la sensibilidad de un adolescente, ya estoy de mal humor. Yo no sonrió, no de la nada, no a cada segundo, no cuando estoy solo, no cuando espero como perro malo el autobús que se cree reina y se toma su tiempo para llegar.

¿Es que el conductor lo está lavando o cambiando la pintura? ¿Acaso lo está fabricando? No es posible que tarde tanto, no debería, es hora de que pase. No me siento de buen humor, es como cuando mi madre se despierta y no obtiene su taza de café, ella dice que es la manera de comenzar un mal día, asegura que el día no irá bien y es mejor que nadie se cruce en su camino, no hablarle, porque no es agradable. Bien, así me siento, nada agradable o amistoso, el día será malo, porque llegare tarde a la escuela, porque seré regañado, porque me pondrá de peor humor y posiblemente sea castigado. A mi madre, no le gustara saberlo, porque ella no obtuvo su café hoy temprano, no había, alguien se acabo todo el café y ella comenzó mal su día.

El autobús continúa tardando, me aburro más y más, en la parada de autobuses no hay nada interesante. O no lo había hasta este momento, por el otro lado de la calle veo llegar al niño, realmente no sé si es un niño, me da la impresión de que tiene un año menos que yo, pero puede ser mayor. Allí esta, llegando con su skate, se detiene antes de cruzar, porque pasan autos, autobuses, motocicletas, y no hay semáforos, no hay nada más para cruzar esta calle que el sentido común humano.


El niño, chico, ser humano, como suene mejor, se lanza a correr para cruzar,pero torpemente se echa hacia atrás a la mitad al ver que un auto dobla y casilo pasa por encima, al hacerse unos pasos hacia atrás para evitarlo lo está porpasar por encima otro auto y se echa con aun más torpeza hacia atrás, a dondeestaba antes. Maniobrar piernas, mochila y skate no es fácil cuando estás enmedio de una calle a punto de ser atropellado, lo acabo de ver en primera fila.También, es gracioso verlo, porque he reído, a pesar de no tener el hábito dereír cuando estoy solo, he reído al verlo. Y creo que lo he mirado demasiadofijo, tal vez él tenga una vista excepcional, porque me ha visto reír y pareceavergonzado.

Segundos más tarde, lo veo correr a través de la calle cuando encuentra suoportunidad, pero nuevamente un auto esta cerca, tiene la suerte de que este sedetiene, le da el paso, lo veo hacer una seña en agradecimiento, termina decruzar y camina los poco metros a la parada. Continuo mirándolo y rio, meobserva y ríe; avergonzado baja su cabeza, la eleva solo medio segundo paradarme un vistazo antes de bajarla nuevamente.

Se detiene en un costado y allí se queda a esperar. La sonrisa ha desaparecido,solo fue un instante, una sonrisa que ambos compartimos, agradable momento,corrección, agradable instante. Y no sé, tal vez recuerde dentro de muchos añoseste día, este cielo nublado, este autobús que no llega, este misterioso chicode negro. Todo por esa sonrisa avergonzada, la cual me dio al atraparmeriéndome de él.

Extraño sentimiento, tan extraño que es interesante. Por más que me he reído,por más que él me vio, por más que sonrió avergonzado, sé que no se ofendió, séque no hay ofensa o enojo. No tomó como una ofensa mi risa, quizás porque fuenatural y sin maldad, porque solo fue un instante, porque sabe que se viogracioso.

Extraño, interesante, misterioso, el sentimiento, la sonrisa y él. No importala risa que compartimos, seguimos siendo desconocidos.

Hace varios días, en una clase, el profesor nos dijo que en el futuro nosarrepentiríamos de cosas que hicimos o no en nuestra adolescencia. En esemomento pensé: "claro que no, si quiero ono hacer algo lo hare, no viviré mi vida arrepintiéndome". Tal vez, acabode madurar al comprender las palabras de ese profesor. En el futuro, puede que mearrepienta de no hablarle, de que no sea más que una sonrisa compartida, porquesolo yo se que tan enorme es dentro mío la curiosidad ante el misterio que eseste chico de negro, y quiero... pero la oportunidad pasa, porque el autobúsllega.

Y aunque no hubiera llegado, nada hubiera pasado, porque no hay nada que puedadecir a partir de una sonrisa a un desconocido, no soy esa clase de personas.Pero como dije antes, podre ser capaz de recordar este día.

Aunque lo recuerde con un cielo despejado, una sonrisa aún más grande ybrillante que no se oculta, porque los recuerdos se deforman con el paso de losaños.

Continuara...


Como verán, las actualizaciones serán rápidas, porque son cortos los capítulos y estoy tan emocionada de que esta historia vuelva a ser leída que no me contengo. Por lo tanto, si aun no me siguen, háganlo, para no perderse actualizaciones...quizás más de una al día. 


¡Gracias por leer!

El chico de negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora