Parte 5

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Parte 5

Estar todo el día, con ilusiones de verlo en cualquier momento y que esas ilusiones mueran y revivan horas más tarde solo para tener el mismo triste final... es agotador. Cada día, cuando llego a mi casa tengo esta sensación de inmenso cansancio físico y emocional. He tenido dos días sin sentido, perdidos, porque no lo he visto, por más que lo desee y busque.

Mi niño, mi chico, mi extraño, ese del que estoy enamorado.

Fuego ardiente que quema mi estomago, así se siente la ansiedad cuando creo que podre verlo. Una piedra pesada y despiadada cae sobre ese fuego cuando no es así. Ambas sensaciones son horribles.

Yo creo que toda persona, en algún momento de su vida, se cruzo con alguien en el autobús, alguien con quien compartieron miradas y sonrisas. En que todos en algún momento de la vida, nos enamoramos viajando, ese viaje rutinario, ya sea en escuela, trabajo o cosas menos cotidianas tal vez. Yo sé que no soy un extraño y que mi chico de negro no me es indiferente, porque me mira, me sonríe, porque lo siento, solo lo siento.

Quiero cruzarlo, echarle una mirada, aunque él no me mire a mí. Quiero hablarle, tengo infinitas ganas de hablarle, pero sería mentirme si me digo "la próxima que lo vea le hablo", seria mentir porque no tengo la valentía y él parece tampoco tenerla.

Soy estúpidamente tímido, me ha pasado de estar parado frente a él y observarlo gritando en mi mente: "¡que me mire, que me mire, que me mire!", solo para que cuando voltea a verme, yo mire hacia otro lado lleno de vergüenza.

No creo en las coincidencias, es algo que para mí no existe. Las cosas ocurren por algo, hay un porque, un motivo, esa razón por la que suceden, hay un fin. Asimismo, que yo me lo cruce cuando más lo deseo no es casualidad, hay una razón por la cual sucede, muchas veces se lo llama destino.

Me siento desanimado, algo triste, porque el día continuo pasando y aun no lo cruzo. ¿Él extrañara verme como yo? Me gusta creer que sí.

Este día no fue el mejor y no parece querer mejorar, no solo no lo he visto, sino que el final de la escuela está cada día más cerca, el sabor a fin y tristeza, se mezcla con la emoción y felicidad. La presión sobre que seguiré, es cada vez mayor y yo ya tendría que haber decidido, haberme movido hacia algún lugar como todos los demás... pero nada he hecho, tengo miedo de siquiera pensar, porque no se que quiero hacer de mi vida.

Y en casa siguen preguntando, presionando, regañando, diciendo "ya deberías..." y "¿dejaras pasar un año haciendo nada?", solo tengo ganas de contestar: "si, pasare el año haciendo nada", porque siendo sincero tengo ese deseo, de tomar un año de descanso, porque en los años próximos no lo tendré, tal vez jamás.

Aún soy un inmaduro adolescente, hoy solo me levante por el deseo de cruzármelo, de verlo, con la inútil esperanza de que algún milagro sucediera para tener más que una mirada. Tal vez, por ser codicioso no lo vi.

A todo esto, debe sumarse el infernal calor que comienza a llegar y cada día se siente más, odio el verano, no me gusta el sol. No porque sea aburrido, sino por el hecho de que produce sudor, quema mi piel y todo cansa dos veces más.

Nada fue bien hoy y yo solo quiero acabar este día, camino a casa solo llevo un puchero, cansado de secar el sudor en mi rostro, oliendo terriblemente mal, mirando hacia el cielo el cegador sol brillando con maldad. Al bajar la mirada al suelo, se me dificulta ver con claridad, pero cuando mejora y voy subiendo la vista.... lo veo.

Veo las ruedas del skate, sus zapatillas y todo lo demás de su cuerpo cubierto completamente de ropa negra; su cabello, un tanto despeinado por el viento que lo golpea. Me nota, me mira, me sonríe tan hermoso que me es imposible no sonreírle y mirar hacia atrás cuando pasa de largo.

Y se veía precioso, misterioso y fresco, porque aun de negro se veía fresco, no como yo que voy cubierto de sudor y oliendo a cebolla rancia, sin mencionar mi sudado rostro, puedo cocinar un huevo frito con la grasa que hay en el, mañana parecerá que compito con un choclo por la cantidad de granos que saldrán.

Sin embargo, lo he visto, mi humor mejora, de pronto, siento que todo está bien, porque realmente todo está bien y ningún problema es demasiado grande como para no tener solución.

¿Qué haré de mi vida? No lo sé.
¿Qué quiero ser? No lo sé.
¿Cuándo lo sabré? No lo sé.

Me tomare el año, no me importa la furia de mi familia, necesito ese año para saber que quiero hacer el resto de mi vida.

Una vez más, se confirma mi creencia de que nada es casualidad, por ello no creo en ellas. Necesitaba verlo, que me sonríe. Y lo vi y me sonrió.

¿Hay más personas que pueden ser felices con solo recibir eso de la persona que les gusta? No voy a mentir, yo no sé qué haría si un día da la vuelta y me detiene para hablarme, podría huir de nervios y miedo. Es algo que nunca sabré.

Mi humor ha mejorado, pero la melancolía de saber que todo cambiara, que muchas cosas terminaran, continúa en mi interior.

Y es que en tan solo unos días seré considerado un adulto, puede que jamás vuelta a ver a mi último amor de la adolescencia, a mi amor a la primera sonrisa. Suena tonto... ¿me sonara tonto porque ya soy un adulto?

No quiero dejar de cruzármelo, dejar de sonreírle, dejar de recibir sus sonrisas, pero si nunca pasa nada, un día terminara y eso me produce tristeza. ¿Por qué los instantes más bellos de la felicidad llegan a un fin?

Saber su nombre, tengo ese deseo, su nombre. Imaginarlo no puedo, necesito saberlo, poner un nombre a ese hermoso y misteriosos rostro.


Continuara...

No se en que etapa de la vida esta cada persona que leerá esto, pero ¿se sienten así si son adolescentes? ¿Recuerdan haberse sentido así si ya no lo son?

En lo personal, escribí esto cuando aún era adolescente, hoy ya no lo soy...pero recuerdo esas emociones.


¡Gracias por leer!

El chico de negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora