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"Hierba mala, hierba mala,
así es como le llaman,
whenever it gets in your mind,
it never leaves."

Buenos Aires, Argentina

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Buenos Aires, Argentina. 2018.

–¿En serio, Lisandro? ¿Esa es tu excusa? –miro fijo al morocho frente mío.

Se lo ve desesperado por arreglar lo que rompió, pero a partir de acá, ya no hay vuelta atrás. Hace semanas que vengo enganchada con lo mismo, reviviendo la situación una y otra vez: haber entrado a la habitación de Lisandro para encontrar la cama deshecha y a él desnudo sobre ésta; haberme agachado para recoger la ropa tirada en el piso y haberme sentido como una pelotuda cuando me di cuenta que lo que tenía en la mano era un corpiño que no me pertenecía. Ni rastro de la chica que se cogió, pero a pesar de que no tengo pruebas, tampoco tengo dudas.

Él mismo me lo confirmó. Apenas me enteré, salí corriendo de la casa y no volví más. Terminé nuestra relación al cabo de unas horas y él lleva días y días pidiéndome perdón, buscándome en todos lados, apareciéndose en la puerta de mi casa con flores y regalos, pero yo ya no lo quiero ver.

–Martu, por favor, solo escuchame –suplica Lisandro, cerca de arrodillarse frente mío para rogar clemencia, pero me da igual.

–Ya te escuché suficiente, Lisandro. Llevás semanas enteras mintiéndome, trato de alejarme y no me dejás. Me estás haciendo mierda, yo solo me quiero ir.

–Mar...

–No, no me digas Mar. Me cansaste, Lisandro, la verdad es que debería haberme dado cuenta antes de lo hijo de puta que sos. Y además, decime, ¿cómo sé yo que ella fue la única? ¿Cómo sé que no te garchaste a otras minas? Si lo único que hacés es mentirme, todo el tiempo.

Al escuchar mis palabras, Lisandro se arrodilla en frente mío con la velocidad de un rayo. Apoya una de sus manos en mi cadera, reteniéndome, y la otra sobre su pecho, y yo lo miro desde arriba.

–Con una mano en el corazón te lo digo: nunca estuve con otra chica además de ella. Y ni siquiera me acuerdo que pasó, estaba dopadísimo, fue una cosa del momento... me levanté al día siguiente y me arrepentí, muchísimo antes de darme cuenta que vos no estabas... Martu, por favor...

Doy un paso hacia atrás. Sus palabras me arañan con fuerza, me duele la garganta de tanto reprimir las lágrimas. Rompo el contacto entre nosotros y él me mira, dolido.

No sé por qué no me lo imaginé antes. Debería haberme dado cuenta: un pibe de veinte años como él, deportista, hermoso, que se la pasa de fiesta, poniéndose en pedo y llevándose a minas a la cama... yo fui una de ellas, bastante ilusa como para creer que un mujeriego como él puede llegar a cambiar.

Lo nuestro siempre fue algo raro. Nos conocimos el año pasado cuando él todavía jugaba para el Newell's, pero estaba en Buenos Aires de préstamo en el Defensa y Justicia. Cogimos una vez y nos hicimos amigos: en un principio, mi apego a él se debía a la adrenalina de salir con un chico más grande, yo tenía diecisiete y él se acercaba rápidamente a los veinte. Sin embargo, nuestra relación floreció y antes de darnos cuenta, estábamos de novios, agarrándonos de las manos, besándonos, haciendo todo lo que hace una pareja más allá de lo sexual. Me enamoré, pero él siempre fue la misma persona de un principio. No sé cómo no me di cuenta antes.

Con esto solo llegué a mi pico. Más de una vez lo notaba a Lisandro pegándole el ojo a otras chicas, mirándolas cuando salíamos, pero nunca lo pensé demasiado porque sabía que él no sería capaz de lastimarme... o eso creía.

–Me voy para Inglaterra mañana –le informo, tragando saliva y limpiándome las lágrimas con el dorso de la mano–. Hasta acá llegamos, Lisandro.

Él abre grande los ojos al darse cuenta que me está perdiendo. Se para de inmediato cuando ve que me empiezo a alejar en dirección al pasillo, pero ya no quiero escucharlo más.

–Pará, pará, Martina, por favor, ¿en serio no me vas a dar una oportunidad? –dice, desesperado.

–No –sorbo por la nariz y me meto en la habitación, seguida de cerca por el jugador–. Y te pido por favor que no me busques más.

–Martina...

Me acerco a la que solía ser la cama en la que dormíamos juntos. Agarro mi mochila del piso, abro el armario y empiezo a meter toda la ropa mía que pueda encontrar, que por suerte, es poca. Quiero irme de acá. Voy a pasar mi última noche en Argentina en casa de mis padres.

–Por favor, Mar, yo te juro que...

Me doy vuelta repentinamente y quedo enfrentada con él, a lo que Lisandro da un paso hacia atrás debido a la brutalidad de la acción. Lo miro fijo a los ojos con la mandíbula apretada.

–Te estoy hablando en serio, Lisandro –le digo con seriedad. Hago un gesto con el dedo, englobándonos a nosotros, a nuestra relación–. Esto no va a volver a pasar nunca más. ¿Me escuchaste? Nunca. Así que no me busques, porque no te quiero ni ver.














a/n –
HOLAAAAA

tengo este prólogo escrito hace varias semanas, la escritura es un poronga perooo, espero que lo disfruten

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tengo este prólogo escrito hace varias semanas, la escritura es un poronga perooo, espero que lo disfruten. es solo algo cortito para que se den una idea de cómo va a ser este fic

no sé cuándo tenga tiempo para actualizar esta historia pero voy a hacer lo mejor que pueda

besos

FREEFALL | lisandro martínezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora